Torre Pacheco está siendo testigo de momentos de máxima tensión y violencia. Entre los que están siendo perseguidos por los ultras que han organizado "cacerías" xenófobos se encuentran los periodistas y, casualidad o no, las reporteras están siendo uno de sus grandes objetivos. Es el caso de Esther Yáñez, desplazada a la localidad murciana por parte de Malas Lenguas. La periodista era acosada e increpada el pasado martes por los asistentes a una nueva convocatoria, que la llegaron incluso a perseguir o lanzar agua. Un día después, Yáñez explicaba desde el programa de La 2 que el acoso ha aumentado.
La reportera conectaba con Jesús Cintora desde Torre Pacheco y arrancaba asegurando que a estos ultras "les molesta que destapemos sus bulos y que les dejemos en evidencia". Inmediatamente, la reportera desvelaba que, lejos de calmarse las aguas, el acoso no ha hecho más que crecer en las últimas horas: "Esas amenazas han pasado de la plaza del Ayuntamiento donde estábamos ayer a las redes sociales. En las últimas horas, en lugar de calmarse la situación, lo que estamos leyendo en redes contra mí y otros compañeros periodistas son insultos machistas, amenazas de muerte: 'perra', 'zorra', 'hija de puta'. Es que lo digo así como suena aunque suene crudo porque es importante porque es la realidad a la que estamos expuestos en este momento".
Yáñez apuntaba a que este acoso no solo se ha materializado en insultos, sino en una invasión de la privacidad: "No contentos con esto también exponen públicamente nuestra vida personal, cuelgan nuestras fotos, lo han hecho conmigo, con mis amigos y familia. Amenazan con el clásico 'me he quedado con tu cara', 'sé donde vives', 'date la vuelta cuando salgas de casa". Así, explicaba que las "amenazas han ido a peor, in crescendo" con "cada vez más insultos, cada vez más amenazas de muerte incluso, señalamientos públicos, pidiendo que se me señale por la calle, que tenga cuidado con mi espalda o pidiendo, incluso, mi dirección".
La periodista se preguntaba "hasta cuándo tenemos que soportar esto por el mero hecho de portar este micrófono": "No les gusta que trabajemos para la televisión pública. De hecho, Javier Negre, uno de los principales pseudoperiodistas y agitadores, ha puesto en un tuit que él se va a encargar de que cuando gobierne el PP y la derecha yo no tenga más trabajo y tampoco exista este programa, al hilo de lo que dijo Abascal".
"Las amenazas son constantes, no solo contra mí, también contra otros compañeros y compañeras que estamos aquí para ejercer el derecho al periodismo como estamos intentando hacer y hacemos con rigor y profesionalidad cada día en Malas Lenguas", proseguía Yáñez, afirmando que el "único objetivo" es "desacreditarnos como profesionales y como personas que tenemos una vida". "Quieren que nos callemos, que la televisión pública no esté aquí al pie del cañón contando la última hora y eso no lo van a conseguir", sentenciaba.
❌ Las amenazas de los ultras han pasado a las redes sociales: insultos, amenazas de muerte, exponiendo su vida personal...
— Malas Lenguas (@MalasLenguasLa2) July 16, 2025
▶️ Así relata @EstherYez cómo vivió el acoso de ayer en Torre Pacheco.
👉 "Les molesta que destapemos sus bulos y que les dejemos en evidencia".… pic.twitter.com/yF34qecJbZ
Así relata Esther Yáñez el acoso ultra
Los espectadores fueron testigos de cómo una masa de personas rodeaban, insultaba, perseguían e incluso lanzaban agua al equipo de Malas Lenguas en Torre Pacheco. El programa no cortó la conexión en ningún momento, de manera que la audiencia pudiera ver la realidad de lo que ocurre con estos grupos ultras.
La reportera lo narraba así 24 horas después: "Fue impresionante, fue un camino hacia la incertidumbre y de antemano digo gracias al programa por no haberse llevado la conexión porque creo que es importante que esto se vea, porque sino luego ellos pueden propagar los bulos tranquilamente".
"Nada más comenzar a hablar en esa conexión, empezaron a increparnos y, en ese momento, entre toda esa turba de gente que me rodeó, yo no sabía quiénes eran amigos y quiénes enemigos. Yo solo escuchaba los gritos, las amenazas y veía como nos rodeaban e increpaban cada vez más y no teníamos el espacio vital necesario ni para caminar. Yo iba narrando como podía la situación sin escucharte a ti y fuimos dando a la vuelta a la plaza del Ayuntamiento mientras yo iba contando lo que pasaba", explicaba
"Buscaba a la Policía, pero no aparecía. Había muchos brazos, muchos compañeros que me llevaban pero la realidad es que yo no sabía quien era enemigo y quien amigo porque la turba estaba amenazándonos constantemente, insultándonos, tirándonos agua y cerveza, etc. De repente apareció la Policía, pero unos minutos que se hicieron eternos. Ellos no se movieron, tuvimos casi que encontrarlos nosotros y una vez que les encontramos nos rodearon y protegieron", concluía.