Este domingo, 2 de octubre, es un día importante para Brasil: se celebran sus elecciones generales, que elegirán al nuevo presidente de la República. Aunque los candidatos que concurren son cuatro, los únicos dos con posibilidades reales de victoria son el izquierdista Lula Da Silva, quien ya fuese presidente del país entre 2003 y 2010, y el ultraderechista Jair Bolsonaro, actual presidente de la nación que busca ser reelegido. A falta de escasas horas para que se abran las urnas, Lula cuenta con una ventaja en las encuestas que parece que le llevará a la victoria.

A través de las redes sociales, múltiples personalidades han publicado vídeos de apoyo para uno u otro candidato y, sin querer hacer una generalización absoluta que meta a todos en el mismo saco, la memoria y la conciencia racial y de clase parecen brillar por su ausencia en los deportistas brasileños. Felipe Melo, Lucas Moura, Romario, Rivaldo, Ronaldinho, Robinho, Emerson Fittipaldi, Nelson Piquet o Neymar Jr son algunos ejemplos de deportistas que han expresado públicamente su apoyo a un candidato homófobo, machista, clasista, racista y ultraconservador.

 

El último de los mencionados, Neymar, publicó a través de Instagram un vídeo donde se le podía ver bailando y tarareando la canción de campaña del candidato del Partido Liberal, algo que le ha valido el aplauso de los seguidores del político y el desdén de todo el resto del mundo. La crítica al futbolista del PSG, y al resto de deportistas que han optado por el mismo sendero que él, se basa en la incoherencia que supone proceder de orígenes humildes y ser de raza negra o mestiza y pedir el voto para un candidato que enarbola sus fobias contra los negros y los pobres a la mínima oportunidad que tiene.

Sin embargo, que Neymar o el resto de deportistas brasileños aboguen por el voto para Bolsonaro se puede explicar con dos términos muy sencillos: el privilegio y el egoísmo. Cuando el dinero entra por la puerta y se suben peldaños en la escala social, la conciencia de los orígenes sale por la ventana. De este modo, transformar las condiciones del país para que la vida del grueso de la población sea un poco más fácil es irrelevante para Neymar y compañía: sólo importa conservar sus privilegios, y si para ello deben ponerse del lado de un candidato ultraderechista, lo harán sin contemplaciones.

Porque Bolsonaro, además de mantener un corte fascista en ciertos elementos de su discurso, que podrían ser los que, a priori, causasen repulsa a personas racializadas y de orígenes humildes, fomenta también un programa extremadamente neoliberal en lo económico que beneficia a las rentas altas. Por ello, Neymar y el resto de futbolistas que muestran su apoyo al PL, antes de ser negros y de orígenes humildes, son millonarios y, como tal, barren para casa y apoyan al partido que prima sus intereses económicos y fiscales.

La clase social, la primera barrera

En el caso de las élites, por norma general, la clase social es el primer filtro que se aplica a la hora de hacer política. Para Neymar, proceder de las favelas, ser un referente para millones de personas y tener un tono de piel repudiado por el candidato al que promociona son detalles que quedan en un segundo plano cuando aflora la protección del patrimonio personal. Es bien sabido que a Neymar no le gusta pagar impuestos: en 2019, acumulaba una deuda con el Ministerio de Hacienda español por valor de más de 34 millones de euros, siendo la persona física que más dinero debía de todo el país. A raíz de las enormes críticas recibidas, el futbolista se volvió a pronunciar en sus redes sociales:

 

“Hablan de democracia, pero cuando alguien tiene una opinión diferente, lo atacan los mismos que hablan de democracia”, expresaba el futbolista brasileño. Por supuesto, tanto Neymar como cualquier otra persona están en su derecho de expresar su apoyo y de votar al candidato que deseen, pero la sociedad también está en su derecho de espetarle sus incongruencias si las comete.

¿Se puede decir que Neymar sea un fascista o un ultraconservador por votar a un candidato de dicho corte? Probablemente, no. Sin embargo, lo que sí se puede decir es que es un privilegiado y que, al pensar únicamente en sus propias condiciones materiales y sociales y no en las del resto del país, olvidándose a su vez de su procedencia, de su raza y del ideario discriminatorio del candidato al que defiende, lo que está siendo es un egoísta. En cualquier caso, que un multimillonario actúe de esta manera no es algo raro ni nuevo, porque como ya se ha indicado anteriormente, la clase social y el mantenimiento del privilegio es el primer filtro y se aplica, por norma general, antes que la raza, el origen, el género o la orientación sexual.