Desde hace muchos años, pero muy especialmente en estos últimos tiempos, la información política en nuestro país se centra de forma casi exclusiva en los enfrentamientos entre los diversos partidos. Y, sin embargo, pese a esa imagen que algunos medios potencian de forma interesada, se sigue trabajando, se sigue gestionando y el país continúa avanzando.
Los números macro, los que describen sin demasiados matices la marcha del país, nunca habían sido tan positivos como desde que en España gobiernan las fuerzas progresistas. Hemos avanzado tres puestos entre los países más ricos del mundo, del 15 al 12, pasando por delante de Australia y Corea del Sur y hemos conseguido sobrepasar a Japón, la cuarta economía mundial, en PIB per cápita, algo impensable hace diez o veinte años. Pero los grandes números se pintan con brocha gorda y cuesta que esos trazos dibujen un cuadro inteligible para buena parte de la ciudadanía.
Una de las funciones esenciales de quienes entendemos la política como un servicio es, justo por detrás de la gestión, hacer partícipe a la población de nuestro trabajo, que no deja de ser un mandato de los ciudadanos, sean o no nuestros votantes. Y nada mejor para entender nuestra labor, que entrar al detalle de la misma.
Soy senador por la provincia de Tarragona y primer secretario del PSC en Terres de l’Ebre. Desgraciadamente, estos días habrán oído hablar de nuestras comarcas por el grave incendio forestal que ha padecido. Las cuatro comarcas que componen el territorio son las que están situadas más al sur de Cataluña. Y el sur siempre es el sur, incluso en una comunidad autónoma del norte. Pero en estos últimos años, muy especialmente desde la llegada de Salvador Illa al Govern catalán, el sur parece haber subido unos grados de latitud.
El mes pasado tuvimos la gran noticia de que el Gobierno español había escogido la población ebrenca de Móra la Nova, como única candidata española a albergar una de las cinco gigafactorías de inteligencia artificial que va a construir la Unión Europea. Una población del sur de Cataluña de apenas 3.000 habitantes, candidata a ser sede de uno de los proyectos más importantes para el futuro de Europa. Algo, mucho diría yo, está cambiando en nuestro país.
Hace ocho o diez años, cuando las empresas se marchaban de Cataluña, hubiera sido impensable que el estado y la UE se pudieran siquiera plantear una inversión de semejante magnitud en un territorio como el nuestro. Este es el resultado de hacer política de verdad. De anteponer la colaboración y la lealtad institucional al enfrentismo y de dar prioridad al crecimiento compartido y descentralizado.
La gigafactoría de IA no llegará, en el caso de que seamos elegidos como sede por la UE, por un golpe de buena suerte, sino porque se han facilitado las condiciones necesarias para que una zona rural, que estaba amenazada por el próximo cierre de sus tres reactores nucleares, fueran las idóneas para atraer empresas de alto valor. Hemos trabajado en proporcionar una red eléctrica potente y fiable, basada en las energías renovables y a un precio sin competencia en el resto de Europa.
Junto a la gigafactoría de IA hay otros proyectos ya iniciados que vienen a reforzar la candidatura, como la próxima construcción de una central hidroeléctrica reversible con una potencia similar a la de los tres reactores nucleares que hay en la actualidad o la instalación de una gran fábrica de baterías para vehículos eléctricos. Por no hablar de lo mucho que se ha avanzado desde la llegada del Gobierno progresista en las infraestructuras y, muy especialmente, en la construcción del Corredor del Mediterráneo. Después de décadas de injustificadas demoras, dentro de dos años pasajeros y mercancías podrán viajar, los primeros en alta velocidad, desde Almería hasta la frontera con Francia, pasando por nuestras comarcas. Según los expertos, el Corredor del Mediterráneo hará crecer la economía española un 2%.
Estas pinceladas que les acabo de mostrar de un lugar concreto, que hasta no hace mucho parecía condenado al olvido, se repiten por todo el territorio español. Son estas pequeñas cosas, que diría Serrat, las que están haciendo posible que España crezca muy por encima del resto de los países europeos. Las que han conseguido mejorar exponencialmente las condiciones laborales y sociales de nuestro país. Es una política real basada en la planificación a largo plazo y en la buena gestión. Cosas que corren el peligro de perderse, si permitimos que el politiqueo acabe venciendo a la política.
Manel de la Vega. Senador y primer secretario del PSC en Terres de l’Ebre.