Etiquetas de hoteles, carteles turísticos reclamando visitantes, postales con imponentes playas impresas, cromos desde los que se insinúan recetas de helados, menús, cajas de cerillas, paipáis… Todo tipo de objetos que podamos imaginar y nos transporten al verano se conservan en la Biblioteca Nacional de España (BNE), y permiten reconstruir cómo pasábamos el verano en las primeras décadas del siglo XX.

Qué moda se llevaba, qué prestaciones ofrecían los establecimientos hoteleros (el agua caliente era casi un lujo), dónde solíamos ir (sobre todo, Costa Brava, Costa del Sol y Benidorm), qué se comía… Con un capitalismo ya incipiente y la publicidad en plena expansión, esta colección, los carteles promocionales se convierten en herramienta para documentar la vida social y económica de un país. Un viaje al pasado con valor antropológico, sociológico y por supuesto artístico, que se puede emprender en la colección de carteles de la Biblioteca Nacional de España, que abarca decenas de miles de ejemplares desde el siglo XVIII hasta hoy, con una importante parte dedicada a viajes y turismo.

Estos carteles los producían y emitían entidades privadas  como balnearios u hoteles, y se los encargaban a ilustradores nacionales e internacionales, como Josep Morell i Macias, Guy Georget, Francisco Hohenleiter o Rafael Penagos, uno de los cartelistas españoles más reconocidos y de los máximos exponentes del art déco, y entre cuya obra, aquí destaca San Sebastián: (Espagne) a 18 kilomêtres de la France, una pieza de 1930 en la que aparecen a unos bañistas en la playa y destaca por su composición, dibujo y color.

Pero el material también lo suministraba el propio Estado, que, con la creación del Patronato Nacional de Turismo en 1928, comienza a promocionar los desplazamientos por el país y distintas ciudades: Cádiz, Santander, San Sebastián...