La revolución industrial, que tuvo lugar durante el último cuarto del siglo XVIII, es un momento histórico que cambió la vida de millones de personas. “Hoy nos encontramos en un punto de inflexión similar, en el que una nueva tecnología, la inteligencia artificial (IA) generativa, podría cambiar nuestras vidas de manera extraordinaria y, posiblemente, existencial. Incluso podría redefinir el significado de ser humano”.

Así lo afirmaba el pasado 5 de junio en la universidad de Glasgow Gita Gopinath, primera subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), en su discurso conmemorativo del 300 aniversario del nacimiento del economista Adam Smith.

La IA podría sacudir el mercado laboral de una manera nunca vista

No solo buenas noticias

En su intervención, se refirió a las ganancias en productividad. Pero no todo son buenas noticias: “La IA podría sacudir el mercado laboral de una manera nunca vista. Últimamente hemos asistido a la pérdida de empleos de nivel medio debido a la automatización, lo que ha dado lugar a la formación de grandes grupos de empleos bien pagados y mal pagados en ambos polos de los mercados laborales”.

Por tanto, los beneficios de esta tecnología están más en tela de juicio que nunca: “¿Cuál será el efecto neto en el mercado laboral? No está en absoluto garantizado que la IA vaya a beneficiar a los humanos, ni que los beneficios de los ganadores serán suficientes para compensar a los perdedores. Es muy posible que la IA se limite a sustituir empleos humanos sin crear nuevos puestos de trabajo más productivos a los que puedan dedicarse los humanos”.

Necesitamos encontrar un equilibrio entre innovación y supervisión

A escala mundial

Gopinath asegura que el impacto de esta tecnología es tan profundo, que no se puede intentar dar soluciones a escala local o regional: “Necesitamos encontrar un equilibrio adecuado entre el apoyo a la innovación y la supervisión regulatoria. Debido a la singular capacidad de esta tecnología para imitar el pensamiento humano, necesitaremos desarrollar un conjunto singular de normas y políticas para asegurarnos de que beneficia a la sociedad. Y esas normas deberán tener un alcance mundial. La llegada de la IA demuestra que la cooperación multilateral es más importante que nunca”.

El desarrollo de la IA, a toda velocidad

Otras organizaciones expertas también llaman la atención sobre el desarrollo de la IA y su impacto en la economía. La firma de servicios profesionales McKinsey nos recuerda cómo ChatGPT se lanzó en noviembre de 2022 y solo cuatro meses más tarde se presentó la versión 4, con muchas más capacidades.

Por su parte, la empresa Anthropic, consiguió que en mayo de este año, su IA -llamada Claude- fuese capaz de procesar unos 100.000 tokens de texto por minuto (equivalente a 75.000 palabras, que es la extensión de una novela media), frente a los 9.000 del momento de su lanzamiento en marzo.

El beneficio anual de la IA puede superar al PIB de Estados Unidos

Beneficios

McKinsey cifra en 4,4 billones de dólares el beneficio que la IA puede aportar cada año, más de los 3,1 billones que es el PIB de Estados Unidos. Según sus estimaciones, alrededor el 75% de ese valor se generará en cuatro áreas: operaciones de clientes, marketing y ventas, ingeniería de software e I+D.

Sin embargo, “la IA tendrá un impacto significativo en todos los sectores”. La banca y la alta tecnología, junto a  las ciencias de la vida, se encuentran entre las industrias que experimentarán el mayor impacto en forma de porcentaje de sus ingresos.

En el mundo financiero, se espera que la tecnología genere entre 200.000 y 340.000 millones de dólares adicionales cada año. En el mundo del comercio miniorista y los bienes de consumo, el impacto potencial se sitúa entre loas 400.000 y los 660.000 millones de dólares al año.

Por su parte, el banco de inversión Goldman Sachs calcula que el PIB global crecerá un 7% gracias a esta tecnología. Aunque apuntan a que hay “una incertidumbre significativa” en cuanto a su potencial.

McKinsey asegura también que esta tecnología “tiene el potencial de cambiar la anatomía del trabajo y aumentar las capacidades de los trabajadores individuales al automatizar algunas de sus actividades”.

Una automatización que podría absorber entre el 60% y el 70% del tiempo de trabajo diario. Por eso, es fundamental que se incremente la velocidad de aprendizaje.

No obstante, según McKinsey, para que estas previsiones se hagan realidad, es preciso realizar “inversiones que apoyen a los trabajadores para que puedan cambiar sus labores o sus trabajos”. 

No es de extrañar, por tanto, que Gopinath explique: “Adam Smith, que escribió en los albores de la Revolución Industrial, difícilmente podría haber previsto nuestro mundo actual, 300 años después de su nacimiento. Quizás ahora estemos de nuevo al borde de transformaciones tecnológicas que no podemos prever. Para bien o para mal, los seres humanos no se caracterizan por dar la espalda al progreso científico y tecnológico. Por lo general, seguimos adelante arreglándonoslas como podemos. Esta vez, al enfrentarnos al poder y a los peligros de la mano artificial, tendremos que convocar hasta el último ápice de nuestra empatía y creatividad, que son precisamente lo que hace tan única la inteligencia humana”.