Ni tan siquiera podremos argüir que no avisaron, porque están avisando. El auténtico Señor del PP, José María Aznar, ha manifestado de manera diáfana en sendas conferencias allende los mares, en Jersey (diciembre 2010) y en Columbia (abril 2011), que “el Estado de Bienestar es insostenible” y que “requiere reformas de raíz”. Aún más claro en la exposición de sus planes ha sido Ramón Luis Valcárcel, Presidente de la comunidad murciana y destacado miembro de la dirección nacional del PP, defendiendo la aplicación del copago en los servicios sanitarios y educativos, es decir, el fin de la gratuidad y la universalidad en tales prestaciones públicas. Y, desde luego, la praxis de los gobiernos autonómicos y locales del Partido Popular apunta al socavamiento de los servicios públicos, bien por la vía de negarles los recursos imprescindibles, o bien por el camino más directo de la privatización y el sometimiento de la salud, la enseñanza o la atención social a las reglas mercantiles de la oferta y la demanda. Aquel aserto histórico del Delegado del Gobierno del PP en Madrid, “el que quiera seguridad, que se la pague”, se extiende ahora a los demás servicios. Con el PP, por tanto, el que quiera salud, educación o servicios sociales, que se lo pague.