Me ponga cuarto y mitad de periodista, que esté fresco

La periodista Azahara Cano denunció recientemente que recibió una oferta de trabajo en la que las condiciones eran cobrar 0’75 euros por cada artículo de 800 palabras. Luego debía mover el texto por diferentes foros, agregadores de noticias y otros sitios similares para darle más visibilidad. El mínimo de artículos mensuales que le pedían era de 400, para poder llegar al digno sueldo de 300 euros mensuales. En un ejemplo de benevolencia la empresa, que se atreve a publicar semejante oferta, le permitiría acumular para el mes siguiente lo redactado, si no llegaba al mínimo exigido. Angelitos. Qué buena gente. Pero, en este caso, Azahara no se calló. Decidió pregonar a los cuatro vientos el insulto que para los profesionales supone este tipo de ofertas, amparadas en la desesperación de muchos por lograr unos ingresos vitales. Su protesta pronto encontró eco en Twitter, una vez más, y se extendió por la red gracias a la clave #gratisnotrabajo, que sirve para identificar todos los mensajes sobre el tema, y son muchos. Otros han comenzado a señalar con el dedo esas ofertas de semiesclavitud profesional para poner frente al espejo de la vergüenza a sus responsables.

Está muy bien lo de las cruzadas contra La Noria, pero cada día se viven situaciones más mundanas como esta que afectan a personas de carne y hueso que precisan tanto de trabajo como de apoyo para que los tiburones no se aprovechen de situaciones extremas para hacer su particular agosto. La nueva presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid, Carmen del Riego, ya ha salido al paso y ha manifestado que quieren "investigar todas estas ofertas que rayan en la ignominia para denunciarlas públicamente". No estaría mal una bonita lista vestida de luto con las empresas que se dedican a estas prácticas, para que un profesional pueda consultar antes de saber si ha encontrado un trabajo o la cueva de Alí Babá y sus colegas. Las asociaciones de periodistas, en Madrid y en las provincias, deben plantar cara antes de que algún desalmado publique un anuncio pidiendo periodistas al peso.