A Stephanie Marin, fundadora y CEO de Work Your Face, se le nota la sonrisa hasta por el teléfono. Tiene la risa fácil, pero discreta, y la respuesta rápida de quien sabe mejor que nadie lo que tiene entre manos. Ambas, clásicas características de las personas inteligentes y resolutivas.

No es de extrañar que se haya convertido en la emprendedora más atípica, quizá, que haya pasado por El Telescopio. Todo lo hace distinto. Y la razón puede que sea que su mayor activo es… la libertad.

La libertad no tiene precio

Una emprendedora atípica

En El Telescopio hemos entrevistado a más de cien emprendedores en los últimos años y Marin se sale de todos los arquetipos de este tipo de perfil. Solo coincide en el comienzo: una ejecutiva de una compañía multinacional que identifica una oportunidad de mercado y lo deja todo para crear su propio proyecto.

A partir de ahí, nada coincide con el teórico manual del emprendedor. Si el camino de las startups suele ir orientado a conseguir inversión para desarrollarse, ella ha optado por utilizar fondos propios. Asegura que ha sido lo más difícil: “Nadie ha invertido dinero, no tengo fondos de inversión, business angels… Es lo que cuesta más, porque sacrificas muchas cosas de tu forma de vida. Para mí era mucho más cómodo, sinceramente, trabajar para una empresa”.

Lo que sí le ha aportado esa falta de necesidades financieras es una de las ventajas de su nueva vida: “la libertad, dentro de una gran responsabilidad. Si tienes que salir, que hacer algo, tienes un viaje -sea de trabajo o no-, tienes esa libertad y creo que eso no tiene precio”, explica.

No estoy en contra del botox pero, si te lo pones, deberías hacer gimnasia facial

La idea de Marin

Marin explica que la idea surgió “un poco para llenar un agujero en el mercado, porque este tipo de servicio no se daba en España, un estudio dedicado únicamente a la gimnasia facial, sin cabinas, espacios diáfanos, en sillas reclinables muy cómodas [risas]”.

Pero la motivación fue también “dar una alternativa al público joven y no tan joven a los tratamientos faciales más invasivos. Hoy en día, a los 20 años ya te dicen ponte relleno en los labios; a los 23, te puedes poner botox, que se te va a arrugar la frente”; o botox a 45 euros al mes.

Sin embargo, aclara: “No estoy en contra del botox ni nada de eso. Pero, si te lo pones, deberías hacer gimnasia facial y masajes faciales, porque es una técnica que para el músculo. Si te pones una escayola en el brazo durante 4 meses, el músculo va a salir dañado, estará débil y tendrás que trabajarlo. Los músculos de la cara funcionan de la misma manera”.

Hemos tenido que explicar mucho para qué sirve, cuáles son sus beneficios

Comienzos

Los comienzos no fueron fáciles, lógicamente. Sobre todo, cuando se trata de unos servicios tan novedosos. Marin explica la dificultad que supone “que la gente lo entienda. Desde fuera, ves un escaparate con cinco sillas y piensan que es una peluquería. Hemos tenido que explicar mucho para qué sirve, cuáles son sus beneficios. Ha sido un trabajo de fondo durante los seis primeros meses”. Una experiencia que sirvió para que la apertura en Madrid haya sido mucho más rápida.

Una dificultad añadida a un cambio de vida que “es muy duro, a muchos niveles. No es fácil, sobre todo cuando tienes gente a tu cargo. Ahora mismo tengo nueve nóminas de personas que tienen familia, que tienen una hipoteca, que confían en ti y en el proyecto”, explica.

El camino diferente de Stephanie Marin

Es otro punto en el que su trayectoria de emprendimiento se separa de la tradicional. En su caso, escalar el negocio supone siempre contratar a más personas que apliquen los tratamientos. No es simplemente desplegar una tecnología.

“Abrimos el primer estudio en junio de 2022 en Barcelona y hace un par de meses inauguramos en Madrid el segundo, porque teníamos muchísimas peticiones de gente que nos preguntaba ¿cuándo venís a Madrid? Así que, nos animamos”, relata.

Rodearse bien

En lo que sí coincide con otros emprendedores en la necesidad de “rodearse bien. Consejeros, amigos que te puedan encaminar, que hayan vivido cosas similares, gente que esté en una startup, que esté en una situación como la tuya”.

“Duermes poco y haces muchas horas, pero si crees en ello y la gente que te rodea también, merece la pena”, asegura.

Futuro

El futuro pasa por Andorra, donde abrirán pronto un estudio y “en 2024, alguna ciudad española más, con franquicia seguramente. Y fuera de España”.

Es consciente de que le queda un largo camino por delante. Para empezar, para concienciar: “Cuando lo prueban, se lo creen porque el resultado se ve en una sesión. Pero, con la vida que llevamos hoy, que ya hacemos un gran esfuerzo para ir al gimnasio, lo más difícil es añadir una rutina. Porque si quieres tener la piel bien o combatir los signos de la edad de forma más natural, necesitas constancia. Venir una vez a la semana sería idea. Pero eso cuesta más. La constancia es la barrera”.