Cualquiera puede hacerse a la idea, aunque seguro que de manera muy lejana. Quien más quien menos, alguna vez ha sido atormentado por un dolor de muelas Imaginen esa sensación elevada a la enésima potencia y sin posibilidad de mitigar el dolor con fármacos o visitas al dentista. Es lo que sufrió un individuo hace dos millones de años

Tanto tiempo que, evidentemente, no era humano, pero sí del género Homo. Pero aún así, se trata de un importante hallazgo según los responsables de la investigación, los expertos de la Universidad John Moore, de Liverpool, que han analizado una mandíbula encontrada en Sudáfrica a finales de los sesenta. 

En este trozo de hueso se pueden observar, según los analistas, las huellas de terribles abscesos en la dentadura del propietario. Infecciones tan graves y extensas que carcomieron el hueso del pobre afectado. Estos rastros eran más evidente e la parte frontal superior de la mandíbula, el lugar que en su día ocuparon los incisivos. 
 

Mala dieta

Los expertos consideran que buena parte de la pulpa del diente debía de estar al descubierto, que generaba infecciones se subían por el interior del diente hasta manifestarse en forma de grandes y doloroso flemones. Para que estas infecciones llegaran a dañar el hueso como muestra la mandíbula encontrada, estas infecciones debieron de ser prolongadas y recurrentes

Lo que los científicos no alcanzan a describir son los dolores que esto generaría en el pobre antecesor. Atribuyen los problemas dentales a una dieta basada en alimentos duros y, lógicamente, sin cocinar. Y quizá a algún tipo de labor como el pulido de pieles o el uso de la boca y los dientes como herramientas prensiles.

Para terminar de rematar la desdicha de aquel pobre homínido, los expertos concluyen que una de estas infecciones terminó con su vida. El absceso acabó siendo tan grande y grave que la infección pasó a la sangre y provocó una septicemia que al menos, dejó a aquel dolorido ser descansar en paz.