En un video que corre por las redes sociales y que los medios de información han reproducido ampliamente, dos yihadistas  jóvenes, con fondo de imágenes del atentado en las Ramblas de Barcelona, amenazan con continuar su campaña de terror en España.  Tras afirmar que vengarán “vuestra matanza. La que ahora estáis haciendo con el Estado Islámico”,  se refieren a los cristianos españoles para que no olviden la “sangre de los musulmanes,  derramada por la Inquisición española”.  

El llamado Santo Oficio persiguió cruelmente a personas de todo tipo de credos hasta los luteranos, aunque fue Isabel de Castilla la que consiguió la bula papal para instaurar la Inquisición.  En el caso de los de los musulmanes, fue especialmente sangrante su obligada conversión al cristianismo y su permanente desconfianza hacia los moriscos. Incluso, el mesurado sacerdote y filósofo Jaime Balmes, muerto en Vic en 1848, escribió que  los moros y  los moriscos fueron “una raza aborrecida; una raza a la que se había combatido por espacio de ochocientos años.”

Han pasado siglos  desde aquellos tiempos y la guerra de los yihadistas es, desde luego, una amenaza global. Da la impresión de que los bocazas del ISIS  han querido aprovechar el impacto de la acción terrorista en Barcelona y Cambrils barriendo para casa. Han mezclado slogans  cogidos por los pelos y rudos argumentos, más propios del lavado de cerebro de un grupo sectario. Y es que si de la Inquisición hablamos, estos profesionales del terror deberían repasar las cifras de las víctimas de sus atentados. En su mayoría musulmanes alineados en  radicales y controvertidas posiciones. Informes de expertos internacionales confirman que la cifra principal de los ataques se ha producido en países de mayoría musulmana. Los fines del ISIS están tan desdibujados como su ideología predominante. Van a hacer daño y, en  y en el camino, se han convertido en el Satánico Oficio.