Según la Dirección General de Tráfico (DGT), durante los últimos días y coincidiendo con las vacaciones de Semana Santa se han producido en nuestro país alrededor de 15 millones de desplazamientos en coche. Hagamos un cálculo rápido de la factura medio ambiental de esa cifra de la DGT.

Pongamos una media de kilómetros recorridos por desplazamiento baja, de trescientos por vehículo. Y para seguir instalados en la moderación pongamos que la media de emisiones de CO2 (principal gas con efecto invernadero responsable del calentamiento global) de cada coche es de cien gramos por kilómetro. Un cálculo que, teniendo en cuenta la antigüedad de nuestro parque móvil, resulta más que moderado.

En todo caso en la mejor de las previsiones estaríamos hablando de un volumen de emisiones de CO2 de alrededor de 500 millones de toneladas, lo que es una auténtica barbaridad. No en vano el transporte representa casi el 80% del total de las emisiones asociadas al cambio climático y la contaminación atmosférica. Por eso resulta oportuno reflexionar un poco y atender a la posibilidad de planificar nuestro próximo viaje en un medio alternativo al coche.

La Agencia Europea de Medio Ambiente calculó hace un par de años las emisiones de CO2 por pasajero en el interior de la UE y en función del medio de transporte elegido. Los cálculos de las autoridades medioambientales comunitarias señalaron al avión como transporte más insostenible, con casi trescientos gramos de CO2 por pasajero.

El transporte representa casi el 80% del total de las emisiones asociadas al cambio climático y la contaminación atmosférica

En función de las emisiones, y de mayor a menor porcentaje, tras los viajeros que elijen viajar en transporte aéreo estarían los que lo hacen por carretera, con el coche como segundo medio más contaminante con 150 gramos. La moto reduciría esa cifra a menos de la mitad: 72 gramos de CO2 por kilómetro recorrido. Y el autocar, con una media de 40 pasajeros, dejaría la cifra de emisiones por pasajero en 25 gramos: seis veces menos que en coche particular.

Pero lo que sin lugar a dudas resulta más ecológico es viajar en tren. Con una media de menos de diez gramos de CO2 por pasajero el ferrocarril se sitúa como el medio de transporte con una menor huella de carbono por pasajero. Especialmente si lo comparamos con el avión.

Según los cálculos técnicos elaborados por RENFE, el ahorro estimado en toneladas de CO2 gracias a la transferencia de pasajeros del avión y el automóvil privado al AVE que cubre el trayecto Madrid-Zaragoza-Barcelona supera actualmente las 250.000 toneladas de CO2/año, cifra similar a las emisiones del consumo doméstico de electricidad en la ciudad de Zaragoza.

Más allá de las razones económicas, que en todos los caso resultan igualmente favorables al tren, si nos sentimos vinculados a la protección del entorno, el cuidado del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático, la próxima vez que planifiquemos un viaje deberíamos tener en cuenta las posibilidades que nos ofrece el tren: la manera de viajar más respetuosa con el planeta.