Es innegable que la pandemia ha cambiado muchos de nuestros comportamientos. Pero otros, por desgracia, siguen igual. Y la consecuencia es que perpetúan la brecha de género.

Lídia Farré, de la Universitat de Barcelona y Libertad González de la Universitat Pompeu Fabra han estudiado el impacto de la covid-19 sobre la desigualdad de género en trabajo remunerado y no remunerado. Spoiler alert: no tenemos buenas noticias. 

Las mujeres dedican 16 horas más que los hombres a tareas domésticas y responsabilidades familiares

Más diferencia
Según sus datos -publicados en el Observatorio Social de ‘LaCaixa’ en un artículo titulado Trabajo remunerado y no remunerado: la pandemia acentúa el fenómeno de la doble jornada entre las mujeres-, antes del confinamiento, la diferencia en la dedicación semanal al trabajo no remunerado entre mujeres y hombres era de 10 horas.

Pero, con la pandemia, esa brecha se ha incrementado de manera notable: ahora las mujeres dedican 16 horas más que los hombres a tareas domésticas y responsabilidades familiares.

“Este incremento se debe principalmente a que parece que las mujeres están dedicando más tiempo al trabajo no remunerado. De hecho, la demanda de este tipo de tareas ha aumentado durante la pandemia a raíz de las medidas de contención”, nos explica Farré.

Sin vuelta a la normalidad
Pero esa situación no ha cambiado con el fin del confinamiento. “Parece que han sido las mujeres las que mayoritariamente han cubierto la demanda de trabajo no remunerado”, afirma.

Sus datos apuntan a que “se ha acentuado el fenómeno conocido como la doble jornada: las mujeres realizan su jornada laboral y luego realizan la mayor parte del trabajo no remunerado”.

Si la mujer continúa asumiendo el trabajo no remunerado, se incrementará la desigualdad de género

Alarma
“Como economista laboral y experta en economía de género pienso que esto es una alarma”, advierte; “justamente los diferenciales de género que continúan existiendo en el mercado laboral, desde antes de la pandemia, venían originados por esta mayor dedicación de la mujer al trabajo no remunerado. Si la pandemia ha provocado que la mujer se especialice aún más en él, la desigualdad de género podría aumentar a largo plazo, si la mujer continúa asumiendo desproporcionadamente el trabajo no remunerado”.

Sobre todo, si tenemos en cuenta que las tasas de pérdida de ocupación en España son muy parecidas entre hombres y mujeres durante la Covid.

Persisten unas normas sociales que atribuyen a la mujer el papel de cuidadora principal

Causas
Según Farré, “todo apunta a que la flexibilidad laboral por la que optan las mujeres podría explicar por qué ellas asumen también más responsabilidades familiares. Quizá en sus trabajos la conciliación es más fácil que en los puestos ocupados por hombres.”

Pero también influye la “persistencia de unas normas sociales que atribuyen a la mujer el papel de cuidadora principal, con independencia de su situación en el mercado laboral. Es ella quien asume -de manera voluntaria o involuntaria, esto no está claro- una mayor proporción de tareas domésticas y responsabilidades familiares”.

Tomar medidas
Farré asegura que “es necesario tomar medidas para revertir esta tendencia”. Y aboga por la implantación de “políticas para fomentar una redistribución igualitaria del trabajo no remunerado. Porque si no, puede perjudicar las oportunidades laborales de las mujeres y perpetuar la brecha de género”.

Entre ellas, los permisos para cuidar a menores cuando están enfermos o cuando el colegio está cerrado, como ha pasado con la Covid. O la regulación del teletrabajo para evitar que “solamente las mujeres se acojan a esta forma de trabajar” lo que daría pie a que “sigan siendo ellas quienes se hagan cargo de manera mayoritaria del trabajo no remunerado”.

Además cree que es “ imprescindible reformular los horarios de todos los trabajadores para hacerlos compatibles con el horario escolar”.

Por último, “dado que la desigualdad de género se origina a partir del nacimiento de los hijos, una educación universal, gratuita y de calidad de los cero a los tres años evitaría las negociaciones dentro de la familia de quién se hace cargo de los hijos”.