Desde que tuvieron lugar los abominables atentados del pasado 17 de agosto en Cataluña, las muestras de solidaridad y de apoyo han ido aumentando de manera paralela al gilipollismo que enquista nuestro país. Supongo que es lo que Antonio Machado habría descrito de manera más lírica como las dos Españas, sin necesidad, aquí tampoco, de especificar cuál es la que nos helará el corazón.

El culmen del gilipollismo lo alcanzó en la tarde de este lunes alguien que se hace llamar periodista y que decidió abandonar la rueda de prensa cuando el jefe de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, contestó en catalán a una pregunta realizada en catalán. Una muestra de educación, la de Trapero, que debió molestar a los que carecen de ella y optaron por dejarse en evidencia.

Trapero, en una ironía del destino, acabó reaccionando al desaire con una frase que ya es historia de la viralidad: “Bueno, pues molt bé, pues adiós”. Una mezcla de catalán y español, como la rueda de prensa, que bastante escueta fue para alguien que lleva cuatro días maratonianos dirigiendo una operación antiterrorista y atendiendo puntualmente las exigencias de información de la sociedad contemporánea.

El jefe de los Mossos tomó la mejor de las decisiones. Los periodistas, en cambio, podían haber optado por la posibilidad más terrenal de seguir haciendo su trabajo. Porque muy malo tiene que ser quien te ha encargado la labor de cubrir una rueda de prensa de semejante triunvirato (también estaban el conseller de Interior y el de Justicia de la Generalitat) si no sabes ni una palabra de catalán. Ya no hablamos de ser un catedrático de la Reinaxença, pero entender lo mínimo para después transmitirlo es lo mínimo que se le exige a alguien que acuda a una rueda de prensa donde se van a hablar varios idiomas.

Pero la linde del gilipollismo, que a veces se acaba, pero el gilipollismo sigue, ya la había marcado días antes Jaime Mayor Oreja, quien aprovechó que el juicio Gürtel está en mes inhábil, por lo que tiene más tiempo libre, para reclamar que “los españoles merecían que les explicaran los atentados en español”. Quien fuera ministro de Interior no tenía nada mejor que aportar al debate, obviando los tiempos pasados cuando esa cartera, en aquel Gobierno, prefirió mentirnos sobre los atentados yihadistas del 11M. Eso sí, mentiras en la lengua de Cervantes.

Por cierto, hay muchos ciudadanos que señalan que cuando Mariano Rajoy se retrató en un plasma, los periodistas no se marcharon de la sala. De antemano se sabía el formato de aquella rueda de prensa y hubo muchos periodistas que, sin alharacas ni aspavientos, optaron por no cubrirla. Lo que es más fácil es dar plantón a los Mossos cuando es en una sala de prensa, y no una manifestación en la calle en la que se sobrepasan con los medios. Y nadie se largó de la comparecencia de Cristina Cifuentes (junto a un alcalde imputado, por cierto) en la que dijo que no iría a la manifestación de Barcelona porque nadie le había invitado. Un gesto narcisista de quien hace unos días se daba golpes en el pecho porque Manuela Carmena no había colgado una pancarta por Miguel Ángel Blanco. Pero claro, lo difícil es largarte de una rueda de prensa de quien reparte subvenciones y Trapero no tiene mano en el presupuesto.