Siempre fue el malo del cuento, pero más de cien organizaciones ecologistas -como Lobo Marley, Equo, Ecologistas en Acción, WWF, European Greens y la Alianza Europea para la Conservación del Lobo- se manifestaron ayer, en Madrid (España), en una multitudinaria marcha pidiendo protección para el lobo ibérico, al grito de "lobo vivo, lobo protegido". El problema viene de lejos. Recordemos a Félix Rodríguez de la Fuente, cuya fundación, por cierto, acaba de echar el cierre, reaccionando hace treinta años ante la amenaza de desaparición que acechaba a esta especie. ¿La causa? La difícil convivencia de este animal, y en general de la fauna salvaje, con las prácticas ganaderas en ciertas regiones españolas, además de la caza, a menudo furtiva. Ya el año pasado, por estas mismas fechas, se había celebrado una convocatoria con los mismos fines, con la asistencia de unas 20.000 personas. Hoy, en España se cuentan entre 2.000 y 2.500 ejemplares de lobos. En la zona Sur, (Sierra Morena, Sierra de Gata y San Pedro) están casi extinguidos, aunque sí están presenten al Norte (Galicia, Asturias y Castilla y León) y en Madrid y Guadalajara. Las organizaciones convocantes de la manifestación mencionada han denunciado que el año pasado se mataron entre 24 y 42 lobos solamente en Cantabria. Pero el mayor problema se encuentra en Castilla y León, donde el lobo persiste clasificado oficialmente como "una especie de caza".

Especie de interés comunitario vs especie de caza

“El lobo es el controlador natural de los herbívoros salvajes, y su presencia garantiza la salud de los ecosistemas, y por ello la Unión Europea lo ha declarado especie de interés comunitario”, señala en su web la plataforma Defensa del lobo ibérico. “La ganadería española recibe importantes subsidios desde Europa, y tiene la obligación de usar prácticas respetuosas con el medio ambiente, lo que incluye convivir con la fauna salvaje”, pero, según denuncia la organización, “al norte del Duero, las autoridades fomentan auténticas campañas de exterminio, mientras el negocio de la muerte del lobo se mantiene para diversión de una élite acaudalada y para enriquecimiento, a menudo ilegal, de los tratantes de la muerte de nuestra fauna”. Según la organizción WWF, “durante siglos” ha habido una convivencia entre fauna salvaje y ganadería que, a día de hoy, mantienen algunos ganaderos, aunque, para que esta actividad primaria crezca, “es esencial que las administraciones fomenten medidas de prevención para reducir los ataques“.