El Congreso de los Diputados aprueba este miércoles la prórroga hasta el 12 de abril del estado de alarma, una situación excepcional que prevé la Constitución para afrontar la pandemia de la COVID-19 que sufre nuestro país, y se salda ya con más de 2.700 fallecidos y cerca de 40.000 contagiados. Hablamos con Lucila Andrés Díez, psicóloga clínica, y Rubén Pérez Pérez, psicólogo sanitario, ambos de la Unidad de Psicología de la Clínica de Luria Psicología.

¿Qué estrategias podemos seguir para evitar la ansiedad de estar en casa tanto tiempo? Antes de responder es importante destacar que, en esta pandemia, después del número tan elevado de fallecimientos, del impacto en la salud y de la inminente catástrofe económica, uno de los elementos importantes a considerar por su impacto en la vida de las personas es el confinamiento que se obliga a llevar a cabo con el fin de parar los contagios. Este confinamiento, que nos lleva a reducir nuestro contacto social, actividades, ritmos y rutinas, implica desarrollar nuevas formas de comportamiento que nos permitan adaptarnos a la situación actual. Para conseguir esta adaptación es importante poner en valor todas aquellas actuaciones que estamos llevando a cabo. Quedarnos en casa, renunciar al contacto social, decir “no” a nuestros hijos cuando quieren salir a la calle, respetar la cuarentena, aislarnos cuando comenzamos a tener síntomas… Todas son acciones duras, difíciles y que conllevan una gran carga para cada uno de nosotros. Ser muy conscientes del motivo que justifica nuestras acciones, darles valor y recordar que con ello estamos actuando en base a un objetivo mayor nos capacita a sobreponernos a las dificultades existentes. Una vez hecho esto, tenemos que aprender a vivir en casa, lo que incorpora redefinir qué significa estar en casa.

El concepto estar en casa… Suele asociarse a descanso, desconexión, relajación... Pero, actualmente, nuestra casa pasa a ser nuestro lugar de trabajo, nuestro lugar de estudio, el nuevo colegio o incluso el nuevo gimnasio. Por ello, es importante que modifiquemos nuestra forma de estar en casa para prevenir posibles síntomas de ansiedad. Es muy atrevido intentar dar una receta universal, pero sí podemos hablar de ciertas pautas saludables que pueden ayudarnos: organizar el tiempo, mantener las rutinas y hábitos cotidianos de comida, distracción, ejercicio, trabajo o actividad productiva y creativa; parcelar las actividades, en la medida de lo posible habilitar espacios del hogar individualizados, generar un pequeño espacio de trabajo y solo utilizarlo durante el horario de trabajo, porque es interesante que conservemos nuestra habitación como lugar de descanso y no como el nuevo lugar donde realizar todo tipo de actividades; fomentar espacios de intimidad, porque aunque convivamos juntos las 24 horas del día debemos salvaguardar tiempos y lugares privados, cada una de las personas del hogar debe seguir su ritmo de actividad y respetar los tiempos de actividad del otro; realizar quedadas en el propio hogar para compartir una película, una serie o un juego de mesa es una adecuada iniciativa; establecer actividades variadas, gran parte de nuestras conversaciones están marcadas por el COVID-19 pero es importante hablar e interactuar a través de otras actividades; es un buen momento para hacer cosas pendientes o recuperar ciertos hobbies quizá algo olvidados por la vorágine del ritmo diario; reservar un tiempo para la comunicación: aprovechando que con la tecnología podemos comunicarnos con aquellas personas que no podemos ver, dedicar un tiempo al día para la comunicación con el exterior es una buena manera de seguir en contacto.

El hecho de recibir a diario noticias tan duras como las que vemos en la prensa y redes sociales, ¿puede afectarnos psicológicamente? Sin duda es positivo estar informado y, sobre todo, bien informado. Y para ello creemos importante conseguir tres objetivos: limitar nuestro consumo de información, actualmente vivimos una constante exposición a noticias e informaciones y debemos cuidarnos en este sentido, sabiendo parar y disfrutar de otro tipo de comunicación y contenido; el segundo tiene que ver con saber filtrar la información, buscar medios veraces e información contrastada, no difundir ni promulgar el envío y la transmisión de bulos o información sin contrastar, para lo que es importante no dejarnos llevar por alarmismos ni por dramatismos repetitivos; en tercer lugar, empaparse también de aquellas noticias positivas como son las muestras de ayuda y solidaridad que vemos cada día. Respecto a si nos pueden afectar psicológicamente, todos podemos vernos afectados por esta hiperconexión, pero es cierto que aquellas personas que durante esta crisis sanitaria han perdido a familiares, personas que vivan solas y estén en condiciones de mayor aislamiento o, aquellas personas con patologías ansiosas o depresivas, pueden verse afectadas de manera más significativa.

Se va a aumentar el plazo del Estado de Alarma. Incluso aunque la famosa curva mejore la situación, ¿vamos a estar más irritables en los próximos días? La realidad es que los efectos psicológicos derivados del confinamiento dependerán en gran medida de variables personales, recursos materiales y personales, la existencia o no de un grupo social de apoyo, la vivencia tanto propia como de personas cercanas con el COVID-19 junto a un largo etcétera. No obstante, uno de los pilares de la salud mental es el contacto social adecuado, con lo cual es esperable que el confinamiento produzca efectos sobre la población psiquiátrica pero es complejo estimar cómo serán los mismos. Aun con ello, no podemos obviar que a lo largo de este proceso aparecerán en nosotros preocupaciones, sensaciones de miedo o frustración, que no tienen por qué significar patología sino que debemos verlas como respuestas normales ante una situación de anormalidad. Ante ello, debemos abrirnos a convivir con la incertidumbre y la tensión propia de un Estado de Alarma e intentar llevar a cabo pautas adecuadas que nos permitan conseguir una adecuada estabilidad: organización de horarios, contacto con personas importantes, buen uso de la comunicación e información, rutinas de ocio y deporte.

En China aumentó el número de divorcios durante el confinamiento. ¿Las relaciones en casa pueden ser fuente de tensión estos días? Sin duda, el confinamiento trae consigo, por definición, una remodelación de las relaciones familiares, entre las que se encuentran las conyugales. Es cierto que el confinamiento en casa reduce nuestras posibilidades de desconexión, por ejemplo, saliendo a dar una vuelta, haciendo deporte en la calle, viendo a otras personas, pasando una tarde de ocio… Todo ello implica que los estados emocionales producidos ante discusiones, tensiones o dificultades familiares se mantengan en el tiempo. Una forma óptima de proceder es respetar los espacios de intimidad y privacidad. Si bien convivimos bajo el mismo techo, es lógico mantener cierto distanciamiento físico y respetar los espacios personales, aunque estos no sean demandados. Es tarea de todos y cada uno de nosotros fomentar espacios de intimidad y, sin duda, respetar los que tenga el otro. Aun con ello, la psicología aboga por utilizar el momento presente para fomentar el conocimiento propio y ajeno, uniéndonos ante la adversidad y generar espacios de reconciliación y acuerdo.

También el teletrabajo, para aquellas personas que no están acostumbradas a trabajar en casa, puede representar un gran cambio. El teletrabajo trae consigo grandes ventajas, por ejemplo nos permite seguir generando actividad, mantener servicios básicos necesarios para la economía del país o mantener nuestro propio ritmo laboral cuando las circunstancias no nos permiten desplazarnos. Pero, efectivamente, trae consigo también una serie de complicaciones. Antes comentábamos que debíamos cambiar el significado de estar en casa y este es un muy buen ejemplo de ello: ponernos un horario fijo, así como un lugar de trabajo estable, intentar que este horario de trabajo sea el mismo que en nuestra oficina e incluir pausas para la comida o el descanso nos ayudarán a gestionar de manera adecuada nuestro trabajo y reducir el número de distracciones; establecer una hora de inicio y una hora de fin del trabajo, es cierto que seguimos en casa, donde justamente es ahora nuestro lugar de trabajo, pero debemos limitar las actividades, aunque estas se realicen bajo el mismo techo; apoyarnos en recursos como una agenda o un bloc de notas nos ayudará en este proceso, y al iniciar la jornada laboral utilizar los primeros 10-15 minutos para organizar el día, las actividades pendientes y aquellos objetivos que desarrollar; a medida que se realizan las tareas ir eliminándolas de la agenda, tachándolas o borrándolas, es una buena forma de ir dándonos feedback de nuestro propio trabajo, y al finalizar la jornada anotar aquellas actividades pendientes para retomarlas el próximo día, como recursos que mejorarán la productividad y rendimiento.

¿Cómo actuar respecto a los niños, que van a pasar tanto tiempo en casa? Efectivamente uno de los colectivos más afectados por el confinamiento son los niños, no solo ya por estar encerrados en casa y no poder salir a la calle sino porque tienen una gran carencia: la ausencia del colegio. Para los niños, el colegio y todo lo que el colegio significa para ellos (contacto con sus amigos, relación con sus profesores, la propia rutina que establece el sistema escolar, actividad física, actividad intelectual y creativa…) son elementos esenciales en su adecuado desarrollo y socialización. Por ello, es importante mantener horarios y organizar el trabajo del colegio, apoyándonos en las propias indicaciones que desde los centros escolares se están realizado. Darles apoyo y guía en los momentos iniciales. Si antes hablábamos que el teletrabajo genera en nosotros mayores situaciones de desconcentración, el telecolegio también genera en los más pequeños dificultades para mantener la atención. Además de ello, tenemos que intentar realizar horarios de actividades de ocio, fomentar juegos de mesa, manualidad que ayuden a fomentar su creatividad y responder a su necesidad de actividad social e interactiva. Respecto a cómo hablar del Estado de Alerta con ellos, dependerá mucho de sus edades ya que la comprensión de lo que está ocurriendo está muy mediada por su propio desarrollo, pero es esencial que recordemos que los niños por encima del contenido que yo les estoy transmitiendo responden al modelo que los adultos les están dando. Si hablamos con ellos desde el alarmismo, la angustia o el miedo ellos responderán de la misma forma si en cambio, tratamos este tema desde la responsabilidad, el buen criterio y la calma los niños serán reflejo de ello. Especial atención tenemos que tener con los niños más mayores o adolescentes ya que es propio de esta edad considerarse inmune a todo y por tanto responderán con mayor rechazo a quedarse en casa, tomar las medidas de higiene y solo querrán estar en contacto con sus amigos. Mucha calma ante esta situación, mantener el criterio de limpieza e imposibilidad de salida, pero a la vez, organizar y disponer horarios amplios para que los adolescentes puedan comunicarse con sus amigos en espacios donde se les garantice su intimidad.

¿Puede esta crisis sanitaria desembocar en mayor desigualdad social? La pandemia no solo es una tragedia humana por el número de muertes y el colapso sanitario, si no que además produce un significativo descenso y una quiebra de la economía a nivel mundial, no solo ya por el propio descenso a niveles de productividad sino por el efecto del propio miedo. Antes decíamos que el miedo es una respuesta normal ante una situación anormal como la que estamos viviendo. El miedo es capaz de paralizar tanto a las personas, a la sociedad y a la economía. Bloqueos a nivel comercial, inversiones, transacciones, son respuestas propias ante una situación crítica como la nuestra y seguramente esto repercuta tanto a corto como a medio y largo plazo en los sistemas económicos. Y, así como el virus no respeta raza ni clase social, por la historia sabemos que los efectos de las grandes catástrofes, como también ocurre con el hambre, afectan en general a todos sin importar su poder adquisitivo.

¿Cómo valorar la metáfora de lenguaje bélico que se está utilizando en ciertas áreas? El lenguaje bélico y la salud siempre han estado muy unidos, tenemos infinidad de ejemplos en nuestro lenguaje cotidiano: invasión viral, aumento o bajada de defensas, tumor invasivo, lucha y victoria contra el cáncer, guerra contra el hambre, etc. Esto es así ya que son términos conocidos por todos y capaces de promover la motivación a la hora de realizar acciones que implican sufrimiento y participación común. De hecho, en el momento actual, no solo escuchamos el lenguaje bélico para hablar del avance del virus sino también para hablar de las medidas a tomar. Ejemplo de ello es cuando se utiliza terminología como ‘guerra’ contra el virus, necesidad de ‘disciplina’ a la hora de seguir las instrucciones o ‘sacrificio’ para seguir las pautas de confinamiento. No podemos obviar que el COVID-19 se presenta y es un enemigo nuevo, desconocido y con gran virulencia, hasta que no haya vacuna no se le conoce ni se le puede vencer.