Las medidas implementadas por el gobierno para paliar el impacto de la pandemia de Covid-19 en la desigualdad económica fueron un acierto y consiguieron contenerla de forma sustancial. Así se desprende de una investigación realizada por un equipo conjunto de CaixaBank Research y la Universitat Pompeu Fabra, que acaba de publicar el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa”.

Hemos hablado con José García-Montalvo, miembro del equipo de la universidad, para que nos explique con más detalle los resultados y detalles del estudio.

“La idea del proyecto es hacer un seguimiento muy en detalle -mensual- de la desigualdad”, explica. Algo que no es tan sencillo como parece, porque los datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística [INE] son anuales y además están disponibles con un año y medio o dos de retraso.

Las medidas del gobierno fueron útiles y tuvieron un impacto muy importante en reducir la desigualdad

Éxito de las medidas

Con el modelo diseñado por este equipo, “tenemos un dato de desigualdad mensual y a los diez o quince días de que acabe el mes”, indica el investigador.

Según detalla, en el caso de la pandemia, “quizá lo que es más interesante del análisis temporal es el efecto que tienen los ERTE y los subsidios”. Uno de los objetivos del estudio era conocer el efecto “sobre la rentas salariales de las familias. Lo que se ve es que ese aumento tan brusco de la desigualdad, antes de los ERTE y de los subsidios, se reduce con la llegada de estos”. Sus datos muestran que la aplicación de esos mecanismos suavizó la subida del índice Gini [una de las medidas de este parámetro más aceptadas] de 11 puntos causada por la pandemia hasta reducirla a 4 puntos. 

García-Montalvo afirma que las medidas “realmente fueron muy útiles y tuvieron un impacto muy importante en reducir la desigualdad en los momentos peores de la pandemia”.

Además, debido al retraso en su aplicación que se produjo por los “atascos administrativos”, ha permitido identificar “tanto la evidencia en el tiempo, como la geográfica.

Asegura que las acusaciones al gobierno “de haber dedicado pocos recursos para paliar los efectos de la pandemia en comparación con otros países” son injustificadas. “Ya sabemos que estadísticamente no es correcto: cuando miras todos los fondos dedicados en la Unión Europea, los de España no han sido menores”, aclara.

Queríamos mediciones, no sensaciones

Datos rápidos y fiables

“Cuando comienza la pandemia, se empezó a comentar el aumento enorme de la desigualdad que se iba a producir. Comentarios sin ninguna evidencia, porque no existía ningún indicador que realmente estuviera marcando que hubiera variado”, explica García-Montalvo, que recuerda que “en ese momento teníamos estadísticas de 2018 y estábamos a mediados de 2020”.

El equipo de la Pompeu Fabra se planteó la forma de analizar el comportamiento de la desigualdad “que fuera más cercana al momento, casi en tiempo real, para no hablar en el vacío, no como sensaciones, sino como mediciones. De ahí surge la idea”.

Históricamente las pandemias han provocado un aumento de la desigualdad

Trabajo en equipo

El planteamiento recogía tendencias en el mundo de la medición económica, enfocadas en el control “a muy alta frecuencia. Había indicadores del PIB medidos mensualmente e incluso semanalmente, basados en datos de consumo de electricidad, por ejemplo. Había medidas de consumo semanales obtenidas a partir de los gastos en tarjetas de crédito, que publicaban los bancos”.

García-Montalvo recuerda cómo “el equipo de la universidad conocíamos mucho al del departamento de investigación de CaixaBank y les propusimos: Tenemos esta idea, vosotros tenéis los datos, ¿qué os parece si hacemos un equipo conjunto para ver si podemos resolver este problema?”.

La investigación sumó esos dos aspectos: la posibilidad de disponer de “datos muy buenos -que no dependen de encuestas, que cada vez se contestan menos y están más sesgadas“ y el incremento del interés en este tema con la pandemia.

“Hay otro hecho histórico”, añade, “que en las pandemias siempre se ha producido un aumento de la desigualdad. Aunque algunas muy antiguas, como la peste negra, hacen lo contrario. Pero esa es otra discusión”.

Coyuntural

El estudio concluye que este incremento “no ha sido estructural en el tema que estamos midiendo nosotros, que es puramente económico. Puede serlo por ejemplo en el educativo, en el que hay mucha inercia en el tiempo”.

Además, el equipo extrae dos aprendizajes, “uno tiene que ver con la eficacia de la política económica y el otro con la posibilidad de hacer cosas nuevas en economía”.

El primero “es que sin duda alguna los ERTE han sido un éxito absoluto y cumplieron prácticamente todos sus objetivos. Y que, por lo tanto, la opción elegida tras la crisis de 2007-2008 de recortes presupuestarios no parece que fuera la mejor, si tenemos en cuenta que, si se hubiera hecho lo mismo que en la pandemia, el impacto habría sido enorme”.

El segundo “significa que, si eres capaz de encontrar una forma de contar con una muestra representativa con alta frecuencia, tienes una enorme capacidad para informar a la política económica de si las cosas están funcionando como se preveía o no casi en tiempo real”.

Conclusiones

El estudio también concluye que para reducirla "no basta con un buen sistema de ayudas públicas: la eficiencia con la que estas se gestionan también es clave. Por ejemplo, si en noviembre de 2020 la tramitación de los subsidios de desempleo hubiera sido un 5% más ágil en número de días, el índice de Gini se habría reducido 0,2 puntos”.

Además, sus datos señalan que “el impacto de la Covid-19 en la desigualdad fue mayor entre las mujeres, los jóvenes y los nacidos en el extranjero”. Por último, “entre febrero y abril de 2020, casi el 90% del incremento en la desigualdad salarial (antes de las transferencias públicas) obedeció́ a la caída del empleo; el resto se debió́ a incrementos en la desigualdad salarial entre trabajadores”.