Siempre hay palabras para maquillar la crueldad. De hecho, nuestra capacidad de inventar términos parece ir pareja a nuestra imaginación para acabar con las especies animales que nos rodean. Por ejemplo, matar 34 lobos en Cantabria se describe como control demográfico de la especie.

Si se lee el documento hecho público por el Gobierno de la región española de Cantabria para que permitir la caza de más de tres decenas de lobos es por su propio bien. Evidentemente, no es así. 

Se trata más bien, de preservar las explotaciones ganaderas y agrícolas. Explotaciones que en algunos casos se han establecido a costa del que fue terreno del lobo durante miles de años. 

Al norte del Duero

Es curioso que el mismo documento se abra con una declaración en la que se afirma que el lobo es una especie de interés comunitaria. Pero inmediatamente se estipula que las poblaciones al norte del río Duero deben ser objeto de compatible con el mantenimiento en estado de conservación favorable. Es decir, que acabar con 34 lobos es, en realidad, una forma de favorecer su conservación. Una voltereta de las que solo pueden leerse en documento oficiales de este tipo.

Después comienza una enredadera de términos legales y enumeración de leyes para acabar justificando la caza. Arguyendo, como demoledor argumento, que el lobo está dentro de las especies caracterizadas como cinegéticas. El interés cinegético que puede tener una especie como el lobo escapa a cualquier comprensión. 

Pero quizá el eufemismo más irritante es el que se emplea para los ejemplares que serán abatidos. “Extracción” se denomina a la caza y muerte de una de las especies que más protección deberían tener.