Las científicas, como el resto de las mujeres de nuestro país, han tenido mayores problemas para conciliar su vida profesional con la personal que los hombres durante la crisis de la Covid-19. Así lo ha puesto de manifiesto un estudio realizado por la Unidad de Mujeres y Ciencia (UMyC) del Ministerio de Ciencia e Innovación sobre el impacto del confinamiento en el personal investigador. 

“El confinamiento durante los meses de marzo a junio de 2020 debido a la Covid-19 ha hecho saltar las alarmas entre la comunidad investigadora por los posibles impactos de género negativos que la situación podría acarrear, especialmente en la carrera de las investigadoras con menores, mayores y/o dependientes a cargo”, señala el documento de conclusiones.  

El impacto negativo es mayor en la carrera de las investigadoras con menores, mayores y/o dependientes a cargo 

Resultados 

Según los resultados de las 1.563 respuestas anónimas y voluntarias, el 68,3 por ciento de quienes tienen personas a cargo, especialmente las mujeres (71,3 por ciento), creen que ha sido más estresante alcanzar los resultados esperados o desarrollar sus funciones durante el confinamiento, que para quienes no conviven con menores, mayores y/o dependientes (50,1). En este último grupo apenas se aprecian diferencias por sexo.  

La conciliación de vida personal y profesional no ha sido sencilla. El 52 por ciento de las mujeres y el 48,8 de los hombres reconoce que ha sido fuente de agobios o estrés. No obstante, la mayoría considera que las circunstancias familiares no han afectado al desarrollo de su trabajo (66,9 por ciento de ellos y 62,7 de ellas). Son más las mujeres que opinan que así ha sido (32,9 por ciento frente a un 29,1 de los hombres). Respecto a las circunstancias personales, han afectado apenas a la actividad laboral al 76,4 por ciento de los científicos y al 70 de las investigadoras, si bien un 26,6 de estas y 20,5 de los primeros consideran que sí ha habido impacto en su labor. 

Casi la mitad de las científicas afirman haber asumido principalmente el cuidado de los niños 

Diferencias 

Una de las mayores diferencias en el reparto de tareas es el cuidado de niños. El 43,8 por ciento de científicas afirman haber asumido principalmente dicho cuidado, frente al 18,30 de los hombres. Además, el 60,8 por ciento de ellas se han encargado casi siempre de la ayuda con los estudios y tareas del colegio, frente al 27,2 de ellos. 

También en las tareas domésticas, las mujeres afirman haber asumido su realización de forma completa en mayor medida que los hombres (un 48,4 por ciento frente a un 18,9 respectivamente). Y el 57,3 por ciento de las investigadoras se ha encargado de lavar y tender la ropa frente al 22,5 de ellos.   

Los resultados constituyen una evidencia más de que la brecha de cuidados existe también para las investigadoras 

Brecha de género 

“Los resultados constituyen una evidencia más de que la brecha de cuidados existe también para las investigadoras, como sucede para el conjunto de la población”, concluye el informe. Además, "se ha acentuado durante el confinamiento, con más de ellas asumiendo este rol en exclusiva y dedicando más horas diarias que los hombres”. 

El documento recoge también recomendaciones para paliar esta situación. En primer lugar, asegurar que se produce una “respuesta coordinada frente al impacto de la pandemia sobre el personal investigador”. 

Por otro lado, también propone la “creación en el Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación de un grupo de trabajo específico para el seguimiento del impacto de la crisis Covid-19 en la I+D+i, que monitorice la evolución de la situación y dinámicas identificadas y proponga medidas y actuaciones de acuerdo a las tendencias detectadas, a la luz de los resultados del cuestionario”. 

A esas dos propuestas debe unirse la “concienciación y corresponsabilidad institucional con las tareas de cuidado del personal investigador en los centros y grupos de investigación”, con una evaluación y seguimiento periódicos, especialmente de las mujeres más jóvenes.  

Por último, el texto recoge la necesidad de crear “políticas de igualdad con capacidad de transformar la cultura organizativa de los centros del sistema de I+D+I", así como formar y sensibilizar a los equipos directivos sobre las desigualdades y brechas de género.