Te preguntarás qué manía nos ha entrado en El Telescopio con los plásticos y los microplásticos. El viernes, les dedicamos nuestro cuestionario y hoy queremos contarte un proyecto que lucha contra su llegada a ríos y mares.

Se llama Captoplastic y es una compañía de base tecnológica promovida por la Universidad Autónoma de Madrid [UAM] y reconocida como empresa basada en el conocimiento. Su solución es tan buena, que ha sido la ganadora de los eAwards Spain 2021 de fundación everis.

Hemos hablado con Raquel Parra, su CEO, para que nos revele los secretos de una solución que evita que el plástico llegue a ríos y mares y para que nos dé las claves del emprendimiento industrial, que es diferente a otros tipos.

Su solución elimina los errores provocados por el factor humano en la identificación y medición de microplásticos

Un estándar

“Hemos desarrollado un método estandarizado para identificar y medir los microplásticos”. Algo que es especialmente relevante, porque como nos explica ella misma, “los que existen, dependen mucho del ojo humano y de la destreza de quien lo haga. En nuestro método, el factor humano no influye”. 

En 2018, la UAM desarrolló una tecnología "que es capaz de cuantificar, identificar y eliminar los microplásticos del agua”. Ese fue el origen de Captoplastic, que nació en junio de 2020.

El plástico recuperado se puede utilizar como materia prima para fabricar suelos, ropa bolsas y otras aplicaciones 

Reutilización de residuos

Con esa tecnología, se separa el plástico que se encuentra en el agua. Y los residuos recuperados se pueden reutilizar como materia prima. La compañía tiene en mente su uso para suelos [como, por ejemplo, los que se pueden ver en parques infantiles], ropa, bolsas y otras aplicaciones.

El objetivo no es crear plantas de reciclaje propias, sino incorporar la solución a las ya existentes. “Es una tecnología muy flexible, que se adapta a otras instalaciones”. Eso permite realizar una labor de prevención: “Nos estamos enfocando en plantas de depuración de aguas residuales y plantas de depuración industriales, que es donde se concentran y es fácil tratarlos. Nos colocamos antes de que el plástico llegue al río o al mar”, señala Parra.

Los investigadores son todos de la UAM y tiene un nivel técnico muy alto

Escalar, clave

Uno de los grandes retos era “conseguir que algo que funcionaba en el laboratorio, a pequeña escala, pudiera hacerlo también en continuo”. Reconoce que “ha sido complicado” pero el proceso ha sido productivo, porque incluso “se han creado nuevas patentes”.

Parra destaca el papel del equipo técnico en el éxito del proyecto: “Los investigadores son todos de la UAM y tiene un nivel técnico muy alto. No ha sido fácil, pero hemos logrado muchos hitos de forma muy rápida”.

El emprendimiento industrial es diferente, sobre todo en los tiempos

Pero no han sido los únicos, también los inversores, que en estos entornos se enfrentan a situaciones más exigentes. “El emprendimiento industrial es diferente, sobre todo en los tiempos. Hemos tenido que pasar un año para crear el concepto. Va más despacio. Validar toda una tecnología, escalarla, ponerla en el mercado, probarla… Los inversores tienen que entender los plazos. Vamos bastante rápido, no es que vayan a ser cinco años, pero no son seis meses”.

Proyectos

Ahora, el plan es implementar la tecnología en empresas públicas y mixtas responsables de las plantas de tratamiento de aguas residuales, así como las que las construyen y diseñan. Por otro lado, también son clientes potenciales las empresas plásticas y las que, sin serlo, utilizan estos materiales y pueden incorporar la solución para no contaminar y, además, recuperar parte de la materia prima.

A medio plazo, “el objetivo es implantar la tecnología en las lavadoras. El textil es una fuente de contaminación importante del agua. Las telas sintéticas son plásticos que contaminan”, explica. Y para 2026, contar con una planta instalada en una depuradora de aguas residuales.

Un perfil mixto

Parra, que es ingeniera química y tiene un MBA, asegura que la parte de su perfil de acercamiento al mercado y desarrollo de negocio “ha venido muy bien”. Y reconoce haber tenido suerte porque su experiencia anterior le ha permitido aprender y gestionar proyectos.

Pero reconoce que responsabilizarse de toda una compañía “da un poco de miedo cuando te lo proponen y es muy duro, porque es mucho trabajo. Pero estoy muy contenta, en la aventura”.

Dos consejos

Para terminar, le pedimos dos consejos. El primero, para animar a las mujeres a estudiar carreras STEM [ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas]. “La ingeniería es un mundo muy bonito para estudiarlo y además te abre muchas puertas porque hay muchísimas posibilidades de trabajar en diferentes partes que te puedan gustar: desde la investigación, la parte muy técnica, la más mecánica, la de desarrollo… Tiene un campo muy amplio que aporta muchos conocimientos que dan mucha base para el futuro. Es difícil estudiarla, pero te da mucha satisfacción porque te abre muchos caminos”, responde. Y, entre risas, añade: “También soy Industrial y se dice que sabemos poco de muchas cosas”.

La segunda recomendación es para quienes estén pensando en emprender. Para ella, las claves son “elegir muy bien quién te acompaña, tanto en la parte técnica como en la económica. No tener miedo, lanzarse, esto es un aprendizaje constante. Encontrarás muchos momentos de mucho trabajo y cansancio, pero merece la pena”.