Es probable que lo merezca, pero Mark Zuckerberg está teniendo un castigo justo estos días. No es tanto los problemas derivados de la filtración de Cambridge Analytica, la comparecencia en el Congreso y Senado de Estados Unidos o las posibles sanciones a las que se enfrenta. No, su justa retribución es enfrentarse al gran miedo de los millennial. Tener que explicar el nuevo mundo a los representantes del viejo.

Zuck contra los senadores
Un vistazo a Internet nos arroja cientos de memes en los que se califica al creador de Facebook de robot. Pero lo cierto es que algunas de las preguntas que está teniendo que escuchar es para que se le quede esa cara y aún más extraña.

Y es que el bueno de Zuck se está enfrentando a senadores octogenarios y tratándoles de explicar un mundo radicalmente distinto al que ellos conocen. Así, el senador Orrin Hatch, de 84 años, se maravilla de cómo un servicio gratuito como Facebook puede haber hecho archimillonario a su creador. Zuckerberg contestó con un lacónico “ponemos anuncios” y su mejor cara de perplejidad. 

Un e-mail por Whatsapp

El senador Schatz quiso saber cómo era posible que si él mandaba un e-mail a través de Whatsapp, palabras textuales, hablando de una película luego le salieran anuncios de ese film en su página de Facebook. Este senador estuvo más cerca de la verdad, aunque por el camino equivocado. 

La senadora Deb Fisher quiso saber “¿en qué categorías se almacenan los datos de usuarios de Facebook?”. Aunque repitió la cuestión varias veces, Zuckerberg fue incapaz de entender lo que la senadora preguntaba en realidad. Algo similar le sucedió con la congresista Anna Eshoo que le preguntó si estaba dispuesto a cambiar el modelo de negocio de Facebook en aras de proteger la privacidad de sus usuarios. Zuck no daba crédito. 

En realidad es eso, un justo castigo. Porque congresistas y senadores, pese a su avanzada edad están utilizando una poderosa arma para desnudar al emperador: el sentido común.