Porsi esto fuera poco, los socialistas catalanes están sin líder, sinproyecto y sin estrategia desde la derrota electoral de las autonómicas.De esto ya hace siete meses y el congreso, que se convocará la próximasemana, no se realizará hasta octubre. El debate se fragua en torno a ladependencia o independencia del PSOE, de cómo articular las relacionesentre ambos partidos. Sin embargo, éste puede no ser el debate. En lacalle, la ciudadanía ha dado la espalda a los socialistas, losindignados atraen la atención de una buena parte de su electorado y lacrisis ha hecho añicos los feudos tradicionales.

Coneste panorama, Rubalcaba se ha presentado en la calle Nicaragua. Lasrelaciones con la dirección socialista catalana no son para tirarcohetes. Sólo se parecen en su pragmatismo pero todavía escuece en elPSC la entrevista de Rubalcaba con Mas y Duran. Se hizo apenas unashoras después de que Rubalcaba forzara la retirada de Carme Chacón delas primarias hurtando un debate a las bases socialistas –con la espadade Damocles sobre la cabeza de Zapatero en forma de congresoextraordinario- y se hizo sin conocimiento del PSC. No gustó este gesto,ni poco ni mucho. No gustó nada.

Ladifícil relación entre el PSC y Rubalcaba viene de lejos. Rubalcaba semovió entre bambalinas para desestabilizar a Maragall después del viajede Carod a Francia para entrevistarse con la cúpula de ETA. Latestarudez de Maragall y el PSC por mantener el gobierno a pesar de lasalida de Carod no gustó a Rubalcaba que incitó llamadas a dirigentessocialistas catalanes para pulsar su opinión sobre una posibleseparación entre el PSC y el PSOE. Fueron aliados en las negociacionesdel Estatut pero fueron adversarios cuando los socialistas catalanesdecidieron reeditar un segundo tripartito. Rubalcaba fue uno de los quegarantizó a Mas y Duran que el presidente de la Generalitat sería el quemás votos obtuviera. Cuando Montilla le enmendó la plana, Rubalcaba nodudó en atacar con saña al nuevo gobierno catalán y a su presidente.

Contodo este equipaje, Rubalcaba se sentó frente a la militanciasocialista. Antes sólo se vió unos minutos a solas con el todavía PrimerSecretario del PSC, José Montilla. El candidato socialista se sabíaante una militancia con los nervios a flor de piel y se limitó aintentar transmitir confianza. Primero, dejó claro que el era másautonomista que Felipe González. Segundo, se comprometió a serrespetuoso con el proceso interno del PSC. Tercero, se sinceró con lamilitancia catalana en su análisis de la derrota. La crisis es laculpable del desastre –eso afecta a todos los gobiernos- pero lasensación que el futuro será peor afecta a los socialistas. Cuarto,lanzó el discurso que esperaban los socialistas catalanes. Zurró de lolindo a CiU por pactar con el PP. Quinto, habló de políticas deinmigración aunque sin entrar más allá de lugares comunes. Sexto,mencionó a Carmen Chacón. Cuando era Secretario de Estado de Educación,dijo Rubalcaba, Carmen ya estaba frente a mí. En ese momento, JoséZaragoza, el Secretario de Organización del PSC no pudo reprimirse ydijo: como siempre. Rubalcaba encajó la broma pero la anécdota marcó su presencia en Catalunya. Podrá contar con el PSC pero lo tendráenfrente porque la historia es la historia.

Toni Bolaño es periodista y analista político