La fibromialgia es un síndrome de dolor crónico, de origen desconocido, a menudo acompañado de fatiga, trastornos del sueño y del estado de ánimo, además de provocar dificultades para concentrarse, entre otros problemas. Afecta en España a un 2,45% de la población y es más frecuente en mujeres entre 60 y 69 años. Se calcula que genera entre 9 y 12 visitas al médico al año, con un coste económico cercano a los 13.000 millones de euros en nuestro país.

Ahora, el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa” acaba de publicar un estudio que demuestra que “las tecnologías de la información y la comunicación pueden ayudar a reducir las barreras de acceso a la atención psicológica en pacientes con enfermedades de dolor crónico.

Hemos hablado con Guadalupe Molinari, investigadora postdoctoral del Centro de Investigación Biomédica en Red del Instituto de Salud Carlos III y autora de la investigación junto a Carlos Suso-Ribera, Mónica Navarro, Diana Castilla, Rosa María Baños, Cristina Botella y Azucena García-Palacios, de la Universitat Jaume I y la Universitat de Valencia.

Casi un 70% de las pacientes experimentaron alguna mejoría

Resultados positivos

Los resultados del estudio -en el que participaron 40 mujeres con fibromialgia, diagnosticadas por profesionales de la Reumatología- muestran que en total, casi un 70% de las pacientes experimentaron alguna mejoría [39% significativa y 29% leve] tras recibir la intervención psicológica a través de sus teléfonos móviles. De hecho, la investigadora nos pide que expresemos de forma explícita su agradecimiento a todas ellas "por su compromiso y ayuda en la realización de la investigación". 

Molinari llegó a España desde Argentina hace diez años con una beca para realizar su tesis y lleva una década estudiando el impacto del dolor. “Son pacientes que sufren mucho, lamentablemente, y la experiencia de dolor es muy compleja, no podemos dejar de lado el aspecto psicológico”, nos cuenta. a todas ellas

Cuando le preguntamos sobre el origen de su solución, explica: “Utilizábamos módulos de tratamiento on line como complemento a las terapias que aplicábamos en la universidad. Eso fue evolucionando hasta que, hoy en día, lo que hacemos es utilizar la tecnología del teléfono móvil -que es la herramienta psicológica que más utilizan los pacientes y es más accesible-, tanto para la evaluación de variables psicológicas, como para el tratamiento”.

El móvil permite más precisión que las herramientas tradicionales

Refuerzo a la atención presencial

El objetivo no es “en ningún caso” reemplazar la atención en persona. “Los tratamientos con tecnología son un apoyo. Cuando no se puede brindar tratamiento presencial, es una buena alternativa. De hecho el estudio se realizó en noviembre y diciembre de 2020, cuando la atención presencial era bastante escasa”, detalla la investigadora.

El equipo desarrolla “evaluaciones psicológicas momentáneas e intervenciones psicológicas momentáneas. Las evaluaciones se programan para que el paciente las reciba en un momento determinado en su móvil. De esta manera, podemos saber con precisión cómo se siente en un determinado momento y brindarle herramientas en ese momento para ayudarlo a gestionar mejor su dolencia”.

Según Molinari, se trata de “una ventaja frente a herramientas tradicionales, en las que cuando se termina el tratamiento, con los recursos que hay, el paciente queda sin tratamiento. Esta herramienta los podría acompañar”.

Esto permite “atender a muchas más personas de lo que somos capaces de manera presencial. No sería posible en un mes ver a 40 pacientes. Ese es uno de los grandes objetivos que tenemos: mejorar el acceso a los tratamientos psicológicos y en estas pacientes más aún, porque la mayoría no los tienen, por lo menos en el momento de la intervención. Nos permite llegar a ellas de una manera más sencilla”.

Por eso, ahora el reto es “cómo escalar las intervenciones, cómo conseguir que lleguen a más personas”.

Mayor exactitud

De esa manera, es posible “analizar con bastante precisión la variabilidad que tiene, por ejemplo, el dolor”. Dado que la mayoría de pacientes no lo experimentan de la misma manera a lo largo del día, “cuando utilizamos instrumentos más clásicos de evaluación, el problema es que no podemos tener una noción demasiado exacta de cuál es el nivel de dolor para un paciente en ese momento”.

La solución está en el teléfono móvil, que “en términos de evaluación, nos permitió tener un registro del dolor y de otras variables asociadas como el estado de ánimo, niveles de fatiga o interferencia en el funcionamiento diario”.

Estas variables “nos permiten tener una medida mucho más contextualizada y en un momento determinado”.

La aplicación ha sido desarrollada por el propio equipo de Labpsitec (Laboratorio de Psicología y Tecnología), basada en un programa de tratamiento psicológico específico para pacientes con dolor crónico. Este modelo ha sido adaptado a la intervención on line: “Pero también tenemos el contenido de manera tradicional. Lo adaptamos al formato online: más corto, con herramientas multimedia como el vídeo -en los que especificamos ejercicios de respiración y activación-, imágenes, audio. Para que sea más ameno”.

Además, esta intervención tiene la particularidad de que “en función de cómo diga el paciente que se encuentra en ese momento, le sugiere el ejercicio que mejor le vendría para realizar. Le hacemos unas preguntas para saber cómo se siente en ese momento y después tenemos varias intervenciones o mini ejercicios psicológicos y le pedimos que realice alguno”.

Una vez terminado, se le vuelve a preguntar cómo se encuentra, “con el objetivo de analizar si es eficaz en mejorar niveles de dolor o su estado de ánimo”.

Estas “píldoras”, como las denomina el equipo, están basadas en “ejercicios que ya venimos utilizando a lo largo de los años, con evidencia científica de su funcionamiento en relación con determinadas variables relacionadas con el dolor”.

Futuro

Molinari espera que este tipo de soluciones “se incorporen a los sistemas de salud existentes. De esa forma, el médico podría darles acceso a este tipo de intervenciones, que están diseñadas por psicólogos”. En estudios previos, han colaborado con profesionales de la Reumatología, “que son quienes primero reciben a estas pacientes”.

Pero, como ya había expresado antes, ”no para sustituir el tratamiento psicológico presencial, sino para complementar los tratamientos médicos y psicológicos.

La investigadora insiste en que se trata de “condiciones crónicas, no es que los pacientes reciban un tratamiento en un momento concreto y luego no lo vayan a necesitar”. Por eso, “el objetivo de los tratamientos que desarrollamos es dar herramientas a los pacientes, para que las puedan utilizar en el momento en que lo necesiten. No es una cuestión aguda, puntual, es un acompañamiento”.

Estas intervenciones “no van dirigidas a que desaparezca el dolor directamente, sino a que las ayude a que este interfiera lo menos posible en su vida, que a pesar de sentir dolor puedan seguir realizando actividades, estableciendo relaciones satisfactorias con los demás y básicamente puedan tener un nivel y una calidad de vida buenos”.