Twitter, ahora X, fue comprada por el excéntrico y multimillonario Elon Musk, prácticamente como un capricho, bajo el pretexto de “democratizar” la red social y de evitar el acceso de cuentas ‘bots’ o incluso ‘fakes’ a dicha red social. Pero lo cierto, es que, desde su llegada, no solo no ha conseguido frenar este auge de cuentas falsas, sino que ha convertido la red social en una especie de catálogo de pago en el que quien paga, puede obtener un verificado, aunque no exista ninguna razón más allá de la económica para dicha verificación. Lo que antes era una garantía de información social, política o cultural ahora ha declinado en algo muy distinto. El ejemplo más reciente, las recientes elecciones en Venezuela.

Por no hablar del nuevo algoritmo instaurado en dicha red social por el multimillonario, en el que los mensajes de odio y de contenido extremista no han dejado de crecer en los últimos meses hasta prácticamente copar los ‘time line’ de un contenido neofascista nunca antes visto en esta red social.

 

Una “lucha”, la de Elon Musk contra las cuentas ‘fake’, que no ha dado sus frutos en absoluto. De hecho, el activista digital Julián Macías, ha expuesto en su cuenta de X el ejemplo caro de cómo las cuentas ‘fake’ están viviendo su época dorada.

Macías habla de una cuenta en concreto que no deja de publicar noticias falsas en relación con la situación política en Venezuela tras las pasadas elecciones presidenciales. Se trata de una “criptocuenta” de Brasil y que originalmente tenía poco más de 300 seguidores. En tan solo 10 días ha logrado alcanzar los 300.000 seguidores. Y no, no se trata de un milagro, simplemente ha verificado la cuenta (pagando), ha cambiado su nombre al de Elon Musk, poniendo de perfil la foto del magnate. El resto lo hará la magia de X.

La cuenta, reactivada el pasado 31 de julio, se situó en el quinto puesto de las que más ‘engagement’ han logrado en la red social sólo con la temática venezolana. De hecho, se encuentra entre las 10 cuentas con mayor número de interacciones. @ElonMuskD_C, cuenta con la versión de pago conocida como Twitter Blue.

El perfil en cuestión eliminó su historial de publicaciones sobre criptomonedas y se reestrenó publicando un vídeo de las celebraciones en Argentina tras su victoria en el mundial de Qatar 2022. Aunque no era eso lo que afirmaba su publicación, sino “El pueblo en las calles de Caracas exigiendo que el dictador Maduro renuncie”. Ese mismo día, en portugués, difundió una imagen de San Fermín en Pamplona. Pero no iba acompañado de nada relacionado con la fiesta grande irundarra. La cuenta aseguraba que era “Caracas ahora. E ejército se une al pueblo y exige la renuncia del dictador”.

Pese a estos bulos, su cuenta seguía creciendo, aunque no lo suficiente, por lo que decidió dejar de publicar en portugués y comenzar a escribir en español. “#EnVivo Manifestantes llenan las calles de Caracas para protestar contra la dictadura de Nicolás Maduro”. Unas imágenes que ni siquiera pertenecían a Venezuela, pues era un vídeo de TikTok del carnaval de Salvador de Bahía en Brasil. De hecho, ni se preocupó de disimular. No eliminó ni la marca de agua de la cuenta a la que le robó las imágenes.

Volviendo a la cuenta @ElonMuskD_C, el pasado 1 de agosto volvió a la carga. Y lo hizo en este caso con un vídeo manipulado con inteligencia artificial de María Corina Machado, líder opositora que llamón a la sublevación policial y militar contra Nicolás Maduro.

No solo de esta cuenta, pero de otras militares, se nutren las formaciones de extrema derecha para reivindicar y normalizar sus discursos de odio. No solo ocurre en Venezuela, también ha ocurrido en nuestro país, con tuits lanzando bulos constantemente, especialmente con presuntos delitos cometidos por inmigrantes ilegales que no son, e incluso acusando directamente a algunas figuras políticas y mediáticas del otro espectro político. Todo ello financiado y apoyado, ya sea de manera directa o indirecta por una persona multimillonaria, Elon Musk, que parece querer llevar al precipicio a una red social de la que gozan, o al menos antes gozaban, millones de personas en todo el mundo.

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