En Tres truenos, la escritora argentina Marina Closs da voz mediante tres relatos a tres mujeres que se expresan de tres formas diferentes y representan, a su vez, tres formas de enfrentarse a la sexualidad.

En “Cuñataí o de la virginidad”, primer relato de Tres truenos, Marina Closs da voz a la joven Vera Pepa, una joven mbyá guaraní que cuenta en primera persona acerca de la maldición de haber dado a luz gemelos: según la tradición local, una prueba irrefutable de adulterio (dos hijos, dos padres). Tras el parto, convalecerá en casa de su cuñada mientras observa desde la distancia del tiempo, con profunda añoranza, una vida pasada que era más simple, cuando vivía en la infancia y era todavía virgen.

En “Demut o de la paciencia”, Closs construye un relato de épica, pero desde lo íntimo: Demut es una joven alemana que llega a Misiones desde Europa a comienzos del siglo XX. Huye del hambre y la miseria centroeuropea, pero también de los problemas que provoca la relación incestuosa que mantiene con su hermano y con quien llega al noreste de Argentina en busca de una nueva vida.

Y, finalmente, en “Arana o del amor verdadero”, quien habla es Ariana, una estudiante de arte quien gracias a su trabajo posee una independencia que permite que pueda afrontar la vida desde cierta autosuficiencia y relatar, desde ese lugar, su descubrimiento de la sexualidad a la par que entender, desde la experimentación de la vida, la inestabilidad de las relaciones emocionales mientras ansia encontrar a su amor verdadero.

Cada relato de Tres truenos funciona por sí mismo, de manera independiente al resto y sin una conexión directa. Y, sin embargo, y a pesar de los diferentes estilos literarios y voces de cada uno de ellos, crean una voz más amplia en su conjunción. Cada protagonista tiene asignada una cualidad que, de forma recurrente e histórica, suele relacionarse con una forma de virtud femenina. Así, la virginidad, la paciencia y la búsqueda del amor verdadero, son las ideas/temas que vertebran estos relatos, cada uno el suyo. De este modo, Vera Pepa, Demut y Ariana, son tres mujeres diferentes, en tres espacios y tres tiempos distintos, con sus propias formas de expresión y herramientas lingüísticas, pero que, en su unión, podemos ver una figura más amplia y completa.

Closs otorga a Vera Pepa, Demut y Ariana voz en primera persona, con un tono testimonial y con un ritmo muy preciso para cada relato, respetando la veracidad lingüística con la que cada una de ellas debería expresarse en su contexto particular. Son voces que hablan, dicen e, incluso, tosen para manifestar su dolor, desarraigo o confusión, pero nunca callan. Sea mediante el relato exterior o la escritura en un diario, estas tres mujeres rompen el silencio y se expresan, con sus dudas y miedos, con sus certezas y su ambigüedad, pero tienen palabra y se elevan por encima de lo que se espera de ellas. La oralidad, en los dos primeros relatos, toma forma de expresión literaria; en el tercero, la expresión interior, íntima, más literaria, adquiere las maneras de la oralidad. Closs cuida y controla a la perfección el ritmo narrativo para que cada uno de los relatos impongan una lectura muy particular, con una candencia que establecen las tres protagonistas con su lenguaje. Son ellas quienes quieren hacerse escuchar o leer, y, por tanto, son ellas quienes toman el control de su narración.

Tres truenos nos asoma a tres vidas: una trágica, la de una mujer que añora su virginidad tras haber sido entregada a un hombre para un matrimonio que no quería y que deviene en violación y, debido a los gemelos que da a luz, a la vergüenza social debido a la tradición; otra de integración en un entorno nuevo en el que Demut se asoma a la otredad a la par que encuentra su lugar y aprende cuál es su lugar en el mundo y con quien quiere estar; y, finalmente, una vida que se mueve en los contornos de cierta comicidad cuando Ariana se asoma a su vida entre la representación -trabaja en un teatro- y la realidad -donde busca ese idea del “amor verdadero”- moviéndose entre relaciones que ponen de relieve que una cosa es lo que se desea y otra lo que se encuentra en la vida. Tres mujeres y una relación con la sexualidad propia, íntima, personal e intransferible que cada una de ellas expresa a su modo, con su propio lenguaje; es decir, con su propia manera de relacionarse con el mundo y transmitir a este lo que siente. Así, Closs otorga de voz propia a sus protagonistas para poner de relieve la importancia del lenguaje, de la manera de expresarse y, sobre todo, la de poder hacerlo para ser escuchadas de la manera en la que ellas necesitan ser escuchadas más allá de cualquier idea de universalidad: cada experiencia, cada vida, puede apelar a máximas generales, pero en última instancia las experiencias personales se imponen, aunque a través de ellas se puedan alcanzar expresiones y miradas mucho más amplias.