La emergencia sanitaria por el Covid-19 y la posible existencia de una Nueva Normalidad ha impulsado que nos cuestionemos con qué modelos económicos queremos convivir y que estilo de vida queremos desarrollar para poder afrontar posibles futuras crisis, ya sean sanitarias, climáticas, energéticas, alimentarias o tecnológicas.

Esta es la oportunidad que ha aprovechado el Foro NESI de Nueva Economía e Innovación Social para lanzar la inicitiva 'Plan A, Economía para la Vida'. Esta iniciativa se presentó el pasado 7 de mayo con el apoyo inicial de más de un centenar de líderes empresariales y sociales, y 50 organizaciones y tan solo en la primera semana ya habían conseguido 4.000 firmas. Al respecto, entrevistamos a Diego Isabel, precursor del Plan A, sobre la importancia de esta reflexión en el contexto económico actual. Pero, sobre todo, de la necesidad de entrar en acción.

El COVID-19 ha sido clave para lanzarse al Plan A, pero ¿de qué necesidad social y/o global surge reivindicar un Plan A?

‘Plan A, Economía para la Vida’ surge desde la sociedad civil tras el impacto sanitario, social y económico provocado por el COVID-19, que nos invita a todos a que repensemos el modelo de sociedad que queremos. El punto de partida es el Compromiso por una Economía para la Vida, que se compromete a trabajar en cinco pilares: una economía con sentido, local y resiliente, una economía que reinvente el trabajo, que sea solidaria y colaborativa e impulse una economía circular y regenerativa.

¿Es una reivindicación que debería haber llegado antes?

En cuanto a si Plan A tendría que haber llegado antes, sin duda. Desde el Foro NESI llevamos trabajando desde 2017 para co-crear una nueva economía más sostenible, justa, democrática y centrada en las personas. En 2017 y 2019 celebramos en Málaga el NESI Global Forum y desde entonces venimos impulsando la creación de propuestas concretas para transformar la economía. El problema es que en los medios gusta más el tertuliano “combativo” que el “propositivo”.

¿Qué creéis que motiva a empresas y otras entidades participar en el Plan A, más allá de los valores compartidos?

Esta iniciativa está abierta a todas aquellas personas, empresas y organizaciones que quieran impulsar un cambio de modelo económico y social que fomente el desarrollo sostenible y la reducción de las desigualdades.

La propuesta defiende un nuevo modelo económico transformador, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, que priorice el servicio a las personas y el planeta. La buena noticia es que ya hay muchas empresas y organizaciones que están trabajando en la Agenda 2030, del mismo modo que hay cada vez más ciudadanos concienciados con la sostenibilidad.

Esta propuesta, ¿es una cuestión de las eternas dicotomías como capitalismo y comunismo?

Como sociedad tenemos que superar las dicotomías. Entre el blanco y el negro hay muchos grises. Capitalismo y comunismo son modelos que han demostrado empíricamente, allá donde se han aplicado, que no son perfectos. Más de 820 millones de personas siguen pasando hambre en el mundo, según la FAO, el cambio climático se ha acelerado y los científicos llevan tiempo alertando que tenemos que acelerar la transición hacia una descarbonización de la economía.

En el año 2020 creo que ha llegado la hora de unirnos como sociedad y crear nuevos modelos a la altura de los retos del siglo XXI.

Por eso desde Plan A queremos poner el foco en las personas, el bien común y en no dejar atrás a tanta gente. Queremos hacer las cosas de manera diferente para poder alcanzar resultados distintos.

¿Cómo le explicas a alguien que no conoce conceptos como economía circular o impacto positivo la importancia del Plan A?

Las personas son mucho más inteligentes de lo que los políticos creen, lo que ocurre es que también es fácil engañarnos en épocas de crisis cuando las emociones están a flor de piel. Todo el mundo reconoce que estamos destruyendo el planeta y que las vidas de nuestros nietos serán más difíciles por nuestra culpa. Todo el mundo reconoce que las desigualdades y la brecha entre ricos y pobres se incrementa a la vez que se destruye la clase media. El reto es explicarles que ya tenemos las soluciones. La economía circular aprende de la naturaleza, en dónde no existe el concepto de resido porque todo es reutilizado para un nuevo fin. Es tan sencillo como recordar como hacían las cosas nuestras abuelas; si se rompía un pantalón, se remendaba. Eso es la economía circular, aplicar el sentido común al consumo individual y también a los procesos industriales. Sobre el impacto positivo invito a reflexionar sobre esta pregunta. Ahora que se van a movilizar miles de millones públicos – es decir, de la ciudadanía – para apoyar y salvar empresas ¿qué empresas salvarías tú? ¿Aquellas que generan empleo de calidad y respetan el medio ambiente o aquellas que generan ingentes beneficios a costa de trabajo precario y destrucción de ecosistemas? En la respuesta está la explicación de una economía basada en el impacto positivo.

¿Qué podemos hacer desde casa para formar parte del Plan A, aparte de unirnos a la reivindicación?

Como indicas, además de firmar Plan A, como ciudadanos podemos contribuir a impulsar una economía que fomente el consumo en el pequeño comercio, que muchas veces cuentan con productos agroecológicos o de productores de cercanía, con lo que contribuiremos a la economía local. También podemos buscar productos que estén pensados desde la economía circular y que no generen residuos, apostar por iniciativas de emprendimiento social tanto a nivel de alimentación, como de consumo, ya sea energía verde, finanzas, moda o construcción sostenible. 

En definitiva, como se recogía en el estudio “Otro consumo para un futuro mejor” que presentamos hace un año junto a la OCU, el primer paso de una economía circular es no consumir aquello que no necesitamos, que se puede resumir en “consumir menos y mejor”.

 

¡No te olvides de firmar por un mundo donde el Plan A no esté en duda!