Así es la vida, si dices que eres capitalista abiertamente te mirarán mal en casi cualquier reunión, mientras que los que presumen de Anticapitalistas siempre tendrán gestos de simpatía y cariño por su idealismo. Les llamarán utópicos, y eso siempre es cool. Además, culpar al capitalismo de todos los males del mundo, como si no fueran personas las que lo aplican y se cometieran errores en todos los sistemas y actividades humanas, es más fácil que apelar a la responsabilidad de cada uno. Así, se niega sin contemplaciones que una empresa capitalista pueda tener buenas intenciones, un funcionamiento ético y simplemente aplique unas herramientas que, gusten o no, están adoptando también los países que lo combatieron, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial y la división en bloques ideológicos del Mundo.

Anticapitalistas que aprovechan el capitalismo de mercado

A más de uno se le va a caer un mito. Pero la realidad es tozuda. Algunos de los líderes y referentes del anticapitalismo no tienen reparos (o no los expresan) en disfrutar de las ventajas de su repudiado sistema. Será por aquello de que si no puedes con el enemigo, únete a él, o porque como decía Orwell en Rebelión en la Granja “Así que habéis oído, camaradas –dijo Chillón–, que ahora los cerdos duermen en las camas de la casa? ¿Y por qué no? Supongo que no iréis a pensar que alguna vez se prohibió el uso de las camas. Una cama significa nada más que un sitio para dormir.” 

Hackear el sistema desde dentro es más rápido que acabar con él

Y es que, a lo mejor, ese ideal revolucionario puro que pretende derribar los Palacios de Invierno y las sociedades corruptas e injustas para levantar un nuevo mundo desde cero, en la práctica, es más fácil convertirlo en un hackeo desde dentro, en una evolución de lo que hay hasta hacerlo mejor. Combatirlo con sus propias armas. Vamos a ver algunos ejemplos que son muy llamativos:

Adbusters, contrapublicidad, contracultura, contradicción

¿Recuerdan el movimiento Occupy Wall Street? Era 2011 y reproducía en EEUU los fenómenos del 15M en España y la Primavera Árabe de la plaza de Tahrir en El Cairo. Fue el mayor éxito de un grupo contracultural surgido a raíz de la revista Adbusters, máximos representantes del concepto “subvertising” o contrapublicidad. Se definen como “un colectivo internacional de artistas, diseñadores, poetas, punks, escritores, directores, músicos, filósofos, abandonados y corazones salvajes” y su manifiesto dice, entre otras cosas: “Para luchar contra la adquisición mental de una industria publicitaria siempre presente; imagínate tu propio yo, vívelo pero nunca lo compres o lo elijas.

Web de adbusters.org uno de los referentes anticapitalistas

Sin embargo, han creado una marca propia de zapatillas, que anuncian en su web con las técnicas habituales de comunicación comercial, y lógicamente, compiten contra las demás marcas. De hecho, el slogan de las zapatillas Blackspot es “The Unswoosher” (Algo así como la “sin Swoosh”, que es el logotipo de Nike”) y en su argumentario para que les compres, afirman: ”Hemos vendido decenas de miles de Blackspots... pero aún tenemos que desenrollar el swoosh, reducir seriamente la participación de mercado de Nike o causarles un daño real a la marca." (“We’ve sold tens of thousands of Blackspots… but we’ve yet to unswoosh the swoosh, to seriously cut into Nike’s market share or cause them any real brand damage.")

Por supuesto, desde Adbusters defienden que sus materiales y su forma de fabricación es totalmente ética. Aún así, la creación de una marca y la venta de la misma on line mediante mensajes publicitarios (o contrapublicitarios) es capitalismo puro y duro: tratar de ganar cuota de mercado a la competencia, y tener ingresos por ello.

Zapatillas Blackspot de Adbusters. Una marca contra las marcas.

 

Anticapitalistas con marca de la casa

Tenemos otro caso muy cercano y que ha sido noticia en las últimas elecciones, ya que no solo busca su hueco de mercado, sino que cuenta para ello con destacados influencers como el mismo Pablo Iglesias, líder de una coalición que cuenta entre sus formaciones a los autodenominados Anticapitalistas

Como ya os contaba ElPlural.com por entonces, la marca de ropa 198 —léase uno nueve ocho— con sede en Malasaña (barrio presuntamente alternativo de Madrid) que se promocionaba como “la marca de ropa del cambio”, presume de vender moda e ideología a partes iguales.

La cuestión es que no se trata de vender camisetas en los mítines, sino que está enclavada en una de las zonas comerciales más hipsters, cercana por ejemplo a Custo o Michael Kors, y que sus precios no son precisamente asequibles.

Pese a estas coincidencias con el mundo capitalista, el slogan es “Solo Podemos Vencer” y uno de sus productos más icónicos son las réplicas de prendas de la antigua Unión Soviética, con las llamativas letras CCCP amarillas sobre fondo rojo: 

Sudadera CCCP de la marca 198 en su tienda web


Imagino que conocerán que esa Unión Soviética mantuvo un muro en mitad de Europa como el que quiere levantar Trump en México, hasta 1989 y que hasta entrados los años 90, era impensable en esos países la existencia de marcas o libertad de comercio. Del resto de libertades, no hablamos. Así que es un bonito oxímoron usarlo como marca, a la altura de las camisetas del Ché. Podemos llamarlo apropiación cultural, que está de moda.

El Activismo de pago es un negocio

Y es que las técnicas de mercado y las herramientas capitalistas pueden ponerse al servicio de la revolución, al menos hasta que esta triunfe. Un ejemplo que seguro que desconoces es que la web de referencia del activismo social, change.org es una empresa privada y se financia, entre otras cosas, con publicidad. Una forma de publicidad digital, eso sí, que consiste en que una vez que has iniciado una petición, y como necesitas visibilidad y audiencia, ellos se la hacen llegar a su base de datos de activistas en tramos de distintas cantidades según lo que pagues. Igual, igual, que puedes hacer en Facebook con sus anuncios. Eso sí, Change es una empresa perteneciente a las B Corp Certificadas que promueven una responsabilidad social en sus fines. Simplemente usan las herramientas a su alcance.

Change.org no es una ONG, es una empresa.


La realidad es que hay dos capitalismos y dos mercados

Cuando decimos Capitalismo nos viene  a la mente el Tio Gilito nadando en monedas dentro de una caja fuerte. Pero hay un "capitalismo de base". Es decir, uno en el que las grandes fortunas y corporaciones supranacionales intentan imponer sus leyes y otro del día a día, en el que un pequeño emprendedor o una diminuta marca planta cara a todos ellos, (¡por ejemplo 198!) y puede acabar ganándoles. Igual que no es lo mismo hablar de “los mercados” de capitales (las bolsas) y “el mercado” o red de comercios en las que compramos cada día.

Si empezamos a ver el poder que tenemos como consumidores en esas esferas más cercanas a nosotros, y elegimos (como votamos) las marcas que nos representan en valores, empezaremos a ver el Capitalismo como una herramienta de construcción a nuestro servicio. 

Hemos visto que los propios anticapitalistas lo asumen

Al final, lo que están haciendo estas marcas presuntamente anticapitalistas no es más que disfrutar de las tres grandes ventajas del capitalismo: El derecho a la propiedad privada, la libertad de elección de compra y el valor añadido. En la CCCP de la que presumen las camisetas no había marcas, porque no había posibilidad e elegirlas. En cuanto a la propiedad privada, lo superfluo era un pecado burgués, y los objetos debían ser estrictamente de utilidad y propiedad del Estado o de todo el pueblo.  En cuanto al valor añadido, llámalo plusvalía si quieres, es la diferencia entre lo que les cuesta y lo que cobran, que es más, obviamente, y que es algo tan capitalista como las ganancias y la creación de riqueza a partir del trabajo y el talento. Que sean justas en los casos descritos no lo dudo. Tampoco en la mayoría del resto de marcas, sin tener pruebas de ello. Y por otro lado, respeto y admiro a los idealistas porque ellos hacen soñar a los que cambian las cosas, pero parafraseando el microcuento más famoso del mundo: "Cuando despertó, el capitalismo seguía ahí". Así que mientras no se extinga, y por mucho que cierres los ojos, lo mejor puede ser domar al dinosaurio.