La pugna entre la educación privada y pública es un asunto recurrente que, en época de crisis, copa titulares. Para muchos esa lucha no es, ni más ni menos, que el traslado a este campo de la disparidad ideológica entre derecha e izquierda.

Si se habla de universidad, más allá de debates políticos, la ‘pelea’ entre público y privado se ciñe a la eficiencia y productividad que acumulan unos y otros centros.

En la actualidad, en España de las 83 universidades que existen el 40% son privadas (un total de 33). A pesar de ser cerca de la mitad, únicamente atienden a 14 de cada cien estudiantes universitarios. El dato lo recoge el estudio ‘Universidades públicas y privadas: evolución de la productividad e impacto de la crisis’, elaborado por Eva M. de la Torre, profesora e investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid y que logró el Premio Observatorio Social de “la Caixa” al mejor artículo en el ámbito de la Educación.

En este trabajo se analiza cómo ha afectado la crisis en esa ‘pugna’, con una repercusión clara tanto para los establecimientos dependientes de la administración, como para aquellos otros sostenidos por capital privado.

Resultados y recursos

La productividad, en palabras de De la Torre, se refiere “a la cantidad de resultados que se obtienen en función de los recursos de los que dispones”. No es lo mismo tener dos profesores que dan clase a 50 alumnos y que haya cincuenta graduados, que conseguirlo con un solo docente.

Ese es uno de los pilares de su análisis. El otro es la eficiencia, “concepto bastante parecido, pero mucho más difícil de calcular” con el que se comparan los recursos de una universidad y los resultados que logra, además de ofrecer “la información sobre si la relación es adecuada o si podía ser mejorable”.

De nuevo entra en escena la competencia entre universidad pública y privada. “Puede tener efectos positivos ese competir –asegura- en materia de transparencia, comunicación, etc., una cuestión que, en el caso de las universidades públicas, sería además muy importante”.

Ante este planteamiento surge una pregunta ¿Influyen las universidades privadas en que haya más competencia?

La autora del estudio publicado por el Observatorio Social de “la Caixa” no está de acuerdo con una repuesta afirmativa en España “por su pequeño tamaño, porque solo se centran en docencia y casi nada en investigación y porque se fijan en áreas de conocimiento muy específicas”.

Crecimiento del sector privado

Precisamente el trabajo de esta profesora de la Universidad Autónoma de Madrid también se fija en el auge de las universidades privadas en todo el viejo continente, con un crecimiento destacado del sector en los últimos años.

La crisis ha jugado su papel, con unos recortes acompañados de un aumento del precio de las matrículas en los centros públicos. “Desde el punto de vista de la economía es comprensible lo que ocurrió con la crisis”, dice. “Si tienes una educación pública a la que suben los precios y deja de ser barata en comparación con la privada y, además, se incrementan esos costes sin que se proporcionalmente se incremente su calidad, entonces es lógico ese trasvase de estudiantes de la pública a la privada”, cifrado en más del 22%.

Esto no significa, ni mucho menos, que dicho fenómeno se haya traducido en un incremento de la calidad de la formación impartida en las universidades privadas. Tal y como aclara, dentro de estas las hay “con mucho prestigio, como la de Navarra, pero también hay otras muy pequeñas” cuyos estándares son muy inferiores a la mayoría de públicas.

Imagen de futuros estudiantes universitarios durante un examen de selectividad (Foto: EFE).

Lo que si logran los centros privados en comparación con los públicos es una adaptación más rápida a cada momento, gracias a su flexibilidad. Frente a estas, las públicas están sujetas a normas mucho más rígidas al formar parte de la administración. Además, en las privadas el marketing también ha tenido una gran relevancia en su impulso, permitiendo que muchos estudiantes las observen como más óptimas a la hora de tener mayores salidas, para abrir puertas hacia mejores empleos o que estos estén muy bien pagados.

Compañeros de pupitre

Sin embargo, al hablar de esto Eva M. de la Torre menciona un estudio de Miguel Angoitia y Marta Raona, “en el que se pone de manifiesto que, si bien es verdad que muchos estudiantes de universidades privadas se colocan mejor a la hora de acceder al mercado laboral que los de centros públicos, esto no se debe tanto a la calidad de la formación que hayan recibido, como a los compañeros de pupitre o al origen socioeconómico”.

No es cuestión de jugar con las cartas marcadas, sino que “juegan a un juego distinto” indica. “Las públicas tienen como misión prestar un servicio público, mientras que la mayor parte de las privadas persiguen un beneficio económico”, algo que es totalmente legítimo, por otra parte. 

Sin embargo, algunos de esos elementos que buscan una valoración sobresaliente de los centros privados parecen perseguir, a su vez, el menosprecio de los públicos. Para la autora del estudio “el sistema público español, en la parte de investigación, se encuentra entre los países que más número de universidades tiene en los ranking internacionales”. Y ello a pesar de que esas clasificaciones “nos perjudican, porque miden también por cantidad, y no por productividad”.

En la actualidad, casos como el ocurrido en la Rey Juan Carlos, contribuyen al desprestigio de la red universitaria española pública y privada. En el caso de la primera, quizás se podría evitar con mayor claridad, puesto que otra de las carencias que Eva M. de la Torre pone de relieve en su trabajo, es la falta de transparencia, que en los centros públicos es “es escasa” y, en el caso de las privadas, “prácticamente nula”.

Según el estudio publicado por el Observatorio Social de “la Caixa” los recortes en el sector universitario público han tenido “consecuencias positivas en el corto plazo, así como en términos de eficiencia y productividad”.

No obstante, para determinar lo fundamental, es decir, su repercusión a largo plazo, se precisa más información, para proseguir profundizando en este tipo de trabajos que, para la autora del análisis, pueden ayudar a superar los escollos que inciden de forma directa y negativa en la eficiencia de las universidades públicas y privadas.