Sarkozy, con su estrategia, optó por la vía que su equipo creyó sencilla, pero que a la luz de los resultados tenía más sombras que luces. Le Pen quiere todo el pastel y no se conforma con ser la llave que dé triunfos al centro-derecha de la UMP. Por eso dijo que votaría en blanco en la segunda vuelta, y dejó a Sarkozy tocado y prácticamente hundido. Ella se ve dentro de cinco años disputando presidencia a Hollande, y para eso precisa de la pérdida de personalidad de Sarkozy y su partido. Porque, si alguien quiere votar a la extrema derecha en Francia, ya existe una papeleta, la de Le Pen, que siempre ha defendido esos postulados. Con su doble tirabuzón en el discurso, Sarkozy sólo le ha dado protagonismo a peligrosas ideas y convencido a muchos de los suyos de que quizás ha llegado la hora de ponerse un poco más duros y girar también, pero con el voto a Le Pen en las próximas legislativas. Si el candidato Sarkozy hubiese optado por un discurso más suave, cercano al centro y sin grandes aspavientos, quizás hubiese pescado algo más entre los que apoyaron a Bayrou en la primera vuelta, y desmovilizado a muchos potenciales votantes de Hollande. Se decidió por asegurar un voto que ya tenía, y que sólo le apartó de los caladeros en los que el socialista construyó su victoria. Ahora sólo queda ver si el daño está acotado a estas elecciones presidenciales, o la UMP se resiente también en las próximas legislativas de una estrategia equivocada que ha terminado por dar todo el protagonismo a quien le puede pasar por la derecha.
Ion Antolín Llorente es periodista y blogger
En Twitter @ionantolin