La imagen se viralizó en redes sociales hace un par de semanas, a raíz de la muerte del artista de voz y letras hondas. Beatriz Pécker entrevistó a Leonard Cohen en 1988 en TVE, en el programa Música Golfa. ¿Cuadraría en nuestra parrilla televisiva actual un programa como aquel?

“Quizá a un gran nombre de la música como ese le darían un par de minutos en algún telediario, pero en la televisión de ahora hay mucho espacio para determinados formatos, copiados unos de otros e importados de fuera, y apenas nada para importantes personajes de la cultura. Supongo que por eso van todos a El Hormiguero”, reflexiona Pécker. Música Golfa era un espacio que se emitía en la madrugada del domingo y combinaba extensas conversaciones con artistas y actuaciones en directo. “En este programa y en Rockopop, que presenté posteriormente, entrevistamos a figuras internacionales de la música como Eric Clapton, Nirvana,  U2, Paul McCartney o Chrissie Hynde”.

En esa factoría de formatos clónicos que hoy coloniza la pequeña pantalla sí se estilan -y a granel- los talent show para vocalistas: La Voz, Tu cara me suena o el pionero, Operación Triunfo, que recientemente se dio un baño de masas con más de cuatro millones de espectadores en su concierto de antiguos participantes. “Son programas, creo, que poco tienen que ver con la música, su éxito se explica por motivos ajenos a ella. Se alejan del concepto de, por ejemplo, los concursos de bandas que hacíamos antaño en la radio, como en el programa Don Domingo, donde se presentaron Duncan Dhu o Presuntos Implicados”.

Sobrevive la radio musical

La radio española actual sí le concede aún algo de cancha al pentagrama, incluso con emisoras casi monográficas, como Cadena 100, Radio Olé, Kiss FM, los 40 Principales y, por supuesto, Radio Clásica y Radio 3, que hasta nos la sirven en directo. Han perdido, eso sí, fuelle en los tiempos recientes. Los 40 Principales, tradicionalmente reyes de esta selva, perdieron tres millones de oyentes en pocos años, y si experimentaron un repunte en la entrega de 2015 del EGM, fue por el éxito del magazine de Dani Mateo, yu, No te pierdas nada.

Con todo, los canales de televisión, frente a las radios, que a veces incluso han probado suerte exportando su marca a la pequeña pantalla (como los 40 Principales TV, que ya prácticamente solo programa videoclips en bucle), llevan años “ignorando una escena musical que, por ejemplo, llena los festivales que se celebran en nuestro país, y que en Radio 3 hemos apoyado desde el principio de los tiempos”, señala Virginia Díaz, directora del programa 180 grados de Radio 3 y presentadora de Cachitos de Hierro y Cromo, uno de los pocos ejemplares de la especie televisiva musical en extinción, y que ha llegado a sobrepasar los 900.000 espectadores, teniendo como fuerte, según su director, Jero Rodríguez, el “poder evocador de la música. Esta debe de ser uno de los activadores más potentes de la memoria y todos nos sentimos identificados con aquellas canciones que nos hablaban, y nos hablan, de tú a tú. También, nos suelen decir, hay un elemento importante de nostalgia”.

Sin espacio para experimentar

Actuaciones en directo y presentadores envueltos en humo en los programas de televisión de los ochenta, cuando llegaron a simultanearse 18 espacios musicales en TVE, entre ellos Aplauso, La Edad de Oro o Jazz entre amigos. Algunos persistieron hasta los noventa y se han emulado en formatos posteriores como Séptimo de Caballería, con Miguel Bosé a la batuta, o el más reciente Un lugar llamado mundo, iniciativa de Toni Garrido. Pero en los noventa, en general, los videoclips sustituyeron aquellas dinámicas, y hoy, la tele se ha ido con la música a otra parte. “En los setenta y ochenta había mucho más espacio para el caos y lo inesperado, porque las leyes del mercado aquí no estaban trazadas”, valora Kiko Amat, periodista y DJ, y autor de obras como Mil violines (y otras crónicas sobre pop y humanos). “Cosas completamente marcianas, o nihilistas, o directamente peligrosas, podían colarse en programas mayoritarios de una forma imposible de imaginar hoy. Decibelios o Eskorbuto aparecieron en TVE cantando mensajes de destrucción y anarquía. Es como si el PP hubiese cortésmente cedido espacio electoral a HB, una cosa de locos. Supongo que los productores de la época estaban tan en la inopia que pensaban que eso era lo que enrollaba a la juventud. Al igual que sucede con el capitalismo, la televisión ha ido refinando su perfidia. Estos maravillosos errores de juicio no volverán a suceder”.

La música se aferra hoy a espacios como los que va a estrenando Buenafuente o a algunos matinales, aunque en forma de actuaciones esporádicas y orquesta ambiental. O, como mucho, a los canales públicos, que ofrecen emisiones musicales en directo como Los conciertos de Radio 3, el festival Heineken Jazzaldia, Eurovisión o el Concierto de Año Nuevo. “En TVE, y más en otras cadenas generalistas, a excepción de CR3, se suele concebir la música como un aderezo, como un complemento dentro de una trama más general donde lo importante es otra cosa: un concurso, un talent-show, un fondo musical... Se debería recuperar la importancia televisiva de la música como un valor cultural per se”, reclama Jero Rodríguez.

Hay quien ensalza el talento divulgativo de Ramón Gener como clave para que su programa This is Opera, hoy fuera de antena, se convirtiera en un hit, acumulando nominaciones en los Rocky Awards en el Festival BANFF o el Festival IDFA, y como en su día lo fue El Conciertazo, también dedicado a la música culta y dirigido por Fernando Argenta, que ya había hecho historia con Clásicos Populares. “No me gusta mucho esa palabra, divulgación”, lamenta Gener, que acaba de publicar El amor te hará inmortal. “Este fue un proyecto muy grande, hecho por tres empresas grandes, y todo costó mucho. No hay recetas mágicas, pero supongo que el interés se debió al entusiasmo al compartir una pasión”.

El `streaming´, responsable del destierro

Un valor añadido, ese entusiasmo y esa dotación de contexto al sonido puro y duro, que podrían ser la tabla de salvación para una televisión realmente sonora, que halla en el streaming su rival fundamental.

Según el Informe Nielsen de 2015, un 75% de los consumidores acceden a la música en plataformas como Youtube, Spotify o Apple Music, que tienen 30 millones de tracks en sus discotecas. Estas “han ocupado el vacío de la televisión musical guay”, mantiene Amat. “En los ochenta, los programas musicales cumplían la misión de descubrir a músicos. Incluso periodistas especializados de Radio 3 conocieron con ellos a artistas como Cindy Lauper. Viajábamos a Estados Unidos y nos traíamos información y videoclips. Y en gran medida, la Movida le debe su repercusión a la importancia y la promoción que le concedieron los medios, y periodistas como Paloma Chamorro o Jesús Ordovás”. ¿No podemos, esta vez, echarle la culpa al dinero? Tarifas SGAE aparte, la producción de un programa musical puede costar varias decenas de miles de euros. Jero Rodríguez confirma que “es caro” hacerlos, “pero no más que otros programas culturales o de ámbito social cuya emisión no se cuestiona porque son espacios de servicio público.