Diana Ortega es, junto a Jordi Sevilla y Belén Santa Cruz, la coautora del estudio “Brecha entre mujeres y hombres”, publicado recientemente por el Observatorio Social de la Fundación “laCaixa”, dentro de su colección “Brechas sociales”.

Como nos explica Ortega, la investigación tenía “un doble objetivo: en primer lugar, ayudar a entender cuáles son las causas o el origen de estos fenómenos sociales o brechas y después proponer una serie de soluciones”.

Algo que es especialmente relevante hoy en día, porque este tipo de diferencias “están amenazando la cohesión social y por lo tanto se está deteriorando la convivencia democrática de las personas. Estas brechas son potenciadoras y están impidiendo a las personas desarrollar sus proyectos vitales. Nos estamos refiriendo a brechas en términos amplios de riqueza, género, generacionales y del ámbito de residencia -urbano o rural-”, señala.

Además, estos fenómenos se han agravado con la pandemia: “Un claro ejemplo es la de género, en la que vemos que hay un incremento en la tasa de paro femenino”. De hecho, según sus datos, seis de cada diez personas que han perdido su empleo por el Covid-19 son mujeres lo que hace que España sea el país europeo con mayor tasa de desempleo femenino tras la pandemia.

Seis de cada diez personas que han perdido su empleo en España por el Covid-19 son mujeres

Causas

Aunque Ortega explica que todos los factores que provocan la brecha de género están interrelacionados, “la abarcamos desde diferentes ámbitos o esferas”. El primero es el económico, en el que el primer dato relevante es que la diferencia salarial entre géneros, en España, se sitúa en torno al 22%. Pero, a partir de los 50 años de edad, la situación “se dispara”. Un factor clave es el hecho de que el 88% de la población ocupada en el sector servicios es femenina, tal y como concluye el estudio. Según Ortega, esto “tiene consecuencias en la brecha salarial, porque este sector es tradicionalmente uno de los peor remunerados”.

En el ámbito familiar, “hay que prestar especial atención a la conciliación personal, familiar y laboral, porque nosotras destinamos como media 2,5 horas más al día al hogar y al cuidado familiar que los hombres. Son más de 17 horas a la semana y más de 70 al mes”.

Eso provoca que “el 67% de la producción no remunerada, en España, recaiga en la población femenina, lo que desemboca en una mayor vulnerabilidad porque, actualmente, las mujeres contamos con un menor grado de protección social, dado que en nuestro sistema está muy vinculada al ámbito contributivo”. Además, en el estudio señalan que actualmente “hay una penalización por tener hijos, que está relacionado con una mayor brecha salarial. Hasta el momento en que una mujer es madre, la diferencia salarial o los ingresos que perciben ambos géneros, está más o menos equilibrada. Pero, vemos que diez años después del nacimiento del primer hijo, los ingresos de la madre son casi un 20% menores a los del padre”.

Y la diferencia se extiende hasta más allá de la vida laboral: “La pensión media contributiva de los hombres es un 35% superior a la percibida por las mujeres. Que es algo que también arrastramos, porque tradicionalmente la economía más familiar, de los cuidados, ha estado más relacionada con las mujeres y no está formalizada”. En conclusión, señala Ortega, “vemos una evidencia clara de la desatención social femenina frente a la masculina”. Por eso, en sus conclusiones abogan por una “reflexión, no solo ya en el ámbito más público, políticas públicas, sino también en el privado, de la empresa y de la sociedad para que todos seamos más conscientes de y del agravamiento de la brecha salarial tras la maternidad”.

No queremos estar en los consejos de administración por estar

Influencia en las decisiones

Otro punto en el que es preciso avanzar es en la representación femenina en puestos de toma de decisiones. “Es cierto que se ha avanzado bastante, pero aún queda mucho espacio para la mejora”, afirma Ortega. Sus datos indican que la representación femenina en consejos de administración de las empresas del Ibex35 está en torno a un 32%, frente al 40% que es la recomendación de la CNMV para las empresas del Ibex35 para 2023.

Pero no se trata solo de tener un asiento: “No queremos estar en los consejos de administración por estar. Solamente el 4% de las consejeras del Ibex son ejecutivas. No queremos que esto sea una política de cumplir el requisito que te marca el supervisor, sino que realmente esta participación femenina en los consejos de administración se incremente pero también al rango de toma de decisiones ejecutivas. Esto es una clara señal de falta de empoderamiento y de que las grandes corporaciones se lo crean y confíen”. No obstante, Ortega puntualiza que no todas las compañías españolas se encuentran en la misma situación y pone como ejemplo a Red Eléctrica de España, empresa en la que trabaja, y que actualmente es la única con igual número de mujeres que de hombres en el Consejo de Administración.

En el ámbito público, “también el papel de la mujer ha crecido progresivamente y ha ocupado más espacios en el debate público de nuestro país”. Aun así, quedan algunos espacios por conquistar: “Sigue habiendo responsabilidades más masculinas, como el caso del ministerio del Interior: nunca ha habido una ministra de interior. Pero también somos positivos, está habiendo cambios en otras, como el ministerio de Defensa, de Justicia, de Industria, que actualmente el gobierno apuesta por la igualdad y esos tres ministerios los encabezan tres mujeres”.

El sector tecnológico puede ser a la larga un foco de brecha de género

El reto de la tecnología

La evolución de la tecnología también supone un reto. “Estamos inmersos en una cuarta revolución industrial, en la que surgen nuevas oportunidades, pero vemos que el punto de partida de hombres y mujeres es diferente. Este sector más tecnológico puede ser a la larga un foco de brecha de género”, dice Ortega.

Sus datos apuntan a que “solo un 30% de profesionales en el ámbito TIC son mujeres. La demanda en estas profesiones está creciendo un 3% interanual. Si se mantienen estos ratios de crecimiento, a la larga esta brecha de género continuará incrementando”.

La educación es un ascensor social de manera transversal

Soluciones

Para evitarlo, “es necesario incidir en uno de los factores más importantes en el origen: la educación. Es fundamental fomentar, inculcar vocaciones STEM, carreras científico-técnicas en las que las mujeres están infrarrepresentadas. Puede ser por falta de referentes, porque tradicionalmente son estudios que desde pequeñas hemos visto más asociados a los hombres". Hay mucho terreno para la mejora porque “la educación es un ascensor social de manera transversal, en todas las brechas. Y en la de género, muchísimo más”.

Pero también es preciso buscar soluciones al resto de factores que generan diferencias entre los géneros, como por ejemplo el de los cuidados. “Necesitamos un cambio cultural empresarial, público y privado, pero de la propia persona también. Este cambio debe producirse desde la infancia, desde los hogares, desde una educación basada en la igualdad. Se trata de buscar la “corresponsabilidad” en las tareas y facilitar el desarrollo de carreras profesionales ascendentes compatibles con las cargas familiares de las personas”.

Otra de sus recomendaciones es “poner en valor, visibilizar y reconocer tanto en las empresas como en el ámbito público las responsabilidades o las tareas que realizan las mujeres, en puestos de toma de decisiones”.

Además, es preciso “profesionalizar las tareas del cuidado. Si las mujeres destinan dos horas y media más al día a los cuidados, que esto se vea reconocido y formalizado, porque es parte del día que tienen que dedicar a estas tareas, igual de importante o más que las profesionales”.

Por último, “la educación tiene que acabar con los estereotipos y reforzar referentes, para que cuando la cuarta revolución industrial llegue a su apogeo, hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades, porque el punto de partida actual es muy diferente. Una igualdad entre hombres y mujeres no es solo un derecho fundamental, sino que también se considera la base para sostener la sociedad del bienestar".