Cada año se plantan millones de árboles en España. Pocos ciudadanos saben que casi todos ellos se protegen con tubos o mallas de materiales no reciclables y que suelen quedar abandonados.

Los protectores de los árboles son de plástico y se abandonan en el monte

Ya sabes que este final de año me estoy dedicando a hablar con algunas mujeres emprendedoras, para que nos cuenten su experiencia. Ya te he presentado a Marta Caparrós, que pasó de de limpiar casas en Australia a emprender y casi morir de éxito; a Esther Molina, que crea redes de contacto y apoyo entre las propias mujeres que fundan y dirigen startups; a Beatriz Crespo, que quiere enseñarnos a prevenir enfermedades con microgestos; a Verónica González, que está mejorando la vida de miles de personas con cáncer; y a Patricia Ojeda, que transforma residuos —papelote, plásticos y lodos industriales— en soluciones sostenibles.

Hoy le toca el turno a Isabel Abascal, fundadora de Compostree. Su proyecto busca solucionar el problema fundamental de la reforestación: “Ese protector es de plástico, no se recicla y generalmente se queda en los montes. Y si se recoge, acaba en el vertedero porque no es reciclado”. 

La alternativa: protectores vegetales, biodegradables y compostables

La solución

Compostree propone una alternativa: protectores vegetales, biodegradables y compostables, que sustituyen al plástico y evitan que toneladas de residuos se acumulen en los bosques. “Igual que hemos buscado alternativas a las pajitas o a las bolsas del supermercado, proponemos una alternativa compostable para estos protectores”, afirma Abascal.

Explica que para emprender es preciso tener una doble visión: “Por una parte, hay que abrir los ojos y decir: hay un problema. Y por otra, proponer una solución”.

Aunque Compostree acaba de ganar el premio en la categoría de ideación de los Women Startup Awards, la empresa está mucho más avanzada. En 2025 iniciaron sus primeras pruebas y ya tienen actividad recurrente. “Ya vendemos. Ya fabricamos a escala industrial, hemos invertido tiempo, esfuerzo y dinero”.

Más allá del sector forestal

El modelo de negocio se basa en una labor de divulgación y activismo: “Nuestro modelo se basa en abrir los ojos”, explica Abascal. No solo se dirigen a quienes plantan árboles, sino a las administraciones públicas y a las grandes compañías que prescriben y financian esas reforestaciones: “Son ellas las que tienen que incluir estas soluciones sostenibles”.

Los protectores compostables tienen aplicaciones en múltiples disciplinas: “Esto es también para el sector vitivinícola, frutícola o el paisajismo”, detalla.

El mayor obstáculo

Cuando le pregunto qué es lo más complicado de poner en marcha un proyecto como este, Abascal lo explica sin rodeos: “Lo más difícil es vender”. Y no por la falta de interés, sino por la falta de respuesta: “Vas a un montón de reuniones, te hacen promesas fantásticas, pero luego parece que esa reunión nunca existió”.

Para ella, el silencio administrativo es más duro que un no: “No sabes si no te ha entendido, si no te ha escuchado, si le caes mal…”. A eso se suma la presión fiscal típica de las fases iniciales: “Pagas un montón de facturas, gastos, impuestos… y no estás generando”.

Un perfil ajeno al sector

Abascal ha pasado casi 30 años en una gran consultora antes de fundar Compostree: “Ninguno de nosotros cuatro venimos del mundo forestal ni del de los biopolímeros”. Sin embargo, considera que esto aporta una mirada valiosa: “Es una ventaja porque tenemos una mirada ajena, de auditor, que ve las cosas desde fuera”.

Desconocimiento

Le pregunto si la gente sabe que el plástico es un problema. “El sector forestal sí lo sabe. La ciudadanía, no”, afirma. “Ven los tubos por la carretera, pero ya forman parte del paisaje”.

Abascal lanza un mensaje directo: “A las administraciones públicas les pedimos que no subvencionen plásticos. De alguna forma estamos incentivando su uso”.

Mujer y emprendedora

Le pregunto si es más difícil emprender siendo mujer. Explica que la respuesta es compleja: “Leo estadísticas y varía según región, sector… No sé decirte”.  Pero admite que en el sector forestal “quizá sí es un poco más complicado”.

Aun así, destaca que es un buen momento para que las mujeres emprendan: “El mundo nos necesita”.

¿Y no es mejor tener un trabajo estable?, le pregunto. Después de tanto tiempo en un trabajo estable, reconoce que “sí, es más cómodo”. Pero no es su camino: “A mí me renta, como dicen los chavales. Y ojalá me siga rentando muchos años”, dice entre risas.

Pero no todo el monte es orégano. Hay malos momentos: “Cuando tienes que decidir si apostar más capital, cuando no duermes antes de una prueba… te estás jugando todo”. Por supuesto, también los hay buenos: “Vender… hacer una factura es la bomba. Y cuando te la pagan, ni te cuento” (vuelve a reír).

Un llamamiento a empresas y administraciones

Abascal cierra con un mensaje contundente: “Las grandes empresas privadas tienen que apostar de verdad por la economía circular. No puede quedarse en powerpoints”. Y añade: “Solo entre todos evitaremos un problema futuro”.

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