Nació casi al umbral de la generación millennial (la que abarca la cosecha de los nacidos entre la década de los años 80 y el 2000). Pero seguramente comparte con ellos eso de vivir entre pantallas, siempre atenta al móvil, con el chip de una cultura muy visual. Louise Brown es una mujer casada, tiene dos hijos, y vive y trabaja en Bristol. Este miércoles, 25 de julio, ha cumplido 40 años. Nada parece fuera de lo común. Pero su llegada al mundo fue una revolución para la ciencia y al reproducción asistida, y encaminó a uno de sus artífices, el fisiólogo Robert Edwards, a recibir el premio Nobel de Medicina en 2010.

“Sus descubrimientos hicieron posible el tratamiento de la esterilidad que afecta a una gran proporción de la Humanidad, y a más de 10% de las parejas en el mundo”, explicó, en un comunicado, el comité del Premio Nobel cuando decidieron darle el Nobel a Edwards. Brown fue la primera niña del mundo nacida gracias a la técnica de fecundación in vitro. En una entrevista con la Agencia Efe, afirma que aquello no ha condicionado, para nada, su vida, y sus padres, John y Lesley Brown (ya fallecidos), siempre le hablaron del tema con plena libertad. “Me enseñaban lo que decía la prensa”, afirma, y rechaza que el interés mediático que provocó, en sus primeros años de vida, ser la niña probeta haya influido en su personalidad.

Interés que, en parte, manó de la controversia, pues no fueron pocos los que pusieron en entredicho la ética de aquel procedimiento, en el que el óvulo de la mujer es fecundado con los espermatozoides del hombre fuera del cuerpo de la madre. El embrión de Brown se introdujo, después, en el cuerpo de su madre, “y los nueve meses de embarazo fueron como los de cualquier otro”.

Los dos pioneros del tratamiento, el ginecólogo Patrick Steptoe y el Nobel de Medicina, el fisiólogo Robert Edwards, realizaron cientos de transferencias de embrión antes de lograr que Louise Brown fuera concebida. Ambos médicos habían iniciado sus colaboraciones juntos diez años antes, Edwards desarrollando una manera de fertilizar óvulos humanos en el laboratorio y Steptoe encontrando un método para retirar los óvulos de los ovarios.

A partir de mediados de los 80, se sofisticaron los métodos desarrollando técnicas de congelamiento para implantar uno o dos embriones en la madre potencial, y luego congelar los otros para uso futuro, evitando tener que pasar por el incómodo procedimiento de extracción de óvulos. También se ha progresado con el uso moderno de imágenes de ultrasonido para recolectar óvulos con una anestesia leve, en lugar de la laparoscopia –una cirugía realizada a través de una pequeña incisión- que se practicada antiguamente.

Estos y otros avances han hecho que lo que en los 80 era casi un milagro hoy forme parte del día a día de la medicina. Desde que Brown vino al mundo, la han seguido millones de bebés en todo el mundo mediante fecundación in vitro. Y cada año se suman unos 200.000. La tasa de éxito para cada serie de fecundación in vitro ha crecido del 10% al 40%.