Netflix ha estrenado una de sus apuestas en cuanto a ficción española se refiere. Se trata de la serie Élite, dirigida por Ramón Salazar y Dani de la Orden y que narra las peripecias de un grupo de jóvenes en el exclusivo y elitista colegio Las Encinas. Es aquí donde estudian los hijos de la élite y al que acuden tres jóvenes de clase baja procedentes de un colegio público que se ha venido abajo.

El trío de becados es de los más afortunados, o eso pensaban, pues su llegada a Las Encinas provocará un huracán en el centro que desembocará en un asesinato. Su mundo se ha venido abajo, literalmente y tendrán que convivir con personajes de clase muy alta como Guzmán, uno de los más odiados por los seguidores de la ficción.

El aire de los ricos

Precisamente Guzmán es el personaje que más ha llamado la atención del siempre entrañable Salvador Sostres. Con su habitual tono clasista, en su columna de ABC, el periodista rompe una lanza por el papel que interpreta Miguel Bernardeau. “Supongo que la turba le llamara facha”, sentencia el articulista, quien considera que sólo Guzmán es “sensible al gran dolor del mundo y trata de calmarlo”.

Lo define como una mezcla de “sentido de la misión y de inocencia”, además de ser “un chico extraordinario”. Pero es que lo que más le gusta a Sostres del personaje de Guzmán es “que las clases sociales son más importantes que el amor”, aunque lo mejor que tiene es que es rico, “muy rico”. Guzmán “tiene el aire que tanto aprecio de los ricos”.

“Guzmán también se equivoca y se enamora de una palestina que se hace la profunda y cuyo padre predica la destrucción de Occidente”, continúa con un aire racista el columnista de ABC. Durante todas las líneas, Sostres se empeña en atacar a todo lo que no rime con su pensamiento de clase alta.