Hablar con Antonio Espinosa de los Monteros siempre te garantiza que vas a escuchar cosas que otras personas no quieren, no pueden o no saben decir. Es el CEO de Auara, una empresa social que tiene como objetivo facilitar el acceso a agua potable de comunidades en países como Camerún o Madagascar, a base de vender aquí sus propias botellas. Cuando lo entrevistamos el pasado mes de abril, nos contó en detalle el proyecto, así que te dejamos aquí el enlace, por si quieres tener más información al respecto.

En esta ocasión, queríamos que nos explicase qué impacto ha tenido la pandemia en el emprendimiento social. “Estábamos creciendo un 100 por ciento, doblábamos ventas, y pasamos a caer un 90 por ciento. Fue una locura. Durante varios meses estuvimos haciendo malabares y a punto de tener que cerrar. Ha sido duro”, explica.

Antonio Espinosa de los Monteros, CEO de Auara, en uno de sus proyectos en Benin
Antonio Espinosa de los Monteros, CEO de Auara, en uno de sus proyectos en Benin

La falta de acceso a agua potable que afecta a más de 700 millones de personas en el mundo

Un problema mundial

Pero lo más grave es la incapacidad de nuestra sociedad para acabar con el problema de falta de acceso a agua potable que afecta a más de 700 millones de personas en el mundo. Aunque Antonio señala que esa cifra puede llegar a los 2.000 millones en función de las fuentes consultadas y de cómo define cada una de ellas “potable” y “acceso”.

“Lo que sí estamos notando en general es que llevamos varias décadas en las que tanto en acceso al agua, como en pobreza extrema, va cayendo el número de personas en esas situaciones”, afirma.

Todavía no somos capaces de cuantificar el impacto de la pandemia

Aspectos negativos

Sin embargo, no todo son buenas noticias: “La pandemia ha tenido bastante impacto. Creo que todavía no somos capaces de cuantificarlo de una forma clara, pero estamos viendo que no solo por la reducción del apoyo a la cooperación -que es un aspecto clave-, sino también por la ralentización de la economía mundial y la contracción de las cadenas de valor mundiales. Al final, estos países, que suelen ser los que se están desarrollando como proveedores en esas cadenas de valor, si todo eso se para, sufren bastante”.

Sobre todo, si tenemos en cuenta “otro punto más, que es difícil de cuantificar. Es el efecto del cambio climático, que lo estamos viendo en algunos países concretos en los que trabajamos”.

La desertificación de la selva en Camerún está muy promovida por el gobierno y grandes empresas

Casos concretos

Nos detalla la situación en países que conoce bien, como la “destrucción de ecosistemas, que son realidades que llevamos viendo años, por ejemplo en Camerún. Lo que ocurre allí es la desertificación de la selva, que está muy promovida a nivel del gobierno y grandes empresas que hacen prácticas bastante cuestionables”.

Un proceso que “está dejando a comunidades enteras, principalmente de pigmeos -que son nómadas y se dedican a la recolección-, sin casas, sin hábitat y sin una forma de subsistir. Están acabando en las periferias de los pueblos en situaciones muy lamentables.”

Otros casos graves son los de Madagascar e India, “donde llevan décadas de sequías bestiales. Tenemos una campaña de pozos para este año, porque tienen unos problemas de suministro de agua brutales en comunidades en las que antaño llovía y se sostenían solas”.

Dinero hay, el problema es que muchas veces se utiliza mal

Problema de gestión

Este emprendedor social afirma que “el problema fundamental de la pobreza no es de dinero, es de gestión. Dinero hay. El problema es que muchas veces se utiliza mal”.

Y reconoce que “esto es bastante impopular, porque lo fácil es decir hay que donar más, hay que dar más. Y es cierto, seguramente haya que hacerlo más. Pero, sobre todo, hay que hacerlo mejor”.

Para conseguirlo, asegura que “más que centrarnos en compromisos políticos de vamos a poner tanto dinero o hacer esta donación específica, hay que entrar al fondo de los problemas y hacer estrategias muy concretas y ser capaces de ejecutarlas”.

Ya estamos en niveles de 2019 y esperamos entrar en otros aún mejores

Poner soluciones

Por su parte, en Auara, tienen el empeño de seguir formando parte de la solución y no del problema. A pesar de que la travesía ha sido más larga y complicada de lo esperado: “Cerramos 2020 con mucha dificultad y empezamos este igual, porque hubo la última ola de principios de año, enero – marzo, y parecía que no acababa nunca esto”.

El sufrimiento empezó a remitir a partir de abril. “Llevamos unos meses de crecimiento de forma sostenida. Ya estamos en niveles de 2019 y esperamos entrar en otros aún mejores”, dice con tono de alivio. “Estamos en la senda pre-Covid. Digamos que ha sido un paréntesis de casi dos años de pandemia, pero ahora estamos muy contentos. Creciendo mucho en ventas, con proyectos nuevos, tenemos productos y apertura de distribución de clientes”.

Para 2023 tenemos el objetivo de llegar a 200.000 personas beneficiadas

Futuro

En Aura ven buenas perspectivas de futuro. Antonio asegura que tienen “muchos proyectos. Vamos a cerrar el año con más de 75.000 personas atendidas de agua, más de 120 proyectos terminados, 19 países, casi 4 millones de horas evitadas de caminar a mujeres y niños, 17 millones de botellas de plástico recicladas… La verdad es que los números de impacto son muy buenos. Estamos muy contentos con eso. Con mucho porvenir”.

No se detienen ahí. “Para 2023 tenemos el objetivo de llegar a 200.000 personas beneficiadas”, afirma. Y añade que “el año que viene y el siguiente volvemos a nuestro plan de diversificación”, que había arrancado con el lanzamiento de marca de refrescos de comercio justo [Selva y Océana] y que tuvieron que retirar del mercado como consecuencia de la pandemia y su impacto en el sector hostelero. “El producto ganó un montón de premios, pero no pudimos venderlo. Fue un poco frustrante. La idea es relanzarlo, diversificar el porfolio y tratar de meter nuestros valores de impacto social y de sostenibilidad en nuevas categorías”, detalla.

Water Square es una edición limitada con la que hemos financiado un pozo en Kenia

Mantener los proyectos

A pesar de la que ha caído, han sido capaces de “mantener los proyectos, porque tenemos dos fuentes de financiación para ellos. Una es la propia actividad de la empresa, nuestras ventas y el beneficio que generamos. La otra son las aportaciones extraordinarias de clientes nuestros a los que les gusta lo que hacemos y tienen un presupuesto para donar a proyectos y quieren que se lo gestionemos”.

También han desarrollado iniciativas “curiosas”, según sus propias palabras; como una colaboración con Haan, el fabricante de gel hidroalcohólico, con el que han creado Water Square, agua al cuadrado. “Es una edición limitada con la que hemos financiado un pozo en Kenia”, explica.

Nuestro modelo no requiere aportación constante del exterior

Una estructura sólida

El éxito ha sido consecuencia, sobre todo, de su capacidad para generar iniciativas a largo plazo.  “Hemos conseguido mantener el presupuesto de los proyectos. Los que hemos ido desarrollando en años previos, yo creo que gracias también a que nuestro modelo se basa mucho en la sostenibilidad de los proyectos y no requiere aportación constante del exterior, sino que se hace la infraestructura, se desarrolla el proyecto y luego lo que hay es una parte de formación y generación de comités en la comunidad. Por eso no hay proyectos que se hayan quedado sin financiación o problemas estructurales”, dice.