Acabo de comprar un pequeño ensayo titulado La médiocratie, del filósofo Alain Deneault, catedrático de la Universidad de Montreal, que creo que aclara y sintetiza bastante la oscura y penosa situación política actual. Aún no le he acabado de leer, pero creo haber captado ya el mensaje principal que pretende transmitir el autor con esta reflexión que, como es fácil percibir, adelanta en el título del libro: la mediocridad infiltrada en la política. Afirma Deneault que desde hace varias décadas los mediocres han tomado el poder en política tanto como en las empresas y en los medios de comunicación; se trata de una mediocridad planificada en un mundo donde todo está orquestado para beneficiar y satisfacer a los mercados financieros y a la economía.

No es nada nuevo en realidad; a partir de la llegada de lo que llaman eufemísticamente neoliberalismo, que es, en realidad, un insaciable y cínico neofascismo, se han ido desgastando las bases de las democracias y de los derechos ciudadanos, de manera lenta pero contundente. Se han ido construyendo otros esquemas que dan soporte a una concepción desoladora del mundo en la que no caben los ideales democráticos, ni la solidaridad, ni los derechos civiles, ni los Derechos Humanos, ni la compasión, ni la humanidad.

Los mediocres han tomado el poder es el mensaje principal de la obra que, convencido, este filósofo repite una y otra vez en el libro. Si pensamos un poco (aunque cueste, porque ya nos contaron los curas, de niños, que pensar y buscar la verdad es pecado), tanto en España como en buena parte del mundo los esquemas neoliberales, los esquemas de los voraces y los mediocres, han conseguido que se persigan o se ninguneen la excelencia, el conocimiento, la lógica, la sensatez y la razón. Se ha deconstruido todo aquello que ha sostenido el Estado de derecho a favor de una especie de locura o de sinrazón cuyo objetivo no ha sido ni es otro que favorecer al capital y a los sectores financieros y económicos en detrimento de los derechos de las personas, a la vez que permitir el saqueo y el expolio de lo público.

Los esquemas neoliberales, los esquemas de los voraces y los mediocres, han conseguido que se persigan o se ninguneen la excelencia, el conocimiento, la lógica

Estas décadas del poder en manos de los más mediocres han traído como consecuencia un enorme empobrecimiento general. Un empobrecimiento económico, por supuesto, pero quizás sea más terrible el empobrecimiento moral. Para el ciudadano medio el trabajo se ha convertido, cuando se tiene, en un mero medio de subsistencia, ya no en una vocación; la pereza intelectual, promovida desde la propia enseñanza reglada, se ha convertido en la norma; la honradez, la decencia, el sentido de la ética y el sentido de la responsabilidad se han convertido en defectos a superar. Se ha pervertido la educación universitaria con los imperativos de la rentabilidad, y los estudiantes han pasado a ser simples objetos que dan respuesta a las demandas de multinacionales y empresas. Se manipula el conocimiento en función de los beneficios comerciales, y no dejan otra opción a los estudiantes que aceptar la financiación privada, convirtiéndoles en parte del sucio proceso.

El Partido Popular es el exponente principal de la mediocritacia, es decir, de la mediocridad y el neofascismo del siglo XXI en España. Varias décadas en el poder han acabado con muchas cosas en este país que, como el Ave Fénix, tendrá que resurgir de sus cenizas, aunque no es, ni será nada fácil. Y, por si fuera poco, estamos siendo testigos de mucha más mediocridad en organizaciones que, como Ciudadanos y Vox, superan en sinrazón y estupidez lo que el novelista Ricardo León llamaba “el dogma del necio”, lo que ya parecía, con la tropa del PP, insuperable. Son, además de mediocres, organizaciones y personas peligrosas. Ver, por ejemplo, a Rivera paseando con la bandera española en Altsasu, defendiendo supuestamente a la Guardia Civil, da pavor y vergüenza ajena, aunque lo peor es que alimenta el fanatismo, la tensión y la discordia.

Ya digo, la mediocridad, la estupidez, y en muchos casos la psicopatía ha ocupado y sigue ocupando muchas filas del poder. Se trata de seguir comprometiéndonos, y trabajando, cada uno a su manera, en las cosas que nos roban los mediocres y sabemos que son las que merecen la pena. Parafraseando un fragmento del libro de Deneault, regresar a la cultura y a las referencias intelectuales es una necesidad. Si volvemos a leer, a pensar, a afirmar el valor de los conceptos que han desprestigiado como si fueran insignificantes, si devolvemos el sentido a todo a aquello que lo ha perdido y hacemos que deje de ser marginal, avanzaremos políticamente. No es casualidad que en el mundo de hoy el lenguaje mismo está siendo atacado. Rescatémosle.

Defendámonos de la mediocridad y de los mediocres, y no perdamos la esperanza, porque, como dijo en uno de sus poemas el gran poeta griego Odyseass Elytis, me consuela que entre la inmensa mediocridad que nos ahoga por todos lados, en algún lugar algunos obstinados siguen oponiendo resistencia.