Cada español vive la crisis de forma diferente, los unos porque no tienen nada que perder y están a verlas venir, otros porque tienen miedo a perder lo que tienen y otros porque tienen tanto y tan bien guardadito que miran al resto como si de una representación teatral se tratase.

Por lo tanto las conversaciones varían según este status. Los que no tienen  nada que perder son esos parados de larga duración que ya no cobran subsidio y que viven de la solidaridad familiar o de hacer chapuzas en negro.

Los que tienen algo que perder, la inmensa mayoría, está temblando ante los recortes del partido ganador en las últimas elecciones. Unos piensan en recortes salariales, otros en despidos, otros en la sanidad, en sus pensiones escuálidas  o en la educación de sus hijos.

Y finalmente nos encontramos con los que tienen mucho. Esos viven en otro mundo. Tienen su dinero calentito en el Caribe o escondido en una SICAV y se “indignan” porque cuando los pillan en un “mal ejemplo”, todo ciudadano español se entera de cómo se gana la vida montando una ONG.

Por lo tanto pensamos que el Rey, después de solidarizarse con los que no tienen nada y con los que pueden perder mucho, algo tendrá que comentar de los que mucho tienen y no quieren enseñar.

Un tema interesante a tratar en esa noche tan entrañable es el de la evasión fiscal. Esa que practican algunos españoles, la mayoría  muy patriotas y consumidores de pulseras rojas y gualdas, al llevarse su dinero a Paraísos Fiscales a que reposen tranquilamente.

Habitualmente se trata de dinero que se ha ganado “fácilmente” y por el que no se quieren pagar impuestos. En algunos casos, no siempre (¡Válgame Dios!) ese dinero proviene de negocios rápidos en donde las comisiones y las influencias tienen mucho que decir. De la nómina de todos los meses, les aseguro que no se va un céntimo.

Los expertos calculan que en España se evaden anualmente unos 280 mil millones de euros, lo que significaría un fraude fiscal del 20- 25%. El doble de la media europea según José Luis Escario, autor de Paraísos Fiscales. A nivel mundial se calcula que entre 9 y 11 billones de dólares se encuentran en dichos escondites.

Los datos facilitados esta semana por la ministra Elena Salgado respecto a la lucha contra el fraude en 2011 son elocuentes: “De los 10.400 millones recuperados este año para las arcas públicas, el 68% proviene de los impuestos con un perfil claramente empresarial: IVA y sociedades”.

Por eso, esperamos que el discurso navideño nos ilumine un poco para ver cómo podemos acabar con estas prácticas.  Cómo hacer que ese dinero que se pierde en bolsillos ajenos se quede en las arcas del Estado y no tengamos que estar todos muertos de miedo a quedarnos sin pensión o sin ambulatorio. Mimar las arcas del Estado es de patriotas, pagar impuestos y no utilizar situaciones de privilegio, también.

Porque es muy duro  no poder  pagar la hipoteca o ver cómo te desahucian de la noche a la mañana cuando hay  casas en el barrio de Pedralbes de Barcelona que valen  seis millones de euros y que hay privilegiados que las compran y disfrutan.

Es descorazonador ver cómo Hacienda mira una y mil veces las declaraciones de Hacienda de autónomos y en cambio nadie se plantea si es moral que existan las Sicav, sociedades en donde se esconden grandes fortunas al módico precio del 1%.

Normalmente esos privilegiados son los que más hablan de patriotismo, que lo entienden como un Estado (con ciudadanos incluidos) al servicio de ellos. E incluso algunos aparecen en las portadas de las revistas del corazón, sonriendo y desafiando al personal.

¡Feliz Nochebuena!

Mercè Rivas Torres es periodista y escritora