La comunidad artística y los amantes del teatro y el cine español se encuentran de luto por la pérdida de una de sus figuras más emblemáticas, Concha Velasco, quien ha fallecido este sábado a la edad de 84 años. Anabel Alonso, reconocida actriz y compañera de profesión, ha expresado su profundo pesar ante esta noticia, destacando la pasión inigualable de Velasco por su trabajo y su versatilidad como intérprete.

Alonso, quien se encontraba en Logroño participando en la jornada final de 'Play La Rioja. II Festival de la Industria Audiovisual en La Rioja', ha recibido la noticia, que la ha dejado "traspuesta". “No he visto nunca actriz tan completa y a la que le gustara tanto su profesión”, ha subrayado la actriz, que ha señalado que la muerte de Velasco es “una gran pérdida”. 

Asimismo, ha recordado que "es una actriz, que aparte de la cantidad de años que ha estado en activo, es que tiene un currículo, no sé cuántos cientos de películas, programas, presentaba, hacía teatro musical, drama o comedia", por lo que ha insistido en lo "completa" que era como artista.

Además, ha puesto en valor que "siempre fue compañera y siempre vital", hasta el punto que "le encantaba conocer a los jóvenes, estaba al cabo de la calle de todo, y ha sido un referente a muchos niveles".

Concha Velasco, cuya carrera se extendió por décadas, deja tras de sí un legado impresionante. Su currículum abarca cientos de películas, programas de televisión, obras de teatro musical, drama y comedia. Alonso resalta que Velasco no solo fue una artista "completa", sino también una compañera generosa y una figura vital hasta el final de sus días.

Velasco era conocida por su espíritu colaborativo y su entusiasmo por la vida. Se mantuvo siempre cercana a las nuevas generaciones, interesada en las tendencias actuales y fue un referente a muchos niveles, tanto dentro como fuera del escenario. Su capacidad para conectar con el público y su compromiso con el arte la convirtieron en una fuente de inspiración para muchos.

La partida de Concha Velasco deja un vacío en el mundo del espectáculo, pero su influencia perdurará. Su dedicación al arte y su habilidad para cautivar al público con cada actuación serán recordadas como un testimonio de su extraordinaria contribución a la cultura española. Anabel Alonso y la comunidad artística continúan celebrando la vida y obra de una mujer que amó profundamente su profesión y que, a través de su talento, tocó las vidas de incontables personas.

La artista que se adueñó del cine, el teatro y la televisión

La artista inició su carrera en el cine a los 16 años en 'El bandido generoso' (1954). Ya como coprotagonista participó en 'Muchachas en vacaciones' (1957) y 'Las chicas de la Cruz Roja' (1958), donde alcanzó gran éxito en compañía de Tony Leblanc, con el que compartiría numerosas apariciones en la gran pantalla como en 'Los tramposos' (1959), 'Vida sin risas' (1959), 'El día de los enamorados' (1959), 'Amor bajo cero' (1960), 'Julia y el celacanto' (1961) o 'Historias de la televisión' (1965), donde interpretó la famosa canción de Augusto Algueró y Antonio Guijarro 'La chica ye-ye', título con el que pasaría a ser conocida la vallisoletana, a la que por entonces el gran público llamaba Conchita Velasco.

Con el popular Manolo Escobar participaría en cintas como 'Pero... ¿en qué país vivimos?' (1967), 'Relaciones casi públicas' (1968), 'Juicio de faldas' (1969), 'En un lugar de la Manga' (1970), 'Me debes un muerto' (1971) o 'Los gallos de la madrugada' (1971). Otros nombres destacados de la interpretación con los que trabajó en aquellos años fueron Alfredo Landa, José Luis López Vázquez o Antonio Ozores.

Con el fin del franquismo y el inicio de la Transición comenzó a interpretar papeles más serios como en 'No encontré rosas para mi madre' (1973), con Gina Lollobrigida y Danielle Darrieux; 'Tormento' (1974); 'Pim, pam, pum... ¡fuego!' (1975), de Pedro Olea; 'Un lujo a su alcance' (1975); 'Las largas vacaciones del 36' (1976); 'Esposa y amante' (1977); 'La colmena' (1982), de Mario Camus, o 'Esquilache' (1989) de Josefina Molina, por la que aspiró al Goya a la Mejor Actriz de Reparto'.

Sus últimas apariciones en el séptimo arte fueron 'Más allá del jardín' (1996), donde de nuevo estuvo nominada al Goya, en este caso como Mejor Actriz; 'París-Tombuctú' (1999), la última que dirigió Luis García Berlanga; 'Km. 0' (2001); 'El oro de Moscú' (2002); 'Bienvenido a casa' (2005); 'B&B' (2006); 'Chuecatown' (2007); 'Enloquecidas' (2008); 'Rabia' (2009), o el filme de terror 'Malasaña 32' (2020).

En 2012 recibió el Goya de Honor a su carrera, mientras que un año después se le concedió la Espiga de Honor de la 58 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), en la que ya había ganado la Espiga de Oro a Mejor Actriz en 1985 por su actuación en 'La hora bruja'.