El rojerío británico
Yo le trasladaría de inmediato todo cuanto sé del caso Faisán, tanto a usted, Sr. Rajoy, futuro presidente de España, el mejor después de José María Aznar López, en la actualidad excelente amigo y asesor de Rupert Murdoch, digno magnate, al que ahora le ha declarado la guerra el rojerío británico, como a doña María Dolores de Cospedal, luchadora tenaz por la libertad y contra los farmacéuticos, algunos de ellos quizá masones y librepensadores. La verdad de los hechos relativos al faisán es estremecedora. Me obligaron los esbirros de Rubalcaba, ¡menudo pajarraco este candidato socialista! a que telefoneara tres veces a Moncloa.
Carne exquisita
Me amenazaron con estas palabras: “Si quieres comerte un faisán, que es carne exquisita, tienes que llamar por teléfono tres veces, tres, a la Moncloa”. No podía hacer otra cosa, Sr. Rajoy. Le he de confesar sin embargo que, a pesar del despilfarro permanente del socialismo gobernante, jamás me había invitado Zapatero a comer faisán y, francamente, me hacía mucha ilusión probarlo.
Ora pro nobis
Gracias a la exclusiva de La Gaceta, ora pro nobis, conocemos algunos aspectos inéditos del caso Faisán y su paralelismo con el caso GAL. El editorial gacetillero descubre otra dimensión fascinante: “También hubo una trastienda política en el caso GAL y es lógico suponer que si en aquella investigación se trazó una X, en esta se pueda plantear, al menos como hipótesis, una Z.” Todas las malvadas falsedades socialistas van saliendo a la luz del día. Una extraordinaria aportación de Dávila y sus espías para esclarecer el misterio de los móviles de la Moncloa.
Solidez argumental
Fíjense nuestros lectores la enorme solidez argumental de La Gaceta: “Será preciso investigarlo hasta el fondo (…) Pero no parece descabellado ponerlo en relación con el diseño político trazado por Zapatero, desde antes de llegar al Gobierno, en 2004, por negociar con ETA para alcanzar una falsa paz (de hecho, ya hubo una tregua-trampa)”. Y hubo asimismo, según la derechona, un faisán-trampa. Y unos móviles-trampa. Y hay un candidato-trampa. Pero, ¡cuidado!, la única trampa será que Rajoy llegue a Moncloa!
Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM