Mari Àngels Cabases es economista y profesora de Econometría de la Universidad de Lleida. Tiene un hijo que es ingeniero matemático y físico y trabaja en la City de Londres. Quizá por eso tiene más empeño que la mayoría de la gente en transmitir la realidad laboral de quienes son más jóvenes. 

Junto con sus compañeros de universidad Miquel Úbeda y M. Jesús Gómez; Carles Feixa y José Sánchez, de la Universitat Pompeu Fabra; y Carme Riera, Universitat de Barcelona, acaba de publicar en el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa” una investigación titulada Evolución de la precariedad laboral de los jóvenes en España entre los años 2008 y 2018. Spoiler alert: no te va a gustar lo que leas. 

Estamos ante un modelo de ocupación precario

Precariedad

El interés no es nuevo. Ya en investigaciones anteriores se había centrado en este tema. “Nos interesa poner en evidencia que lo que está sucediendo con las personas jóvenes en el mercado laboral no es lo que tradicionalmente se conoce: la transición desde la educación al mercado laboral siempre es más en precario, con contratos más inestables. Pero estamos ante un modelo de ocupación precario”, explica.

Cabases advierte del impacto que tiene esta situación: “Estamos cambiando el modelo de sociedad, estamos precarizando el modelo de ocupación. Y todas las precariedades se inician en el mercado laboral”.

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La situación es muy deprimente, pero es la verdad

Problema estructural

Es decir, no se trata de una situación circunstancial, sino que todo el modelo se extiende, según van cumpliendo años las generaciones. Algo de lo que la propia Cabases ya había avisado en 2013, cuando se inició la garantía juvenil.

Ya te habíamos avisado de que no te iba a gustar lo que leyeras. Tampoco a ella, por supuesto: “La situación es muy deprimente, pero es la verdad. Parece que las personas jóvenes, como tienen energía y toda su vida por delante, lo van a superar. Pero lo que sucede es que llegan a los 34 años y están igual que a los 25; no han podido formar una familia porque no pueden ni emanciparse, ni tener hijos”.

“El Banco de España también publicó un artículo hace poco tiempo en el que venía a decir lo mismo que nosotros”, explica. “Que las personas jóvenes tienen condiciones peores que las generaciones anteriores cuando tenían su misma edad en 2008”.

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Las mujeres son las grandes perdedoras de toda esta situación laboral

Poca calidad

El problema no es solo el acceso a un puesto de trabajo, sino sobre todo, la poca calidad de esos puestos: “Hay algo muy importante. Tú puedes decir que una persona ha tenido a lo largo de 2020 un salario medio mensual de 1.500 euros, pero a lo mejor solo has trabajado dos meses. Esa es la trampa. Por eso nosotros hemos buscado otros parámetros”. Además, su análisis abarca toda una década. 

“Las mujeres son las grandes perdedoras de toda esta situación laboral. Y más, después de la pandemia. Y las personas jóvenes de nacionalidad inmigrante”, añade.

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Las nuevas tecnologías ofrecen más posibilidades de encontrar una ocupación de calidad

STEM

El motivo es que “quienes tienen más posibilidades en estos momentos de encontrar una ocupación de calidad son aquellas personas jóvenes que se dedican a las nuevas tecnologías, que se están implementando en todos los momentos de nuestra vida. Estamos viendo que en las titulaciones denominadas STEM [ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas], la mayoría son hombres”.

Además, tener una titulación superior no asegura nada: “Sí que pueden encontrar trabajo, pero tampoco es garantía de estabilidad. Hay jóvenes que tienen acceso a trabajos de mayor calidad -entendida como tipología de contrato, duración, salario, condición social, etc.-, pero hay un pool de jóvenes que lo tienen muy difícil a pesar de tener titulaciones superiores. En especial, en las ciencias sociales”.

¿Cómo vamos a salir de la pandemia con el colectivo juvenil en estas situaciones?

Punto de partida

Cabases nos indica que “este artículo hay que situarlo como punto de partida antes de la pandemia, que es una situación de vulnerabilidad. ¿Cómo vamos a salir de ella con el colectivo juvenil en estas situaciones?”.

Cuando le preguntamos por posibles soluciones, contesta con la rapidez de quien lo tiene claro: “Crear un pacto social que recupere la estabilidad en la ocupación. Que no tengamos que echar mano solo de contratos temporales y de parcialidad involuntaria y bajos salarios. Si queremos una sociedad que se integre y que avance, es fundamental”.

El mercado laboral debería volver a ser un espacio social

Igualdad

Asegura que todos los actores deben estar al mismo nivel: “El mercado laboral debería volver a ser un espacio social. No solo debe ser donde las empresas imponen sus condiciones y encima dicen a la persona joven: la culpa de no poder ocupar este trabajo es tuya”.

Es decir ese “espacio” al que se refiere debería “integrar a todas las personas en la sociedad. Si las personas jóvenes más formadas no empiezan a tener contratos que les permitan tener cierta estabilidad, pueden llegar a perder las competencias que han adquirido y, con ellas, su posibilidad futura de mejores salarios y mejores puestos de trabajo”.

“Hay que tener en cuenta los intereses de las personas jóvenes. Son las renegadas de esta sociedad”, afirma. Y remata con un pensamiento que suena incluso más importante cuando quien lo verbaliza es una madre: “No puede ser que se nos escape el talento al exterior”.