En El Telescopio, estamos dedicando estas últimas semanas del año a hablar con algunas de las emprendedoras más destacadas de nuestro país. Ya te hemos presentado a Marta Caparrós, que pasó de de limpiar casas en Australia a emprender y casi morir de éxito; y a Esther Molina, que crea redes de contacto y apoyo entre las propias mujeres que fundan y dirigen startups.
Hoy te traigo una nueva historia de la que aprender, si quieres dedicarte a emprender. Beatriz Crespo ha construido una trayectoria singular que combina investigación científica, medicina, deporte, tecnología y emprendimiento. Con dos doctorados —uno en Alto rendimiento deportivo y otro en Medicina— su carrera comenzó en el Hospital de Parapléjicos de Toledo, donde investigó el impacto de la fatiga en deportistas paralímpicos-. Más adelante amplió su trabajo a población general y pasó por la Universidad de Stanford para profundizar en genética y medicina preventiva.
He hablado con ella, para que nos dé su visión sobre el emprendimiento y qué aprendizajes podemos extraer de su experiencia.
Genética para prevenir enfermedades, no solo curarlas
Prevenir
Su objetivo, desde el principio, ha sido entender cómo prevenir enfermedades y cómo las pequeñas modificaciones en nuestra conducta pueden marcar una diferencia real en el bienestar y el rendimiento.
Su paso por la universidad de Stanford la llevó a profundizar en sus ideas, con un objetivo muy claro: “Saber qué se estaba haciendo en torno a la genética y cómo podíamos prevenir enfermedades, no solo curarlas”.
El poder de lo pequeño
El concepto de microhábitos nació de una pregunta que Crespo no dejaba de hacerse: “Empecé a buscar por qué nos cuesta tanto cuidarnos”, recuerda. Y en esa búsqueda descubrió que la clave no estaba en grandes cambios, sino en pequeñas rutinas de menos de dos minutos: “Hay pequeños gestos, microhábitos, que, si eres capaz de ir incorporando, te facilitan acceder a otros más grandes”.
Su libro Microhábitos saludables —publicado en España, Portugal, Italia y China— se centra en estos pequeños cambios que permiten romper patrones arraigados. Como ella misma explica: “Si siempre te has visto como alguien perezoso, un microhábito puede ayudarte a cambiar ese chip”.
Medir el bienestar
En paralelo, Crespo fundó Freedom & Flow, que busca medir el impacto real del bienestar laboral. La semilla surgió de una contradicción evidente: “Me contrataban para acompañar a empleados a maratones o eventos… pero nadie me pedía ni un dato”.
Esa ausencia de indicadores la llevó a desarrollar un modelo propio: “Ahora tengo un sistema de analítica de datos que mide todo el retorno de la inversión que se hace en personas”.
Su plataforma Healthy Box integra datos de salud, productividad, ausencias y clima laboral para diseñar intervenciones adaptadas a cada persona. “Lo que funciona no es poner más cursos de alimentación o retos de pasos”, afirma. “Lo que funciona es acompañar al trabajador según su necesidad real”.
Sesgos y barreras
Aunque muchas barreras no sean explícitas, Crespo reconoce haberlas vivido: “En comités de dirección me he visto elevando el nivel técnico, porque se cuestiona el dato o la analítica que estoy haciendo”. También señala diferencias en el acceso a inversión: “Los precios que te dan de inversión son inferiores a los que le pueden dar a un hombre”.
Aun así, destaca una evolución positiva: “En los últimos años se han generado redes de apoyo que nos ayudan a equilibrar la balanza”.
Emprender en familia
Crespo emprendió junto a su hermana, experta en protección de datos: “Trabajamos con datos sensibles, así que su perfil nos ha permitido superar auditorías muy fuertes”. Su empresa colabora hoy con grandes compañías, consolidando su posición en el sector.
Un sector, el del bienestar corporativo, que es tendencia. Pero Crespo sostiene que su implantación real es limitada: “El bienestar sigue siendo una commodity. No es una prioridad para los comités de dirección”. Y añade: “Las empresas no necesitan más beneficios sueltos, sino rutas personalizadas que eviten una baja o una rotación voluntaria”.
Experiencia hecha aprendizaje
Crespo tras más de una década emprendiendo, explica que la soledad no debe guiar las decisiones. “Hay mucha gente que se acerca al emprendedor para pedir acciones a cambio de servicios. Todo lo que sea subcontratable no tiene por qué convertirse en socio”.
Además, la gestión financiera no puede delegarse completamente. “No podemos no ser responsables de las finanzas de la empresa”. Y hay que vigilar con quién quieres compartir el viaje: “Tiene que haber un pacto de socios desde el principio. Hay que hablar con claridad de qué pasa si no sale bien”.