El 31 de noviembre llegaba a los cines Los tigres, el nuevo y ambicioso drama dirigido por Alberto Rodríguez, que sumerge al espectador en el mundo invisible ,y peligroso, de los buzos industriales. Una historia que combina acción, emoción y un retrato íntimo de la relación entre dos hermanos -interpretados por Bárbara Lennie y Antonio de la Torre- que luchan por sobrevivir en un entorno hostil, tanto bajo el agua como fuera de ella.
En la película, Bárbara Lennie da vida a Estrella, una mujer que coordina a un equipo de buzos profesionales encargados de misiones de reparación submarina. Su hermano, interpretado por Antonio De la Torre, se enfrenta a sus propios fantasmas personales mientras el trabajo se vuelve cada vez más peligroso. Ambos actores han hablado con nosotros sobre el rodaje, la dureza física y emocional del proceso y el descubrimiento de un oficio tan extremo como desconocido.
Entrevista con Bárbara Lennie y Antonio de la Torre
P: ¿Qué ha supuesto para vosotros enfrentaros al entorno del buzo profesional, tanto física como mentalmente? ¿Recordáis algún momento especialmente difícil del rodaje?
Bárbara Lennie: Para mí ha sido un reto enorme. Es todo un universo que desconocíamos y, cuando te metes en él, te das cuenta de lo demandante que es, de lo preparada que hay que estar. Aunque yo no tenía que hacer muchas inmersiones en la película, hice toda la formación para entender el mundo en el que me estaba metiendo. Mi personaje, Estrella, se encarga de preparar a los buzos, de sacar y colocar los equipos, así que tuve que aprender mucho de la logística real de ese trabajo. Fue un aprendizaje físico, emocional y técnico.
Antonio de la Torre: Sí, había días que eran especialmente duros. Bárbara tenía más centro, más capacidad para concentrarse, pero yo había jornadas en las que lograba amigarme con estar debajo del agua y otras en las que era bastante agobiante. El rodaje fue muy complejo: hubo momentos en que, más que recordar un día difícil, pienso si hubo alguno que no lo fuera. Todo era un reto constante.
P: ¿Podéis contarnos algún episodio concreto del rodaje?
Antonio de la Torre: Recuerdo una escena muy importante en la que Bárbara me ayuda en un momento crítico. La rodamos en una piscina, pero fue agotador. No se oía bien cuando decían “acción” porque estábamos bajo el agua y todo dependía de un equipo técnico que venía de Malta. Un plano de ocho segundos podía requerir dos horas de trabajo, porque había que coordinar a muchísima gente para que todo saliera bien.
Y lo más curioso fue que, cuando creíamos que rodar en Alicante, en la Ciudad de la Luz, sería más cómodo, nos encontramos con una piscina de treinta por treinta metros llena de agua de desaladora… con cuatro veces más concentración salina que el mar. Acabábamos con los ojos rojos como tomates. Todo fue durísimo, física y mentalmente.
Bárbara Lennie: Sí, fue un rodaje muy exigente. Aunque estuviéramos en piscina, cada detalle contaba: los equipos, los trajes, los movimientos. Teníamos que mantenernos quietos incluso al borde del agua porque cualquier vibración afectaba al plano. Era un rodaje donde el control era casi imposible, y eso lo hacía fascinante también.
P: ¿Os sorprendió algo del mundo del buzo industrial que no esperabais?
Bárbara Lennie: Muchísimo. Es una profesión durísima que pasa totalmente desapercibida. Hablamos con muchos buzos reales durante la preparación. Uno de ellos, Jesús del Moral, incluso interpreta a Carlos en la película. Otro, Edu, fue un poco mi alter ego: me dobló en algunas secuencias y nos guiaba en las acciones bajo el agua.
Antonio de la Torre: A mí me impresionó especialmente el nivel de peligrosidad. Cuando se rompe una tubería a cuarenta metros bajo un petrolero, hay alguien que baja allí a arreglarla. En España hay solo cuarenta mujeres buzo industrial, y se enfrentan a corrientes, oscuridad total, suelos de limo que se mueven, una falta de visibilidad absoluta. Y lo más increíble: no tienen horarios fijos, pueden trabajar de noche, de madrugada, cuando sea necesario. Es uno de los oficios más exigentes que he conocido.
Bárbara Lennie: Y la gente no es consciente de que todo lo que usamos a diario -la gasolina, el petróleo, los plásticos- pasa por manos como las suyas. Hay personas que hacen ese trabajo invisible para que nuestras vidas sigan funcionando.
P: La película también refleja una tensión entre lo físico y lo emocional, especialmente en la relación entre los hermanos. ¿Dónde os habéis sentido más cómodos, en la parte más física o en la más íntima y familiar?
Antonio de la Torre: En la familiar, sin duda. Es un territorio que conocemos, que dominamos, donde puedes relajarte un poco más. Nos entendíamos muy bien como actores y eso se nota.
Bárbara Lennie: Sí, la parte emocional fue más amable, más cálida. Entre tanto esfuerzo físico, rodar esas escenas familiares era casi un respiro.
P: Si tuvierais que describir Los tigres con tres adjetivos, ¿cuáles serían?
Antonio de la Torre: Trepidante, claustrofóbica, apasionante.
Bárbara Lennie: Retadora, agotadora… y atmosférica, definitivamente.
Antonio de la Torre: Sí, atmosférica. Tiene una atmósfera muy potente, envolvente, que te mete de lleno en ese mundo submarino.
Los tigres es una experiencia cinematográfica total: una historia de supervivencia y vínculos familiares, rodada con una precisión técnica que roza lo imposible. Lennie y De la Torre firman dos de sus interpretaciones más intensas en una película que combina suspense, emoción y una mirada honesta a los oficios invisibles del mundo real.
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