Amelia Bálsamo, Chief Technology Officer [máxima responsable de tecnología] de Uali, es argentina, pero habla desde Berlín, por videoconferencia. Lo hace de forma tranquila y transmite una sensación de familiaridad que, en algunos momentos, te hace olvidar que es la primera vez que charlas con ella.

Esta emprendedora no es tímida, pero sí humilde, hasta el punto de no ser consciente [o no querer serlo] del modelo de comportamiento en el que se ha convertido para muchas mujeres y, sobre todo, para muchas niñas.

Se habla mucho de la disparidad de la tecnología, pero yo no la sufrí

¿Cómo es ser mujer en el mundo de la tecnología?

Ha sido una carrera larga, aunque para algunas mujeres que están en este sector ha sido más larga todavía. Estuve siempre en tecnología. Empecé desde muy chica a estudiar computación y pasé toda mi carrera educativa y profesional alrededor de ella.

Es cierto que somos pocas, pero en todos los lugares en los que estuve, tanto en lo laboral como en lo educativo, siempre tuve el espacio para opinar, ser convocada, postularme a posiciones y ser considerada. Se sigue hablando mucho de la disparidad del mercado laboral de la tecnología, pero en mi experiencia personal no la sufrí. Siempre tuve posibilidades.

Uali puede ser un buen ejemplo…

Sí. Cuando se fundó y los cofundadores buscaron el talento para acompañarlos en el desafío, me convocaron para una parte tan importante, porque el core de la compañía es la tecnología.

Ginni Rometty, CEO de IBM era mi modelo de comportamiento

¿Qué ejemplos de mujeres STEM ha habido en tu vida?

Trabajé 11 años en IBM y en los últimos 8 por lo menos había una mujer CEO. Se llama Ginni Rometty y era mi modelo de comportamiento. La veía como una mujer fuerte, poderosa; de hecho, era una de las más poderosas del mundo. Fue una referencia muy importante para mí.

Amelia Bálsamo, una emprendedora que inspira

Ahora tú puedes ser un ejemplo para otras

Ojalá que sí. Lo tomo con mucha responsabilidad y mucha humildad. Ahora quizá menos, porque me lo dificulta un poco el idioma. Hice una pequeña actividad de voluntariado con niñas de 12 o 13 años para incorporarlas al mundo de la tecnología. En Argentina las hacía a menudo.

¿Qué tiene que tener una mujer para ser buena en tu sector?

Ganas. Echarle ganas, tener la curiosidad de aprender, de investigar, de explorar, de nutrirte. En mi carrera, los hombres que han estado alrededor, que han sido un montón, porque en un equipo éramos 20 muchachos y yo -y siempre la presencia de mujeres en estos equipos era muy reducida- sin embargo, todos fueron siempre muy compañeros.

Mi recomendación es dedicar un ratito a no perder la curiosidad, a ver qué hay de nuevo

La tecnología avanza a toda velocidad. ¿Cómo se lleva tener que volver a aprender todo lo que sabías?

Es difícil estar al día, la realidad es esa. Antes, cuando estaba más en el día de la implementación y la ejecución, podía estar más en contacto quizá con lo que iba saliendo. A medida que me fui desarrollando y fui ocupando posiciones de liderazgo, empecé a sentir esa distancia. Es más difícil seguir el camino.

Pero mi recomendación es dedicar un ratito -si no se puede al día, a la semana- a no perder esa curiosidad, a ver qué hay de nuevo, tener una idea de los temas de interés que te motiven, más allá de lo que tengas que aprender para tu trabajo.

Nosotros estamos con drones y con inteligencia artificial y todo el tiempo están saliendo cosas nuevas y empresas que fabrican drones con nuevas capacidades o cámaras y sensores muy específicos; es un mundo enorme en el que es fácil perderse y difícil estar al día.

¿Qué papel juega la tecnología en la sostenibilidad y la energía?

La velocidad. Por ejemplo, para hacer una inspección completa en una red eléctrica una persona puede tardar días, semanas o meses. Con un dron, se evita estar con la dificultad de los caminos. El dron se levanta en el aire y sigue la línea, aunque vayan por las montañas y por lugares que son de difícil acceso por tierra.

Y la versatilidad. Uno puede incorporar en el dron todos los sensores para detectar varios defectos o incluso fugas. Eso permite hacer muchas inspecciones a la vez, que de forma manual tendrías que realizar con diferentes cuadrillas.

Quizá reduce también el error humano. Nosotros tomamos 1 GB de datos por cada hora de vuelo de un dron. Toda esa información, una persona tendría que estar sentada comparando imágenes. Nosotros con la visión artificial hacemos en análisis automático y en cuestión de minutos tienes los resultados. Se evita el agotamiento, las tareas monótonas y puedes atacar directamente el problema.