Cuando uno acude a un hospital de la Comunidad de Madrid, sea cual sea, es probable que se encuentre con un vigilante de seguridad, pero éste se encuentra ahí para controlar que todo esté en orden sobre todo de puertas hacia fuera.

Lo que ya es menos habitual -por no decir completamente inusual- es que en un centro hospitalario esté blindado a las visitas y limite el acceso de quienes quieren entrar en él. Que prohíba entrar, dicho de forma directa. Sin embargo, esto es lo que estaría ocurriendo en el hospital Enfermera Isabel Zendal.

Hace ya cinco años que la presidenta de la Autonomía, Isabel Díaz Ayuso, inauguró el hospital que iba a “sorprender al mundo” y que en la práctica ha dejado un pufo de 150 millones de euros -lo que costó-, que la oposición eleva a 300. Ahora, en su enésimo intento de dar vida a un proyecto que nunca se ha acercado siquiera al resultado que la lideresa prometió a los ciudadanos, la política se vanagloria de haber levantado en él el primer centro de día para atender a pacientes enfermos de ELA.

Se trata de una cuestión que, a ojos de la izquierda, es poco menos que una cortina de humo por varias razones. La primera y que más peso cobra es que a estas personas se las podría atender perfectamente en otros cinco hospitales de la red madrileña acondicionándolos para ello; un trabajo que, según los expertos, no solo no es complicado, sino que permitiría a estas personas estar más cerca de sus hogares.

Nadie más allá que la Comunidad de Madrid, los pacientes mismos y sus familiares saben cómo se opera en el enclave de Valdebebas, dado que el Ejecutivo de Sol prohíbe a cualquiera otra persona acceder, una anomalía en comparación con lo que ocurre en el resto de hospitales de la región, donde uno -aún sin ser familiar o amigo de alguien que se encuentra ingresado- puede entrar.

Esto es precisamente lo que le ocurre, por ejemplo, al PSOE de Madrid (PSOE-M), quien lleva por medio de su portavoz de Sanidad, Carlos Moreno, intentando acceder sin éxito al centro diurno de ELA desde hace meses. “Es el único hospital al que no se puede acceder libremente”, lamenta en declaraciones a ElPlural.com. Un comportamiento, el del equipo de la baronesa, que provoca una pregunta: ¿Qué tiene que esconder Ayuso en el Zendal un lustro después?

Cortina de humo

Moreno tiene claro que el objetivo de la Comunidad no es otro que “justificar un uso sanitario para el Zendal” con lo que sea. Evidentemente, los pacientes de ELA son una realidad a la que hay que atender, pero la utilidad del sitio en el que se encuentra ubicado el centro es “muy limitado”. “El centro no reúne ningún requisito prestacional ni arquitectónico que lo haga imprescindible”, explica el responsable socialista -que ejerce además de sanitario- en declaraciones a este periódico.

Las deficiencias del Zendal han sido una constante desde que abriera sus puertas en 2020. La falta de quirófanos, de UVIS, de personal… son cuestiones que han acompañado al enclave desde que la presidenta de Madrid lo presentó en sociedad y que han dejado números nefastos para lo que debiera ser un centro sanitario, como que en 2023 solamente atendió a 429 pacientes mientras que gastó siete millones de euros en suministros y mantenimiento.

La derecha frivoliza

Y todo eso, que es una realidad, no lo suple la atención que está dando a los pacientes de ELA. De ahí que la administradora primera de Sol impida a la oposición acudir. “Yo pedí a la consejera en pleno primero y en comisión de Sanidad después acudir. Llevo solicitando desde enero una visita formal del grupo parlamentario para conocer lo que allí se está desarrollando, pero no solamente nos dan largas, sino que nos ridiculizan diciendo que queremos hacer una excursión al Zendal”, expone Cuerpo.

Ante la negativa de la Comunidad, el PSOE intentó acudir por su propio pie, pero también sin éxito. “La seguridad no nos dejó acceder (…) Entiendo que nuestra visita para conocer qué es lo que realmente se presta allí e incluso confraternizar con los enfermos de ELA les rompe además el relato de que solamente ellos les cuidan. Parece que estuvieran jugando a dilatar los tiempos hasta que muchos consigamos que sea noticia que no nos dejan entrar”, apostilla.

El siguiente paso es enviar un comunicado a la consejería informando de que un día van a visitarlo. “Pero seguramente nos encontraremos otra vez con seguridad y nos impidan que entremos al no ser familiares”, lamenta para concluir que la derecha está “utilizando el sufrimiento de los pacientes para justificar un uso sanitario del Zendal y, de paso, no hablar de la situación de la sanidad madrileña”.

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