No sabemos si, tras esta primera celebración del gobierno tripartito de Andalucía, PP-Ciudadanos-VOX,  el día de la Comunidad Autónoma volverá a celebrarse el 28 de febrero. No lo sabemos por varias razones y alguna contradictoria entre sí: la primera porque no conocemos si, tras los próximos comicios locales, municipales y generales, el partido naranja notará la cuchillada de su electorado huido tras el trágala con la ultraderecha, como apuntan todos los sondeos, y se replanteará sus alianzas; no sabemos tampoco si la embravecida horda de Vox no empezará a poner palos en las ruedas de no conseguir sus aspiraciones y exigencias; tampoco sabemos si, de conseguir dichas exigencias, demolerán el estado autonómico, como propugnan, aunque resulte contradictorio entonces que estén representados en los parlamentos autonómicos como el andaluz, y concurran a otros; tampoco sabemos si, y ahí va otra contradicción, de no demoler el estado autonómico general y el andaluz en particular, no cambiarán el día marcado para la fiesta de la democracia andaluza por uno más carpetovetónico y mitológico en su épica fascista como es el propuesto del día de la “presunta” conquista de Granada, a la que muchos historiadores serios le ponen muchas comillas, como ya lo hizo en su momento el filósofo José Ortega y Gasset

En ese mar de dudas, más bien pantano que mar, navegan el nuevo y bicéfalo gobierno azul y naranja de la Junta de Andalucía, con el reverso tenebroso de la ultraderecha dándoles apoyo y sombra. Se celebra el día de Andalucía, con una discreción sospechosa, como avergonzada. Entre sus primeras acciones, subirse todos el sueldo, que aunque los socialistas eran unos mangantes -según decían ellos-, los sueldos que se han encontrado eran normalitos y, claro, servicio público sí, pero para eso se quedan donde estaban, razón por la que muchas direcciones generales y puestos de libre designación han tardado en encontrar quienes los ocupen o están aún por designar.

Avisaba como pitonisa de tele barata el presidente Moreno Bonilla que estaba seguro de que “no le iban a dar los cien días de gracia” pero, claro, si nada más empezar, sus socios de investidura, Vox, votan en contra de la gratuidad de las matrículas universitarias, frente al acuerdo generalizado, reducen las plazas convocadas en educación, y quieren cargarse la gratuidad de los tratamientos de la sanidad pública andaluza de reasignación de género, ya empezamos mal.

Y no es que el liberal PP no crea que aquí debe estudiar quien pueda pagárselo, como ejemplos los masters de pago del líder Pablo Casado, o que no quieran premiar a sus amigos de los centros privados, a ser posible católicos, o que no les parezca una aberración la diversidad sexual, como han manifestado constantemente, es que han enseñado la patita antes de calentar el asiento. Tampoco ha sido muy decoroso la petición de la “lista negra” de los diputados autonómicos de Vox de los trabajadores contra la violencia de género, que ha movido campañas de repulsa en las redes. Si bien es cierto que la Mesa del parlamento andaluz rechazó esa petición, también lo es que había un impedimento para poder entregarle las cabezas de los trabajadores a sus socios: la ley.

La Ley de vulneración de datos, que ordena lo que es un derecho laboral y constitucional, el del derecho a la intimidad, impedía este diezmo en vidas y sangre que exigía VOX. Desde los portavoces de  Vox, afirman que “como era de prever, PP y C’s se han negado a darnos los datos que les pedimos para levantar alfombras en el chiringuito de género en Andalucía, donde sabemos que hay gente no cualificada atendiendo a víctimas de maltrato y decidiendo sobre custodias. Levantaremos esas alfombra”. Queda claro que, o los señores de Vox desconocen la ley y la Carta Magna de nuestra Constitución, o lo que es más preocupante, ni la respetan, ni les importa.

Extraño pues e incierto este 28 de Febrero de 2019. Una celebración del día de Andalucía, cuya reivindicación autonómica fue crucial en la transición española para crear un país más equitativo y abrió la puerta a la constitución de otras autonomías consideradas de segunda por no-históricas. Esperemos al menos que sirva de vacuna contra la vergonzosa abstención que ha llevado a este ominoso gobierno Frankenstein al poder, y se materialice en serio ese “andaluces levantaos”, del himno de Andalucía. La alternativa si no será que a Andalucía se la trate como tratan los señores de Vox a las mujeres maltratadas: con presunción de culpabilidad, con marginación, soledad y desprecio.