Tendemos a representar a nuestros antepasando con una visión entre paternalista y romántica. Hombres de las cavernas, toscos y desamparados. Homo sapiens arriesgando sus vidas para cazar animales cientos de veces más grandes que ellos. Reducidos a pequeños grupos que deambulaban arrancando raíces. Y sobre todo, en una comunión perfecta con la naturaleza, de la que solo extraían lo que necesitaban.

Una imagen distinta del homo sapiens

Pero no es así. Muy al contrario, aquellos cazadores recolectores de hace 70.000 años ya mostraban los indicios de depredación, egoísmo y despreocupación absoluta por la naturaleza que hoy detectamos en nuestras sociedades. Los registros fósiles son claros respecto al comportamiento de los homo sapiens que conquistaron el planeta. Es especialmente revelador en aquellas áreas vírgenes en las que los homo sapiens pusieron el pie antes que cualquier otra especie humana. La primera de ellas fue la isla continente de Australia.

Primero, Australia

Un buen día, hace 45.000 años, un grupo de sapiens, no se sabe muy bien cómo, cruzaron el mar abierto desde las islas de Indonesia y llegaron a una playa australiana. Al adentrarse, se encontraron con una fauna rica y extraña. Animales enormes como los diprotodontes, canguros de dos metros, leones marsupiales. Y comenzó la gran cacería. Al contrario que otros grandes animales de África y Asia, estos ejemplares no conocían al hombre. No tenían por qué temer a una criatura de menor tamaño sin garras ni fauces peligrosas. Y no les dio tiempo a desarrollar el más mínimo sentido de protección contra los sapiens. En unos pocos miles de años, los hombres acabaron con 23 de las 24 especies animales que pesaban más de 50 kilos.

Luego, América

El patrón se ha ido repitiendo en otros escenarios. Hace 16.000 años, grupos humanos se adentraban en el norte de Siberia persiguiendo a los últimos mamuts. De pronto, uno de esos grupos, aprovechando un puente de tierra producto de un descenso marino a causa de la glaciación, cruzó, sin saberlo, a un nuevo continente. En poco más de 3.000 años, los humanos habían recorrido toda América desde Alaska a Tierra del Fuego. En su camino, encontraron mamuts y mastodontes, roedores del tamaño de osos, manadas de caballos y camellos. Incluso temibles felinos como el tigre de dientes de sable. 2.000 años después ya no quedaba casi nada. 34 de los 47 mamíferos de mayor tamaño de Norteamérica eran solo un recuerdo. En Sudamérica fue peor. El hombre exterminó 50 de 60 especies. Hay científicos que deferentes teorías distintas a la mano humana para explicar estas extinciones, como por ejemplo de los cambios climáticos que alteraron los hábitats. Esto es especialmente dañino para los grandes animales que necesitan mucho alimento para mantenerse. Pero un último ejemplo viene a reforzar la teoría del depredador humano.

Después, Madagascar

La isla de Madagascar había permanecido aislada durante eones. Esto había provocado el desarrollo de una fauna autóctona muy peculiar. Y gran parte de ella desapareció en muy poco tiempo hace 1.500 millones de años. Justo a partir del momento en que los primeros sapiens pusieron un pie en la isla. Aves elefantes y lemures gigantes poco pudieron hacer ante el empuje del gran cerebro humano. En resumen, desde que el homo sapiens apareció como la gran especie adaptativa, más del 50% de las especies de animales de más de 50 kilos desapareció en pocos milenios. Un dato demasiado revelador para hablar de comunión con la naturaleza.