No falla. Te encuentras mal, tienes mal aspectos, apenas descansas. Vas al médico y su primer diagnóstico suele ser siempre igual: estrés. Esa enfermedad propia de la vida moderna. Una patología que los humanos somos capaces de transmitir a nuestro entorno. Incluso a los árboles.

Es lo que parece que está sufriendo uno de los árboles más viejos de Europa, si no el más viejo. Se trata del tejo de Fortingall o Fortingall Yew, como se conoce en el escocés condado de Perth, donde lleva creciendo milenios. En realidad, ni los expertos locales conocen su edad, aunque aseguran que estará entre los 3.000 y los 5.000 años

Hace unos días, las asociaciones conservacionista locales lanzaron la voz de alarma. Algunos síntomas en las ramas y hojas del gran tejo escocés hicieron cundir el pánico ante la posibilidad de una enfermedad grave del árbol. 
 

Turistas otra vez

Sin embargo, los responsables de la entidad encargada de su conservación, llamada Tayside Biodiversity Partnership, aseguran que el tejo no está en peligro. De hecho, están convencidos de que puede vivir varios cientos de años más. 

Lo que sí está pasando es que el árbol está estresado. Las razones son diversas. Cerca de su tronco se construyó una cerca de piedra en la época victoriana. Este muro crea un microclima alrededor del tejo que no les está viniendo nada bien desde inicios del siglo pasado. 

También hay elementos más actuales que están contribuyendo al estrés del tejo. Dada su longevidad se ha convertido en un atractivo turístico de la zona. Y ya sabemos cómo son los turistas. Los más atrevidos y descerebrados, se llevan trozos de ramitas y hojas. E incluso se suben a sus ramas para hacerse fotos

Es curioso observar cómo el ritmo de vida estresante que nos imponemos termina contagiándose hasta a los árboles milenarios.