Arcadi Espada fue uno de los protagonistas de la pasada semana. El columnista prendió la mecha con un artículo publicado en El Mundo en el que escribió: “Aznar se equivocó con Rufián. A Rufián hay que contestarle en sede parlamentaria diciéndole: ‘La polla, mariconazo, cómo prefieres comérmela: ¿de un golpe o por tiempos?’”. Sus palabras provocaron el enfado de buena parte de la comunidad LGTBI, así como de varios redactores de El Mundo, que publicaron una carta anónima denunciando el tono de la carta por sus groserías, así como los tintes homófobos de la misma. Ahora, Espada vuelve a la carga y, esta ocasión, además de explicarse y llamar mentirosos a todos los que reprodujeron sus palabras, califica de trols a los que escribieron y respaldaron la carta en la que le critican.

El columnista aclara que no le llamó directamente a Rufián mariconazo ni le preguntó por cómo le gustaría que le comieran “la polla”. Sino que explicó “las dos posibilidades que tenía el presidente Aznar para afrontar el impostado salvajismo parlamentario de Rufián”, que “eran negarse a responderle o pagarle con su misma moneda” y responder con los términos ya utilizados.

“Si por azares del destino hubiera de sufrir alguno de sus interrogatorios parlamentarios habría alguna posibilidad de que le soplara exactamente la frase que le recomendé utilizar al expresidente del Gobierno.”, insiste Espada en su artículo Que se pongan hojas (y folios).

El columnista asegura que “a Rufián hay que ponerle un espejo, al menos una vez en la vida, para que compruebe a dónde se llega por el camino que propone. Depende de cómo yo viniera aquel día pudiera ser que utilizara la palabra mariconazo para dirigirme a su señoría. Pero quién sabe: tal vez utilizara cabronazo. O el mamalonaso característico del cubano Abreu”. “También podría decirle te voy a joder vivo”, continúa Espada, quien asegura que Rufián no se sintió ofendido

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“Hay una gran diferencia entre replicar (incluyendo la ironía, la sátira y hasta el escarnio) y perseguir; y es la diferencia entre la libertad y el totalitarismo”, escribe el columnista, quien asegura que no será él quien le niegue “la libertad de expresión” a las personas ofendidas.

Pero las palabras más duras han sido para los redactores de El Mundo que respaldaron y/o escribieron la misiva contra él. A ellos les califica de trols, “pero en fin, no voy a negarles yo la libertad de expresión, por más que en su exigencia de tomar medidas -y sobre todo en su tuteo al director- cualquier chucho entrenado husmee el falangismo”.