Groucho Marx estaría encantado. Él dijo aquello de “paren el mundo, que me bajo”, y ahora podría mudarse a otro. Imagínense. Algunos creían que estábamos solos en el universo, y parece que, al menos, hay siete tierras como la nuestra, con sus habitantes y todo. Así lo ha anunciado la NASA esta tarde. Han detectado, en la Vía Láctea, siete planetas en torno a la estrella TRAPPIST-1, que podrían tener agua en la superficie. Seis de ellos tienen un tamaño similar al de nuestro planeta y Venus, y una composición también muy parecida, probablemente rocosa.

Misma cantidad de luz que nosotros

Así que hemos pasado de 0 a 7 de una sentada. Siete exoplanetas o ‘Tierras genelas’. Michael Gillon, astrónomo de la Universidad de Lieja (Bélgica) y primer autor del estudio que se ha publicado este miércoles en Nature, explica que TRAPPIST-1 es una enana roja, una estrella diez veces más pequeña que el Sol, y un poco mayor que Júpiter, de color asalmonado y que se encuentra a 40 años luz de distancia, en la Constelación de Acuario. Sobrevivirá, indica, miles de millones de años a la muerte del Sol. En su honor, se han bautizado los planetas como TRAPPIST-1b, c, d, f, g y h, de más cerca a más lejos de la estrella. Además, según los cálculos que han realizado, parece que los planetas c, d y f reciben una cantidad de calor de su estrella comparable a la que reciben Venus, Tierra y Marte, respectivamente.

Agua y atmósfera, claves para la vida

Los siete planetas podrían albergar agua en superficie.  Los más interiores, b, c y d, son probablemente demasiado calientes, y el último de ellos, h, parece estar demasiado lejos como para que el agua no esté congelada, salvo que tenga fuentes alternativas de calor, como la actividad geológica. Pero en los planetas e, f y g, el agua podría estar líquida, y podría haber vida en ellos. Pero falta lo más interesante desde el punto de vista de recibir visitas a lo ET: en cuanto se analicen las atmósferas de estos espacios, se sabrá si efectivamente podrían albergar una huella de gases de dióxido de carbono o metano, oxígeno y vapor de agua, que se considera como una prueba muy sólida de la presencia de vida en un planeta.

Apiñados

Por otro lado, ha llamado la atención de los científicos lo apiñados que están estos planetas entre sí, y cerca de su estrella, posiblemente por un tirón gravitacional que provcaría fuerzas de marea capaces de generar actividad volcánica en algunos de ellos. Este descubrimiento se ha realizado gracias a la observación de múltiples telescopios terrestres, principalmente el TRAPPIST-Sur, del Observatorio Europeo Austral (en Chile), al Very Large Telescope (VLT) y al Spitzer, de la NASA. El método empleado para la detección ha consistido en analizar las variaciones de luz de la estrella para tratar de detectar el paso de planetas, lo que se conoce como tránsitos. Así, alguien puede taparnos la luz de una lámpara si se pone delante de ella, o en un cine se puede tapar la imagen tapando el proyector, un planeta puede ensombrecer la luz que nos llega de una estrella cada vez que pasa. Se calcula que, por cada planeta que se detecta cuando transita frente a su estrella, hay una multitud de otros cuerpos similares (entre 20 y 100 veces más) que permanecen inobservables porque desde la perspectiva terrestre no cruzan por delante del astro.