Hago mío el clamor y el discurso del director de cine Pedro Almodóvar en la fiesta del cine español en Valladolid sobre cómo algunos políticos desprecian la cultura. Estos señoritos, no sólo del cine, de la industria cultural en general, generamos riqueza a pesar del maltrato generalizado de las administraciones y, lo que es más importante, creamos un producto, si se le quiere llamar así, no perecedero, que constituye la memoria emocional y cultural de nuestro país en el mundo. Su identidad o, si les gusta más a sus asesores políticos, la llamada “marca España”. Lo que hacemos queda, más allá de los cargos temporales, que unos y otros ostenten. Apunto esto porque, si nada lo impide, en estos días se está perpetrando un crimen contra nuestra memoria, contra nuestra cultura y nuestro patrimonio. Hablo de la casa de Velintonia, la casa del poeta y premio Nobel Vicente Aleixandre, por donde ha desfilado, imprimando de historia sus paredes, un siglo de nuestra más importante aportación intelectual y artística al mundo. Esa casa, donde leyó la primera versión de sus Sonetos del amor oscuro Federico García Lorca, donde acudía Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Rafael Alberti, Luis Cernuda, entre otros. Esos poetas que tanto citan, pero cuyo legado y memoria no difienden; esa casa que fue el objetivo civil más bombardeado durante la Guerra incivil porque Ortega Gasset, Manuel Azaña, o Pablo Neruda la visitaban; esa casa que fue y debiera seguir siendo la Casa de la Poesía, está en subasta y camino de su desaparición. Unos por otros-nunca mejor dicho-, la casa sin barrer. La familia en sus guerras económicas y de animadversiones personales; la Comunidad de Madrid con una gestión malintencionada de la tránsfuga de Ciudadanos y ahora en el PP Marta Rivera de La Cruz, recolocada en el área de cultura del Ayuntamiento de Madrid, que se negó a calificarla de BIC (Bien de interés Cultural) lo que la hubiera preservado, otorgándole el ambiguo BIP(Bien de Interés Patrimonial); y el Ministerio de Cultura, primero con Miquel Izeta, y ahora con Ernest Urtasun, acobardados ante la Comunidad de Madrid, inanes y pasivos, que podría salvar la casa  declarándola Bien de Interés Museístico, que le otorgaría, automáticamente, el carácter de BIC, y detendría la subasta, dándoles la oportunidad de ejercer el derecho de tanteo y retracto, o incluso expropiándola por un justiprecio, como contempla la ley. Me gustaría saber qué van a decir cuando, a tres años de la conmemoración del centenario de la Generación del 27, esa casa, que debiera ser uno de los focos fundamentales de irradiación de los eventos y actos de dicha conmemoración, con tanta importancia o más que la Residencia de Estudiantes, ya no exista, o la hayan convertido en una farmacia, un restaurante o un edificio de apartamentos turísticos. Me interesa también saber qué van a decir cuando opten a la capitalidad cultural europea, donde la UNESCO tiene algo que decir, y ya anda escandalizada ante la pasividad, indiferencia e incluso desprecio de las administraciones públicas españolas, todas, municipales, autonómicas y nacionales, ante tal canallada.  No pretenderán que la UNESCO, que no entiende esta desidia con la casa del NOBEL, les otorgue distinción o capitalidad cultural alguna, cuando llevan treinta años demostrando un evidente desdén por la misma.

Desde hace veintinueve años la AAVA (Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre), con el especialista en la obra de Aleixandre, Alejandro Sanz,  a la cabeza, pero con figuras de todos los ámbitos nacionales e internacionales de la cultura como Fernando Aramburu, Antonio Colinas, César Antonio Molina, Vicente Molina Foix, Gabriel Morelli, entre un sinfín de personas y organizaciones, vienen reclamando persistentemente a nuestros poderes públicos (Ministerio de Cultura, Comunidad y Ayuntamiento de Madrid) que protejan Velintonia adecuadamente, con la categoría como BIC que por ley merece y que desgraciadamente (por incomprensibles intereses políticos) no le han otorgado. Se ha vulnerado por ello gravemente el Art. 46 de nuestra Constitución que dice que «los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran…». El proyecto es transformar Velintonia en lo que siempre fue: en la casa de la poesía, con una zona museística en el número 3 del chalé (de 630 m2 construidos, en tres plantas y una amplia parcela con jardín, incluido un cedro plantado en el mítico año 27) y distintos espacios para presentaciones, conferencias, seminarios, exposiciones, conciertos, etc. También proponen crear un gran centro de estudio y documentación de toda la poesía en lengua española del siglo XX. Hay quienes, malintencionadamente, lo he leído en algún medio, apuntan que la asociación busca notoriedad o algún cargo en la hipotética fundación. Es curioso, porque, su denuncia de las irregularidades y el desinterés por la casa les ha generado, por su imparcialidad, enemigos a un lado y otro del espectro político. Si así fuera, no estarían empeñados en que una administración pública salvara la casa, pues, como es sabido, cualquier responsabilidad pública debe salir a concurso público, aunque algunos también trampeen esas leyes. El único desvelo de la AAVA ha sido siempre la preservación de la casa y de su espíritu.  El próximo 19 de febrero finalizará la primera fase de esta ignominiosa subasta judicial, y decimos «primera fase» porque creemos que nadie va a pujar dado el alto precio de salida que han fijado los herederos solicitantes: 4.561.750 €. Pero la historia no acabará aquí, ya que el juez volverá a subastar el chalé en una cantidad no inferior a 3.193.225 €.  

Como bien saben, Velintonia es un símbolo de la poesía. No existe en Europa una casa de un poeta con semejantes connotaciones históricas. Por ello, hay también que hacer un llamamiento público, in extremis, a cualquier entidad o fundación cultural privada, para que estudie y valore la posibilidad de adquirirla y transformarla en lo que debe ser. En lo que fue: La Casa de la Poesía. Sé que hay iniciativas particulares y de fundaciones bancarias que lo están estudiando, y sería un bofetón sin manos a la ineficacia y miserabilismo de nuestras instituciones, todas, y de nuestra miope clase política. En 2027, como ya he dicho, conmemoraremos el centenario de la mítica Generación del 27 y Velintonia podría y debería ser el epicentro de todos los actos que se programen con tal motivo. Sin embargo, el desprecio que han manifestado nuestros gobernantes (de todo signo) por lo que es y representa Velintonia no da mucho margen a la esperanza. Ojalá, a pesar del poco margen que se tiene, reaccionaran. Es evidente que la política también está en el cortoplacismo de las redes sociales, de la foto, del selfie, pero más allá de esta enfermiza inmediatez, está el largo plazo de la historia que retrata, de una forma fija, implacable, la ineficacia, la incapacidad o la mala intención de sus personajes. Allá cada cual con como quiera ser retratado para la posteridad. No salvar Velintonia es un crimen que tiene nombre y apellidos de sus protagonistas, ojalá también de sus salvadores.