Blanca Miñano, fundadora de Skinvity, comenzó su carrera profesional como economista, gestionando riesgos financieros. Quizá por eso, su estilo de emprendimiento es muy diferente al de los demás.

En lugar de ir a toda velocidad, como suele suceder en el mundo de las startups, ella ha ido paso a paso, sin prisa y con la pausa necesaria. Y ha demostrado el valor del equilibrio entre ambas en la creación de un proyecto propio.

La idea surge de un viaje con una amiga que vivía en Shangai

No todo es correr

Cuando hablas con ella, puede dar la sensación de que todo ha sido -y es- fácil. Su conversación tiene poco que ver con el estrés de la mayoría de quienes han recorrido un camino similar al suyo. Tiene la risa fácil, el tono sosegado de quien lo mantiene todo bajo control y, a la vez, el foco en el crecimiento y en las nuevas oportunidades para su proyecto.

“La idea surge de un viaje con una amiga que vivía en Shangai en ese momento”, recuerda. “Cuando íbamos a irnos a la cama y lo típico que vas al baño a darte la crema, sacó un dispositivo de tecnología cosmética de uso en casa y claro, todas las del viaje nos quedamos alucinando. Le preguntamos y nos dijo que en Shangai lo tenía todo el mundo, todas sus amigas tenían algo parecido”.

A partir de ahí, comenzó una labor de investigación para entender “qué otros dispositivos había. Intenté contactar con ese fabricante e intenté buscar si, además de en Asia, en otras geografías había proyectos de este tipo que estuvieran funcionando. Eso me permitió verificar que, efectivamente, en el sector de la tecnología cosmética podía haber algo”, narra.

Lo que hice fue buscar un trabajo que me permitiese compatibilizarlo

Sin prisa y con pausa

En lugar de dejarlo todo de golpe para lanzarse a emprender, Miñano optó por una estrategia que refleja muy bien su capacidad para gestionar riesgos: “Lo que hice fue buscar un trabajo que me permitiese compatibilizarlo. No me lancé de 0 a 100. Tenía más tiempo disponible para emprender en paralelo. Y cuando llevaba poco menos de un año, ya me decidí a dar el salto en todo”.

En su trabajo anterior había tenido la oportunidad de incorporarse al área de transformación digital. “En ese período de tiempo hicimos varias inversiones en startups y ese fue mi contacto con el ecosistema emprendedor”.

Eso fue lo que le hizo ver nuevas oportunidades en su futuro: “A partir de ahí empecé a pensar, conocí más de cerca todo este mundo y empecé a sentir interés por hacer algo que fuese mío”.

No tener inversores nos da muchísima libertad

La libertad para Blanca Miñano

Esa falta de prisa ha hecho también que pueda disfrutar de una situación muy envidiada por quienes se han lanzado a crear su propio proyecto:  “No tengo inversores. Como soy economista, una de las cosas que he cuidado mucho son los aspectos económicos del proyecto y tener mucha independencia. Cuando lanzas un e-commerce en el año 2020, es muy difícil que un inversor, sin que haya tracción, vaya a invertir. Tienes que demostrar primero tracción”.

En esa búsqueda de conseguirla “con unos números que nos acompañasen”, al final “conseguimos una independencia financiera. Ahora mismo estamos en un punto en el que nunca hemos realizado una ronda de inversión, porque el proyecto se financia solo”.

Asegura que eso “nos da muchísima libertad. Y, además, el hecho de que estemos consiguiendo financiar todo lo que podemos hacer es muy creativo, muy bonito y te hace sentir orgullo de que ya podamos estar haciendo cosas más grandecitas”, explica entre risas.

Aunque el proyecto se lanzó con otra socia, esta decidió abandonarlo y ahora es ella quien lo lidera íntegramente: “La ventaja principal es que no te tienes que poner en contacto con nadie ni coordinarte con nadie. Tomas las decisiones tú sola. Eso también puede dar un poco más de vértigo”.

Pero, como no podía ser de otra manera, ha encontrado la fórmula para superar ese escollo: “Yo lo que intento es suplir esa falta de socios y esa responsabilidad apoyándome en mi equipo y de la mano de mentores. Siempre hay otros emprendedores que no tienen ningún problema en echarte una mano en cualquier momento para resolver una duda”.

Los retos a los que se ha enfrentado Blanca Miñano

Por supuesto, no ha sido un camino de rosas. Ha tenido que superar dificultades, como todo el mundo: “Lo más difícil ha sido dar el paso a la fabricación, porque no tengo experiencia en ese campo y pasar de distribución, que al final es cerrar acuerdos, son otras habilidades. Fabricar producto propio no solo requiere conocimiento, también inversión; y para eso era necesario que el proyecto generase recursos que nos permitiesen dar ese salto”.

Aun así, reconoce que el entorno es favorable: “Es un momento muy bonito, el autocuidado está en un momento muy dulce. El reto no ha sido tanto diferenciarnos de la competencia, porque no había tantos competidores, como la generación de demanda, el conocimiento de qué es la tecnología cosmética y qué puede hacer por ti”.

Merece la pena

“Requiere esfuerzo y sacrificios que hay que hacer, pero sin duda es una inversión. Se lo recomiendo a todo el mundo”, afirma categórica. Y añade que “siempre tenemos la idea de que el camino del emprendedor es muy arduo y, como cualquier trabajo, tiene sus dificultades, pero a la vez, la satisfacción, lo que te permite crear, lo que aprendes, no tiene precio”.

Ahora, Blanca Miñano mira al futuro con la misma ilusión y la misma prudencia: “Lo que hacemos es actividad en España, cien por cien B2C, directo al consumidor. Ahora que tenemos tecnología propia, queremos empezar a cerrar acuerdos B2B a nivel nacional e internacional. En lugar de vender a una persona en la web, queremos explorar la posibilidad de hacerlo a través de otros distribuidores, que tengan presencia en el canal online o en el físico, a nivel nacional e internacional”.